Autonom¨ªa para la convivencia
Los reglamentos de r¨¦gimen interno de los centros suponen una normativa "flexible" para abordar los problemas diarios que surgen en los institutos. "Esa flexibilidad nos permite ir amold¨¢ndonos a la realidad, que es muy cambiante", explica el presidente de los directores de centros educativos p¨²blicos, Jos¨¦ Antonio Mart¨ªnez. Y a?ade: "No pretendemos que haya una legislaci¨®n para esto, porque tampoco se puede pretender que haya leyes para todo. Gracias a los reglamentos podemos ir autorregul¨¢ndonos mediante pactos entre toda la comunidad educativa. De esta forma podemos abordar asuntos como el acoso escolar, la violencia en las aulas". Mart¨ªnez explica que el uso de estos reglamentos les ofrece cierta autonom¨ªa organizativa y pedag¨®gica que "siempre se ha pedido para los centros".
En peque?as Constituciones escolares recogen, en la mayor¨ªa de los casos, un apartado para la convivencia escolar en el que se abordan las faltas que pueden cometer los miembros de la comunidad educativa y las sanciones de que pueden ser objeto. "Siempre son medidas sopesadas, sin af¨¢n punitivo, m¨¢s bien se trata de tener un marco desde el que abordar los problemas, explica el director del instituto Clara Campoamor, Jos¨¦ Manuel P¨¦rez.
Los centros concertados tambi¨¦n tienen sus reglamentos internos. La Federaci¨®n Espa?ola de Religiosos de la Ense?anza, titulares de la gran mayor¨ªa de los centros concertados religiosos tiene su modelo de reglamento en el que se basan todos sus colegios. "Ese texto lo adaptamos despu¨¦s a las peculiaridades de cada uno de nuestros centros", se?ala el director del colegio madrile?o Amor¨®s, Leoncio Fern¨¢ndez. "Cada a?o les mostramos a los padres y a los alumnos nuestras normas de convivencia all¨ª recogidas", a?ade. En este reglamento del Amor¨®s se especifica, por ejemplo, que cada alumno tendr¨¢ entre su material escolar la agenda del curso, una libreta a trav¨¦s de la cual se comunican los padres y los profesores. El maestro apunta en ella lo que quiere decir a la familia, y los padres indican all¨ª al maestro que el ni?o no pudo ir ayer porque ten¨ªa gripe o que hoy tendr¨¢ que utilizar el m¨®vil porque est¨¢ a la espera de una llamada importante. Si no es as¨ª, los m¨®viles estar¨¢n en silencio en este colegio.
A pesar de todo, el d¨ªa a d¨ªa escolar demuestra que estos reglamentos en ocasiones expresan m¨¢s un deseo que una realidad. El del instituto P¨ªo Baroja, de Madrid, recoge, por ejemplo, que los padres participar¨¢n en la vida del centro, mantendr¨¢n contacto con los tutores y "evitar¨¢n la cr¨ªtica a los profesores delante de los alumnos", cosas, todas ellas, que no siempre ocurren. Pero todo es intentarlo. "Cada centro tiene una cultura que se va forjando con los a?os", dice Mart¨ªnez. El reglamento es la forma de ponerlo por escrito.
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