Cuando el hijo pega al padre
Aquella tarde, la terapia era novedosa y un poquito rara. El psic¨®logo coloc¨® un cesto de telas ante Teresa y le pidi¨® que con ellas construyera el plano de su casa. Teresa, de 50 a?os, separada, madre de dos hijos, se puso a hacerlo: escogi¨® trapos de colores alegres para la cocina, el comedor, la habitaci¨®n de su hijo el menor y la suya. Pero para el cuarto de su hija eligi¨® una enorme tela negra. "Entonces me di cuenta de que esa tela simbolizaba a mi hija en casa. A¨²n no hab¨ªa cumplido 18 a?os, y ya nos hab¨ªa pegado a mi hijo y a m¨ª. Nos ten¨ªa arrinconados. Y yo no pod¨ªa ni entrar en su habitaci¨®n. Nos dec¨ªa lo que ten¨ªamos que hacer, lo que pod¨ªamos comer, nos prohib¨ªa hasta sacar cosas de la nevera. Le bastaba decir 'esta coca-cola es m¨ªa'. Cuesta reconocer que tu hija te maltrata, aunque yo ya hab¨ªa tenido que llamar a la polic¨ªa varias veces para que la calmaran. Por eso me impresion¨¦ tanto al ver esa tela".
"?bamos en el coche, yo al volante y ¨¦l detr¨¢s; cuando me negu¨¦ a dejarle en un sitio, empez¨® a darme rodillazos en la espalda", relata un padre
La desgracia de Teresa (nombre supuesto, ya que prefiere guardar el anonimato) empez¨® cuando su hija cumpli¨® 14 a?os. Empez¨® a faltar a clase, a suspender todas las asignaturas, a coquetear con el hach¨ªs y las pastillas, a gritar en casa. A imponerse. A darle un guantazo a su madre cuando ¨¦sta se atrev¨ªa a rega?arla.
Cuando cumpli¨® 18 a?os, Teresa, en un arranque de valor, le se?al¨® la puerta. "La mand¨¦ con su padre. Ahora vive sola. Sigue con drogas, pero ya trabaja, y creo que saldr¨¢ adelante". La ech¨® de casa. Pero no de su pensamiento. De ah¨ª las terapias, los psic¨®logos. "Lo primero que hago cada ma?ana al levantarme es preguntarme por ella; y lo ¨²ltimo al acostarme. Y entremedias me paso el d¨ªa pregunt¨¢ndome en qu¨¦ he fallado", dice. Con la ni?a no se regate¨® en gastos para su educaci¨®n. Fue a un buen colegio, propio de una familia de clase media como la suya. "Tal vez fueron muchas cosas: la falta del padre, la falta de tiempo porque yo trabajo, la falta de diagn¨®stico de los primeros psic¨®logos que la atendieron... no lo s¨¦, me paso el d¨ªa pregunt¨¢ndomelo...".
Infierno
El infierno de esta madre no es exclusivo. En la memoria de 2004, el fiscal general del Estado, C¨¢ndido Conde-Pumpido, alerta sobre el aumento "desmesurado" de casos de maltrato familiar infligido de hijos a padres. El n¨²mero exacto es dif¨ªcil de cuantificar, ya que en la estad¨ªstica anual de la fiscal¨ªa este fen¨®meno queda englobado (y difuminado) en el m¨¢s general de lesiones acaecidas dentro del hogar. Pero la afirmaci¨®n viene respaldada por las diferentes memorias de las fiscal¨ªas provinciales de menores.
El coordinador de la fiscal¨ªa de menores de Tenerife, Miguel Serrano, por ejemplo, calcula que a lo largo del a?o 2004 habr¨¢ atendido "m¨¢s de 60 casos" en los que ha sido necesario alejar al joven de su casa para evitar agresiones a los padres. "Pero las denuncias de padres a hijos han sido much¨ªsimas m¨¢s, y crecen". "Es cierto que antes estos hechos no se denunciaban, pero no cabe duda de que est¨¢n creciendo", a?ade. El fiscal de menores de C¨¢diz Jes¨²s Gil Trujillo asegura que en los tres a?os que lleva en el puesto el n¨²mero de casos se ha triplicado. "No son muchos, unos 15, pero ¨¦sta es una ciudad peque?a". Tambi¨¦n asegura que el fen¨®meno crece.
La mayor¨ªa de los fiscales cree dif¨ªcil trazar un perfil del "maltratador juvenil" y que ¨¦ste pertenece a todo tipo de familias. Gil Trujillo, por el contrario, sostiene que en su provincia, los menores maltratadores provienen siempre de familias desestructuradas. "Cuando les pregunto que a qu¨¦ se dedican, los chicos me responden que ni estudian ni trabajan, que est¨¢n en la calle todo el d¨ªa...".
En Sevilla, la asociaci¨®n Familias y Pareja, dentro de un programa subvencionado por la Junta de Andaluc¨ªa, se encarga de mediar en estos casos. Esta tarde, un padre de 42 a?os, que prefiere no dar su nombre, acude a la sede. Explica a un abogado, a un psic¨®logo y a un trabajador social que ha denunciado a su hijo, de 15 a?os, a la Guardia Civil: "?bamos en el coche, yo al volante y ¨¦l detr¨¢s, y cuando me negu¨¦ a dejarle en un sitio empez¨® a darme rodillazos en la espalda a trav¨¦s del asiento. Le dej¨¦ en casa y me fui al cuartelillo. Estaba harto". El hijo es hiperactivo, y "dif¨ªcil desde peque?o".
El padre reconoce que alguna vez le ha pegado: "Se encerr¨® en la habitaci¨®n. Entr¨¦, me insult¨®, y perd¨ª la paciencia. ?l, descalzo, se fue al cuartelillo y me denunci¨® a m¨ª por maltrato". Entonces suena su m¨®vil. El padre rebusca en el bolsillo y se apresura a contestar. "Es mi mujer", se disculpa. Se la escucha: "Date prisa, porque si no vienes ahora mismo, el ni?o me come viva". El padre apaga el m¨®vil con el agobio pintado en la cara.
Nivel econ¨®mico de la familia
Tanto Manuel Mu?oz, el trabajador social, como el abogado Agust¨ªn Fern¨¢ndez y la psic¨®loga Salom¨¦ Mu?oz insisten en que cada caso obedece a una casu¨ªstica particular, y que ¨¦sta es independiente del nivel econ¨®mico de la familia. Por lo general, son padres que no se llevan bien, que educan al hijo de forma completamente diferente... Pero insisten en que en el ascenso de este fen¨®meno influye "una cierta y actual indisciplina general de los menores, una falta de respeto que tambi¨¦n se refleja en el matonismo escolar o en la delincuencia".
El coordinador de la fiscal¨ªa de menores de Tenerife, Miguel Serrano, incide, por su parte, en la necesidad de atajar este problema desde el inicio: "Afloran a los 10 u 11 a?os, y responden, por lo general, a muchachos con trastornos de personalidad, pero, por ejemplo, aqu¨ª en Tenerife no hay servicios de psiquiatr¨ªa infantil especializada, con lo que el problema crece seg¨²n va creciendo el menor. Y luego ya es tarde. Pero no hay que olvidar que el chico no es un delincuente, sino alguien con un trastorno psicosocial".
Desde su tienda, Elena, la madre de la hija de 18 a?os, sigue pregunt¨¢ndose qu¨¦ hizo mal, sin encontrar respuesta, pero, como el fiscal Serrano, tambi¨¦n tiene algo claro: "Nunca le tuve miedo a mi hija. ?C¨®mo puedes sentir miedo de alguien a quien quieres por encima de todo? Sent¨ªa angustia, rabia, amargura, tristeza. Todo junto si quieres. Pero miedo no".
La f¨®rmula de la fiscal¨ªa de Zaragoza
EL COORDINADOR de la fiscal¨ªa de menores de Zaragoza, Carlos Sancho, ha notado el aumento de casos de maltrato familiar ejercido de hijos hacia padres. Pero tambi¨¦n que al menor "hay que darle todas las oportunidades para que no acabe en un reformatorio". En la fiscal¨ªa de menores de Zaragoza se recibieron, a lo largo del a?o pasado, unas treinta denuncias por este hecho. "Pero s¨®lo en tres casos los menores tuvieron que ingresar en un centro de reforma", afirma Sancho. Tal vez por la f¨®rmula empleada. "Cuando los padres acuden a la fiscal¨ªa es porque est¨¢n absolutamente desesperados, porque no saben qu¨¦ hacer con el hijo, porque han perdido toda autoridad ante ¨¦l", explica el fiscal. Entonces, como primer paso, se establece una primera mediaci¨®n entre los padres y los hijos con un trabajador social. Si el menor promete al mediador volver a los estudios, respetar a los padres y rehabilitarse, no hay denuncia. Pero si el menor no lo promete (o el mediador no lo cree o los padres no lo consideran oportuno y prefieren seguir con el proceso), "se lleva adelante la denuncia". "Entonces, la polic¨ªa detiene al chico -con toda la parafernalia policial-, se le traslada en un coche patrulla y se le toma declaraci¨®n en la fiscal¨ªa. Se le hace pasar por todo el circuito judicial, y as¨ª ve que esto va en serio, que ha cometido un delito, y que de esta autoridad no se puede burlar. Ahora bien, y ¨¦sta es la clave: antes de hacerle ingresar en un centro de reforma, se le ofrece una ¨²ltima oportunidad, con un mediador social, de regenerarse. Y la mayor¨ªa se agarra a ella", explica.
Pero para que esta iniciativa tenga ¨¦xito "se necesitan mediadores sociales, que no se escatimen gastos en eso". Tambi¨¦n el coordinador de la fiscal¨ªa de menores de Tenerife, Miguel Serrano, insiste en la necesidad de "casas de acogida", de "hogares regentados por trabajadores sociales o psic¨®logos", no reformatorios, donde vayan estos menores, que "no son malhechores".
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