Leonor de Borb¨®n
Los pr¨ªncipes ya son padres; la ni?a se llama Leonor, es infanta, tendr¨¢ el tratamiento de Alteza Real y es la segunda en la l¨ªnea sucesoria, despu¨¦s de don Felipe. Y aunque la necesidad no es acuciante, como dijo ayer el propio pr¨ªncipe de Asturias, porque el rey Juan Carlos ya tiene sucesor y es precisamente el padre de la reci¨¦n nacida, conviene ponerse a la tarea de reformar la Constituci¨®n para corregir lo que para la sensibilidad actual es una anomal¨ªa: que el hombre tenga preferencia sobre la mujer para heredar el trono de Espa?a. Si naciera un segundo hijo var¨®n de los pr¨ªncipes antes de que la reforma se hubiera completado, pasar¨ªa a ocupar, siquiera temporalmente, ese segundo lugar sucesorio, en lugar de su hermana mayor.
En su programa electoral, el hoy presidente del Gobierno propuso cuatro reformas constitucionales: la sucesoria; la incorporaci¨®n a la Carta Magna del nombre oficial de las comunidades aut¨®nomas; la transformaci¨®n del Senado para convertirlo en C¨¢mara de representaci¨®n de las comunidades; y la adecuaci¨®n de la Constituci¨®n a la integraci¨®n europea. La de la sucesi¨®n, que habr¨¢ de modificar el art¨ªculo 57.1, reviste una cierta complejidad, porque afecta a la parte especialmente protegida de la Constituci¨®n. Ello obliga a aplicar el procedimiento reforzado de reforma (art¨ªculo 168), que implica su aprobaci¨®n con una mayor¨ªa de dos tercios de las c¨¢maras, convocar a elecciones, volver a aprobar el texto por la misma mayor¨ªa en las nuevas c¨¢maras, y ratificarlo en refer¨¦ndum. Lo cual exigir¨ªa el acuerdo necesario de PSOE y PP en la primera votaci¨®n y con toda probabilidad tambi¨¦n en las nuevas Cortes.
El resto de las reformas no requiere un procedimiento reforzado, por lo que en teor¨ªa podr¨ªan separarse de la cuesti¨®n sucesoria. Pero no est¨¢ claro que sea conveniente una consulta exclusivamente sobre una cuesti¨®n sucesoria que f¨¢cilmente podr¨ªa convertirse en un plebiscito sobre la Monarqu¨ªa. Lo propio es que el Gobierno agrupe todas las reformas, con la idea de hacer coincidir la obligatoria disoluci¨®n prevista en el procedimiento de reforma con el final de la legislatura. Pero para que el proceso prospere se requiere el acuerdo del PP, lo cual no puede darse por establecido, al menos sobre la reforma del Senado.
Ya se ve, por tanto, que el asunto requiere cierta destreza. A fin de a?o debe entregar el Consejo de Estado el informe que encarg¨® el Gobierno en marzo pasado sobre la mejor manera de abordar las reformas. Con independencia de la f¨®rmula, es preciso trabajar en favor del consenso necesario en cualquiera de los casos. La responsabilidad de lograrlo es compartida. Ayer el presidente del Gobierno, en su declaraci¨®n institucional con motivo del nacimiento de la infanta, hizo un elogio del papel desempe?ado por la Monarqu¨ªa como factor de "integraci¨®n pol¨ªtica, social y territorial". Por todo ello, tal vez la buena nueva, unida al acuerdo existente sobre la modificaci¨®n relativa a la sucesi¨®n, estimule el acercamiento respecto a las otras reformas, incluyendo las territoriales. Si ocurre, do?a Leonor habr¨¢ tra¨ªdo una oportunidad de reforzar la concordia nacional.
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