Todos los hombres del presidente, tocados
Los esc¨¢ndalos y acusaciones est¨¢n alcanzando a la guardia pretoriana de Bush en la C¨¢mara, el Senado y la Casa Blanca
Con un perjurio y un fiscal valiente se inici¨® el principio del fin de Richard Nixon. Patrick Fitzgerald proces¨® el viernes por obstrucci¨®n a la justicia, falsedad y perjurio a Lewis Libby, la mano derecha del vicepresidente de EE UU, Dick Cheney, por el caso de la filtraci¨®n de la identidad de Valerie Plame, agente de la CIA. La guardia pretoriana del presidente, George W. Bush, est¨¢ tocada en sus tres frentes: Casa Blanca, Capitolio y lobbystas. Bush vive la maldici¨®n del lame duck, del pato cojo: los segundos mandatos est¨¢n malditos. La ca¨ªda en desgracia de los hombres del presidente llega cuando los republicanos en el Congreso cre¨ªan que las cosas no pod¨ªan ir a peor.
A la lista de investigaciones sobre destacadas figuras del Partido Republicano hay que sumar 2.000 soldados muertos en la guerra de Irak, las cr¨ªticas por la falta de previsi¨®n y la mala respuesta al Katrina, la retirada de la candidatura de Harriet Miers para el Supremo y el fallido plan de reforma de la Seguridad Social. La corrupci¨®n y la ineficacia atacan las entra?as de un partido, el Republicano, que lleg¨® al poder en 2000 -con la ayuda del Supremo- anunciando que pondr¨ªa fin a ambas. Son seis hombres en el poder pero bajo investigaci¨®n, sospecha o acusados por la justicia de su pa¨ªs. ?stos son sus nombres y sus historias.
DICK CHENEY El poder en la sombra
Al padre pol¨ªtico de Bush se le considera el vicepresidente m¨¢s poderoso en la historia. Gui¨® a Bush en sus primeros cuatro a?os en pol¨ªtica exterior y en su relaci¨®n con el Congreso. A sus 63 a?os tiene una salud muy tocada y una espada de Damocles sobre su cabeza: la investigaci¨®n sobre una filial de Halliburton, la empresa que dirigi¨® antes de llegar a la Casa Blanca. Cheney trabaj¨® con Nixon, Ford y con Bush padre antes de ser requerido por Bush hijo para ser su segundo. Tiene m¨¢s de tres d¨¦cadas de experiencia pol¨ªtica republicana a sus espaldas. Pero seg¨²n la imputaci¨®n a Libby en el caso Plame, el hombre de confianza de la mano derecha del presidente minti¨® para "blindar" a su jefe Cheney.
LEWIS LIBBY El chivo expiatorio
El jefe de Gabinete de Dick Cheney es un hombre discreto que habl¨® demasiado. Podr¨ªa ser condenado a 30 a?os de c¨¢rcel y a pagar una multa de 1,25 millones de d¨®lares si llega a sentarse ante un jurado en un juicio tras ser acusado ayer de obstrucci¨®n a la justicia, falsedad y perjurio en el caso Plame. De 55 a?os, este abogado ha disfrutado de una influencia en la Casa Blanca inusual para su cargo. Seg¨²n el libro de Bob Woodward Plan de Ataque -sobre c¨®mo la Administraci¨®n de Bush fabric¨® la guerra-, Libby fue una de las dos personas que asisti¨® a las reuniones del Comit¨¦ de Seguridad Nacional tras el 11-S con el presidente Bush sin que su puesto le facultara para ello. En su despacho, Libby tiene una fotograf¨ªa de Churchill. Halc¨®n respecto a la guerra de Irak, Libby reverencia a Churchill por su capacidad para luchar contra el mal. En una entrevista cit¨® un pasaje de las memorias en las que el primer ministro brit¨¢nico confesaba c¨®mo se sinti¨® cuando alcanz¨® el poder del Reino Unido: "Sent¨ª como si estuviera andando con el destino, y que toda mi vida anterior hab¨ªa sido una preparaci¨®n para este momento". Seg¨²n Libby, ese pasaje se pod¨ªa aplicar a su jefe Cheney tras los ataques del 11-S.
KARL ROVE El 'pez gordo'
Ha quedado fuera de las acusaciones. Aunque seguir¨¢ bajo los focos de la investigaci¨®n de Fitzgerald y en peligro de afrontar cargos legales. La br¨²jula pol¨ªtica de Bush desde hace m¨¢s de 10 a?os ha salvado, por ahora, el pellejo. De 54 a?os, el ni?o prodigio de Bush ha llevado repetidamente al triunfo a trav¨¦s de campa?as electorales al presidente de EE UU. Dicen en los mentideros de Washington que Rove estaba tan concentrado en defenderse del caso Plame que no calibr¨® la magnitud del Katrina. Karl Rove es para George W. Bush lo que Henry Kissinger fue para Richard Nixon. Kissinger fue un maestro de la diplomacia. Rove un genio del marketing pol¨ªtico. Rove es el arquitecto de la victoria electoral republicana de hace un a?o. Quienes le conocen aseguran que el Maquiavelo de Washington se crece ante las adversidades. Nunca antes las ha tenido tan de frente como ahora.
BILL FRIST El l¨ªder en el Senado
El diario The Wall Street Journal le considera "presidenciable". Pero el l¨ªder de la mayor¨ªa republicana en el Senado hizo sonar las alarmas tras la venta de acciones de una empresa propiedad de su familia antes de que la compa?¨ªa anunciase malos resultados. Frist, de 53 a?os, no ha sido acusado formalmente, pero las dudas sobre su honestidad est¨¢n planteadas.
TOM DELAY 'El martillo'
Congresista por Tejas, Tom DeLay est¨¢ acusado de lavado de dinero. Ex l¨ªder republicano de la C¨¢mara baja -cargo que tuvo que abandonar tras presentarse cargos en su contra-, DeLay tuvo el poder de marcar la agenda legislativa al decidir qu¨¦ propuestas de ley se consideraban y cu¨¢ndo. La presentaci¨®n de cargos contra DeLay, de 58 a?os, ha hundido al pol¨ªtico y puesto en peligro la supervivencia de la agenda pol¨ªtica de la Casa Blanca.
Supuestamente, el congresista por Tejas ingresaba contribuciones de empresas de ese Estado en cuentas del Comit¨¦ Republicano Nacional en Washington. Una vez hecho esto, DeLay habr¨ªa enviado de vuelta a Tejas el dinero para financiar campa?as de candidatos republicanos a la legislatura en ese Estado. Bautizado por la prensa como El martillo, por su capacidad para conseguir, a fuerza de presi¨®n, el voto de sus correligionarios.
JACK ABRAMOFF El 'lobbysta'
La cara menos conocida en Espa?a de los hombres del presidente Bush tiene muchos frentes abiertos con la justicia. Abramoff, de 47 a?os, es el lobbysta m¨¢s conocido de Washington y su trabajo consist¨ªa en reunirse con los pol¨ªticos m¨¢s poderosos de la capital de la naci¨®n para convencerlos de que aprobasen medidas favorables para sus clientes. Lo que es una medida leg¨ªtima, Abramoff lo llev¨® a la ilegalidad.
Este intermediario bien conectado con los republicanos est¨¢ acusado de lavado de dinero, fraude y malversaci¨®n de fondos de una tribu india propietaria de casinos que le entreg¨® dinero para que defendiese sus intereses en el Capitolio. Y sus oscuros negocios tienen ramificaciones dignas de una pel¨ªcula de la mafia: le salpica el asesinato del due?o de un casino flotante.
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