Perdices
Aprovecho la temperatura informativa sobre la gripe aviar y el hecho de que estemos en un puente, para recomendarles la visita a Arnaga, la casa que Edmond Rostand pose¨ªa en Camb¨®-les-Bains. Est¨¢ a un paso y hoy es un museo que, adem¨¢s de un estupendo jard¨ªn y de unas combinaciones arquitecto-decorativas bastante originales, conserva importantes documentos sobre la vida y la obra de este dramaturgo que muri¨® en 1918 de la mal llamada gripe espa?ola, que hoy sabemos que era una gripe aviar. Rostand es autor de obras tan c¨¦lebres como L?Aiglon, que estren¨® Sarah Bernhardt, y Chantecler, que es la historia de un gallo que cre¨ªa que su canto provocaba la salida del sol. Es una pena que la verdadera literatura no est¨¦ de moda, y menos las f¨¢bulas pol¨ªtico-morales como ¨¦sa, porque en la vida p¨²blica sobran personajes que creen que su cantar nos hace el d¨ªa, y el argumento y el desenlace de esa obra podr¨ªan sernos, frente a ellos, de gran ilustraci¨®n y utilidad. Pero Edmond Rostand es sobre todo conocido por ser el autor de Cyrano de Bergerac, eterno enamorado de su prima Roxane. En una memorable escena ella de dice: "D¨¦me su mano, vamos, tiene fiebre". Aunque Roxane no acierta las razones del calor de Cyrano, piensa en una fiebre equivocada.
Todos los d¨ªas me llegan a trav¨¦s del correo electr¨®nico invitaciones para que compre mascarillas de protecci¨®n antigripal. Seguramente porque antivirales y vacunas contra la gripe com¨²n ya no pueden comprarse. La gente ha vaciado las despensas farmac¨¦uticas en un ataque de fiebre tambi¨¦n confundida (para ahora ya sabemos que esos no son los m¨¦todos adecuados). La confusi¨®n se debe a que, de entrada, el tratamiento informativo ha acercado en paralelo, y con puntuales cruces, dos vertientes distantes del mismo asunto. Se ha tratado a la vez la enfermedad real que las aves ya padecen y que las migraciones ya est¨¢n extendiendo (en una, por otro lado, perfecta met¨¢fora de la relatividad de las fronteras); y la hipot¨¦tica, es decir, todav¨ªa irreal pandemia de gripe aviar humanizada. La gente se ha hecho un l¨ªo entre las dos, ha confundido alerta con alarma, porque la manera trenzada de presentar las noticias lo ha propiciado. Se est¨¢ despejando malamente el panorama informativo, pero los anaqueles de las farmacias ya est¨¢n vac¨ªos y en las cabezas ya est¨¢n sembradas la inquietud o la duda.
Me quedo con la duda, porque tambi¨¦n es posible que la gente se est¨¦ preparando por su cuenta contra esa eventual pandemia, que se est¨¦ tomando la prevenci¨®n por su mano, por simple desconfianza en los discursos p¨²blicos. Porque las consignas de arriba ("no compres estos productos in¨²tiles, no te preocupes, estamos preparados, estas pr¨¢cticas no implican riesgo...") no consiguen calar, serenar los ¨¢nimos; eliminar la sensaci¨®n de que la autoridad congela o dosifica la informaci¨®n; tantea o vacila en el remedio.
Este asunto de la gripe aviar con peligro de extensi¨®n a lo humano no ha hecho m¨¢s que empezar; igual que la alarma y el susto ciudadanos, que est¨¢n por lo tanto en niveles a¨²n bajos, que son todav¨ªa de juguete. Si la cosa finalmente va a m¨¢s, si esta latencia cuaja, van a ser necesarios muchos recursos, no s¨®lo sanitarios, industriales u organizativos, sino tambi¨¦n pol¨ªticos. El texto de las decisiones p¨²blicas y su recepci¨®n ciudadana tendr¨¢n que estar en perfecta y din¨¢mica sinton¨ªa; y la confianza rec¨ªproca en su puesto. La capacidad de producir dosis de esa sinton¨ªa confiada y confiable me parece tan importante como la de producir tratamientos antivirales y vacunas. Y sin embargo ese apartado deja mucho que desear; los datos indican que el foso entre dirigentes y ciudadanos es ancho, que ¨¦stos perciben que aquellos van mayormente a lo suyo. Y es que hay que ver a nuestros pol¨ªticos sin ir m¨¢s lejos; hay que verles y o¨ªrles cada d¨ªa, desde el par de la ma?ana, marear en su coto de caza la misma perdiz. Mientras la gente mira ahora mismo a otras perdices; y a las perdices atentamente, con otros ojos.
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