De panes y peces
Va camino de los noventa a?os. Est¨¢ l¨²cido y amablemente libertario. Sigue escribiendo por necesidad, con tes¨®n y perseverancia, as¨ª se gana la vida desde que dijo adi¨®s a la econom¨ªa y entr¨® en la literatura. Hablo de Jos¨¦ Luis Sampedro. El otro d¨ªa nos convoc¨® a una comida para celebrar su libro, para celebrar su vida contada en un libro escrito en compa?¨ªa, en complicidad, con su mujer, Olga Lucas. Curiosa vida de este barcelon¨¦s, que creci¨® entre T¨¢nger y Aranjuez. El acad¨¦mico, ex senador por designaci¨®n real, el republicano Sampedro afirma que ya no pertenece al mundo de hoy.
Se considera un poliz¨®n, un inmigrante llegado de otro planeta no interesado por los artefactos. Que pertenece a un mundo que ya no existe. Como aquel T¨¢nger que conoci¨® de ni?o, una sociedad abierta a todas las culturas, una ciudad con muchas religiones, muchas razas y una convivencia en permisividad. Del mundo ideal de T¨¢nger, de la ciudad abierta, pas¨® a la Edad Media en un pueblo de Soria, donde si hab¨ªa tormenta se cerraban en una habitaci¨®n a quemar velas y rezar a santa B¨¢rbara. Y si no llov¨ªa, sacaban a san Roque en procesi¨®n. Pasaron los a?os, las procesiones, las modernidades y la guerra. Y otra vez la vuelta atr¨¢s. A?os cuarenta en Melilla, un inmenso cuartel, como casi toda Espa?a, pero un poco m¨¢s.
De todas estas cosas hablaba Sampedro en el restaurante de Pedro Larumbe, excelente reconversi¨®n de lo que en otro tiempo fuera el diario Abc, no paraba de hablar, comi¨® poco y llegaron los postres. El viejo escritor no quer¨ªa postre, deb¨ªa de tener algo de hambre y educadamente pidi¨® permiso al camarero para llevarse un trozo de pan. Lo guard¨® en el bolsillo de su americana, bebi¨® un poco de vino y de vez en cuando mord¨ªa su chusco. Cur¨® el pan, sent¨® el vino a la mesa.
Me acord¨¦ de Ren¨¦ Char, que invitaba a la libertad a sentarse en las comidas, el lugar permanec¨ªa vac¨ªo, pero el cubierto segu¨ªa puesto. Me pareci¨® que el lugar vac¨ªo de la libertad lo hab¨ªa ocupado Sampedro en esa comida. Definitivamente, Sampedro no es de este mundo. Por la boca vive el pez.
Con otro pez en la mano de una hermosa chica metida en carnes y cors¨¦, una imagen que record¨¢bamos de los tiempos de "Madrid me mata", -?hay frases que duran d¨¦cadas!- nos lleg¨® la invitaci¨®n de Jordi Soc¨ªas para su exposici¨®n Marem¨¢gnum en la Biblioteca Nacional. Nos encontramos como peces en el agua los restos de varias generaciones entre las fotos de Soc¨ªas, entre las hermosas y los freakis, entre barones y escritores, en Puerto Ban¨²s o en el Par¨ªs de Carrillo. Imprescindible visita para ver lo que fuimos y lo que somos. All¨ª disfrutamos entre los pecios de tantos naufragios, rescatados de tantos hundimientos, rodeados de fot¨®grafos, periodistas y otras gentes que se mueven por un Madrid que no ha conseguido matarnos, pero que est¨¢ en ello. Soc¨ªas seguir¨¢ siendo el fot¨®grafo de nuestras navegaciones y nuestros maremotos.
Lo conocimos cuando acababa de llegar de Barcelona, ahora forma parte de nuestro paisaje sentimental, vital y madrile?o, es ca¨®ticamente ordenado y siempre me recuerda a aquella canci¨®n de Serrat: Cunillet de vellut. ?Se acuerdan de cuando cantaban catal¨¢n en la intimidad? Yo lo sigo haciendo, incluso en plazas p¨²blicas.
Comenc¨¦ con Raimon, pas¨¦ por los diecis¨¦is jueces y no me pienso quedar en Albert Pla, quiero m¨¢s. Catalanizando Espa?a, cantando a Serrat: "I m'he comprat el llibre 'La fotograf¨ªa ¨¦s un art'. I abans d'un mes ser¨¦ millor que en Pom¨¦s".
Y quien dice Pom¨¦s, dice Soc¨ªas, que, como sostiene Harguindey, pocos han sabido sacar tanto partido a un libro de fotograf¨ªa. No pasa de esta tarde comprarme alg¨²n manual para ser un Soc¨ªas en unas horas. Ahora tenemos nueva librer¨ªa abierta los domingos y fiestas de guardar, se llama La Central, otra de Barcelona que se vino a vivir al Madrid de la modernidad. As¨ª estamos en nuestro marem¨¢gnum, catalaniz¨¢ndonos, aunque sea por correspondencia, que no es poco.
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