La 'ley Sarkozy'
Francia se propone endurecer su legislaci¨®n antiterrorista, ya contundente desde hace una d¨¦cada, con nuevas medidas contempladas en el proyecto de ley que comenzar¨¢ a debatirse en el Parlamento a finales de noviembre. El ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, prev¨¦ multiplicar la videovigilancia, en mantillas todav¨ªa, aumentar las penas y la duraci¨®n de la detenci¨®n policial, el almacenamiento de datos de tel¨¦fonos m¨®viles y de Internet y acelerar la expulsi¨®n de los considerados indeseables. Par¨ªs ahora, como antes Londres, donde se debate la cuarta ley antiterrorista desde el a?o 2000, y otros pa¨ªses de la Uni¨®n Europea est¨¢n inmersos en un debate com¨²n, pero que se aborda de forma desordenada: c¨®mo combatir mejor el terrorismo de ra¨ªz islamista, que se percibe inequ¨ªvocamente como la amenaza mayor para un sistema de libertades.
La cooperaci¨®n europea en esta materia, tan copiosamente prometida despu¨¦s del 11-S en EE UU, deja mucho que desear; y muestra los problemas de la UE, m¨¢s serios a medida que la Uni¨®n ampl¨ªa sus miembros y su ¨¢mbito geogr¨¢fico, para confrontar un fen¨®meno transnacional y difuso. Al margen de la colaboraci¨®n espor¨¢dica entre pa¨ªses concretos, Europa est¨¢ lastrada por un rompecabezas de regulaciones nacionales que en la pr¨¢ctica impide combatir eficazmente el ac¨¦falo terrorismo fundamentalista. Parad¨®jicamente, este territorio progresivamente sin fronteras para las personas, incluidos los eventuales dinamiteros, permanece todav¨ªa cerrado al libre movimiento de aquellos encargados de perseguirles. Por no se?alar la insalvable renuencia de los Gobiernos m¨¢s poderosos de la UE a compartir su informaci¨®n terrorista m¨¢s sensible con el conjunto del bloque.
En Francia, como antes en el Reino Unido, se han levantado ya las primeras voces sobre la eficacia de alguna de las medidas previstas o su compatibilidad con derechos fundamentales. No en vano, la ley del ministro Sarkozy, abogado de la tolerancia cero, se configura como una de las m¨¢s en¨¦rgicas de Europa, en l¨ªnea con la idea de Tony Blair de otorgar a la seguridad nacional al menos el mismo peso que a la protecci¨®n de los derechos individuales. Aunque todo apunta a que pa¨ªses europeos de impecables credenciales democr¨¢ticas est¨¢n dispuestos a sacrificar una cuota de sus libertades en aras de la seguridad, el Parlamento franc¨¦s tendr¨¢ que hilar fino para hacer compatible lo uno y lo otro. Si impedir el terrorismo islamista se ha convertido en prioridad absoluta de cualquier Estado responsable, hacerlo desde el respeto de los derechos fundamentales es una obligaci¨®n que no puede eludir un pa¨ªs que se vanagloria de ser su cuna.
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