Bush agota su capital pol¨ªtico
El 'caso Plame' devuelve al primer plano la invasi¨®n de Irak y acent¨²a los problemas de la Casa Blanca
Nada m¨¢s ganar las elecciones del 2 de noviembre de 2004, un triunfante George W. Bush anunci¨® que hab¨ªa ganado un capital pol¨ªtico y que estaba "decidido a utilizarlo". Un a?o m¨¢s tarde la cuenta de Bush en el banco est¨¢ casi agotada. La bancarrota llega en el primer a?o del segundo mandato, mucho antes de lo habitual. Adem¨¢s de la guerra inacabada de Irak y sus posibles repercusiones, el presidente tiene un serio problema de credibilidad: su debilidad interna dentro del partido ha quedado en evidencia con la retirada de la candidatura de Harriet Miers al Tribunal Supremo, y su equipo, que sale muy tocado del caso Plame, tiene otras amenazas que desbordan las paredes de la Casa Blanca.
Bush y su equipo han menospreciado a grupos conservadores que les ayudaron
"El presidente Bush est¨¢ muy afectado", dice una fuente con acceso a la Casa Blanca
El procesamiento de Libby y los agobios de Karl Rove han tocado muy de cerca a Bush, dice una fuente en Washington que tiene acceso frecuente a la Casa Blanca y que conoce bien al presidente: "Est¨¢ muy afectado, personalmente. Muy afectado, como yo nunca hab¨ªa visto. Sobre todo le ha hecho mella el cerco de Karl Rove, porque llevan muchos a?os trabajando juntos, y Bush no ser¨ªa lo que es sin Karl. Es insustituible". Sin duda: la falta de reflejos del presidente en el hurac¨¢n Katrina se atribuy¨® a la distracci¨®n de Rove debida a problemas m¨¦dicos -piedras en los ri?ones- pero, sobre todo, a su preocupaci¨®n por el desenlace del caso Plame.
"Estoy seguro de que en la Casa Blanca dieron un suspiro de alivio cuando supieron que Rove no era acusado; hubiera sido una enorme crisis", se?ala Emilio Viano, profesor de la American University, que cree que Bush est¨¢ muy d¨¦bil: "Es incre¨ªble pensar en sus discursos sobre el capital pol¨ªtico y c¨®mo lo iba a emplear. Y ahora todo est¨¢ parado, no hay ni energ¨ªa ni capital. A mediados del segundo mandato, un presidente va perdiendo su autoridad, su poder, su capacidad de control. Pero esto no deber¨ªa empezar hasta dentro de un a?o".
"Claro que est¨¢ d¨¦bil; aparte de Libby, el procesamiento ha pasado rozando a Karl Rove; y est¨¢ lo de Harriet Miers... si el ¨ªndice de apoyo de Bush est¨¢ ahora en el 40% podr¨ªa descender al 35% esta semana... Su credibilidad es escasa y su Gobierno se ha debilitado", coincide Clifford Kupchan, uno de los directores de investigaci¨®n de Eurasia, una consultor¨ªa de pol¨ªtica, econom¨ªa y seguridad, que cree que la fortaleza Casa Blanca "se ha astillado, pero todav¨ªa est¨¢ por ver hasta qu¨¦ punto se ha desestabilizado". Para Kupchan, especialista en pol¨ªtica exterior e Ir¨¢n, es preocupante que el presidente pueda distraerse de las urgencias internacionales: "Quiz¨¢ el precio m¨¢s caro va a ser la incapacidad de llevar adelante objetivos claves en pol¨ªtica exterior".
?Es el caso Plame la punta del iceberg de los pecados de este Gobierno? As¨ª lo cree Harry Reid, l¨ªder de la minor¨ªa dem¨®crata en el Senado, y el partido, ya situado en la campa?a de las legislativas de 2006 y que acaricia la idea del juicio de Libby como la gran oportunidad de procesar pol¨ªticamente a Bush. ?Se trata de un delito relativamente menor en el que lo peor, como es habitual en EE UU, es el intento de ocultarlo? Como se?ala The Washington Post, "nada sugiere que haya habido una conspiraci¨®n que exija m¨¢s investigaciones ni se prueban -o refutan- las acusaciones de que el presidente enga?ara al pa¨ªs sobre las justificaciones de la guerra, como se?al¨® el fiscal".
Quiz¨¢ no estemos ante un Watergate, pero detr¨¢s del Plamegate est¨¢ Irak. David Gergen, ex asesor de presidentes republicanos y dem¨®cratas, lo sintetiz¨® as¨ª en la cadena CBS: "No tiene nada que ver con los casos de abuso de poder, como Watergate o el Ir¨¢n-Contra. El problema es que esto reabra las heridas y que la gente empiece a hacerse preguntas sobre los medios usados para ir a la guerra". Como concluye el editorial de The New York Times, "lo que los estadounidenses tienen que tener en mente es que no hab¨ªa armas de destrucci¨®n masiva en Irak". Por ahora, lo que tienen en mente es la ausencia de un calendario de regreso de las tropas a casa. Esta semana se super¨® la simb¨®lica cifra de los 2.000 soldados muertos.
Ganar una reelecci¨®n suele hacer arrogante al triunfador. Bush y su equipo han menospreciado a grupos conservadores que les ayudaron a seguir en la Casa Blanca, por diferentes razones, y la venganza ha sido tremenda. La retirada de la candidatura de Miers al Supremo por la presi¨®n de la base pol¨ªtico-religiosa "es una humillaci¨®n muy profunda para el presidente", dice Viano. Pero Bush no ten¨ªa m¨¢s remedio si quer¨ªa reagrupar fuerzas para abordar mejor la crisis del Plamegate y las dificultades de los l¨ªderes republicanos en el Capitolio. "La fuerza de Bush como presidente se basa en tres cosas: su inclinaci¨®n hacia un estilo audaz de liderazgo, el control republicano del Congreso y una base pol¨ªtica de familias republicanas y conservadoras que se solapan. Para gobernar con eficacia, necesita las tres cosas", escribe Fred Barnes, director ejecutivo de The Weekly Standard, una bandera de los neoconservadores.
En la opini¨®n p¨²blica, se?ala Viano, hay otros agravios: "Primero, el aumento en los precios de la gasolina, que se unir¨¢, ahora que empieza el invierno, a la subida de los costes de la calefacci¨®n. Y segundo, el hurac¨¢n Katrina. Muchos pensaron: 'Despu¨¦s del 11-S se han gastado miles de millones para la seguridad nacional, para prepararse para emergencias y estar listos cuando pase algo; pas¨® algo, y no estuvimos listos".
Si el presidente calma las aguas del partido -v¨ªa una inminente candidatura al Supremo que tranquilice a los m¨¢s inflexibles- y se desactivan las amenazas sobre los l¨ªderes del Congreso, estar¨¢ en mejor situaci¨®n para resurgir. "Si la crisis se limita a Libby y el presidente asume la responsabilidad, podr¨ªa controlar los da?os, y el efecto disminuir¨¢ sustancialmente", cree Kupchan. En opini¨®n de un l¨ªder intelectual neoconservador como William Kristol, "con el desenlace del fiasco Miers y de la investigaci¨®n de Fitzgerald, la aplastada fortuna pol¨ªtica de Bush deber¨ªa estar madura para una recuperaci¨®n. Y la receta es clara: volver a lo fundamental en la econom¨ªa, la justicia y la pol¨ªtica exterior: ir a la ofensiva en esas ¨¢reas. Para recuperar el terreno perdido y avanzar har¨¢ falta energ¨ªa, disciplina y audacia, del Gobierno de Bush y del propio presidente". Pero son demasiados los factores que el presidente no controla, y no est¨¢ claro que Bush tenga la energ¨ªa, la disciplina y la audacia necesarias para volver a empezar su segundo mandato.
La mala suerte de los dem¨®cratas
Mala suerte para los dem¨®cratas: si el caso Plame -adem¨¢s de Irak, Katrina y el rev¨¦s en el Supremo- hubiera estallado hace un a?o, probablemente no habr¨ªa habido victoria de Bush. Si el desenlace hubiera sido dentro de un a?o, las perspectivas republicanas en las legislativas de noviembre de 2006 hubieran empeorado. No ha ocurrido, y aunque el humor de la opini¨®n p¨²blica les favorece -el 55%, seg¨²n Gallup, votar¨ªa a favor de cualquier dem¨®crata que se presentara contra Bush- no est¨¢ claro que vayan a sacar partido de las calamidades republicanas. Les falta una voz clara, les faltan alternativas, porque en el partido no ha concluido el debate sobre la debacle de 2004. Y el desplazamiento conservador de la sociedad estadounidense se ha traducido en p¨¦rdida de visibilidad: los dem¨®cratas, que han ganado tres de las ¨²ltimas diez elecciones presidenciales, llevan cinco a?os -y les quedan tres- fuera de la Casa Blanca; tras d¨¦cadas de mayor¨ªa en una o en las dos c¨¢maras, est¨¢n en minor¨ªa en el Congreso desde 1994, y s¨®lo controlan 21 de los 50 gobernadores.
Clifford Kupchan, que trabaj¨® en el Departamento de Estado bajo Clinton, cree que "las legislativas van a ser duras para los republicanos", pero lo que ocurra "depender¨¢ de los propios dem¨®cratas y en parte, de la capacidad de recuperaci¨®n de la Casa Blanca". Y aunque el caso Plame
"se puede vincular a las razones por las que fuimos a Irak, y uno de sus arquitectos, Lewis Libby, es el procesado, no deber¨ªamos olvidar que la mayor¨ªa de los dem¨®cratas apoyaron la guerra. Por tanto, no es f¨¢cil determinar cu¨¢l puede ser el desenlace a medio plazo".
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