Apocalipsis urban¨ªstico
"Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo. Todas las fuerzas de la vieja Europa se han unido en santa cruzada para acosar a ese fantasma...", escrib¨ªa el venerable -cada quien tiene su santoral- Carlos Marx en su celebre Manifiesto. Ahora, mutatits mutandis, podr¨ªamos proclamar algo parecido, s¨®lo que referido al tsunami inmobiliario que arrolla al Pa¨ªs Valenciano, con la diferencia de que no se ven por parte alguna las fuerzas movilizadas para frenarlo o moderarlo, m¨¢s all¨¢ de la ret¨®rica habitual que nos remite a leyes en curso de elaboraci¨®n y que no parece que hayan servido m¨¢s que para consolidar derechos adquiridos y alentar la voracidad urbanizadora.
Una observaci¨®n, esta, que no puede sorprender a quienes contemplen con m¨¢s o menos estupor la ins¨®lita expansi¨®n y audacia del gremio promotor de vivienda en connivencia o compincheo con los gestores pol¨ªticos. No con todos estos, que la mayor¨ªa son honrados, pero s¨ª al amparo de lo que es mucho peor que la venalidad de los pol¨ªticos: el desconcierto y la impotencia de los mismos para ponerle barreras al campo, al menos al campo formalmente salvaguardado como paraje protegido o merecedor de protecci¨®n. Ya sea por su inepcia, codicia y siempre por la presi¨®n urbanizadora, el fantasma de la especulaci¨®n no se para en barras.
Lo estamos viendo en el proyectado arrasamiento de l'Horta Nord de Valencia que convertir¨¢ huertas feraces y pejugales hist¨®ricos en solar edificable hasta el barranco del Carraixet. M¨¢s de un mill¨®n de metros. Algunos propietarios se resisten todav¨ªa y apelan a sus derechos seculares como a los medioambientales. Pero los apocal¨ªpticos, los nuevos se?ores de la tierra, los Ballester, Soler, Onofre Miguel, Armi?ana, Ba?uelos y etc¨¦tera, constituyen una fuerza silente y acorazada que ya ha puesto su ojo -y algo m¨¢s- en ese espacio demasiado valioso, deben de pensar ellos y el alcalde de Alboraia, para aflorar chufa y verduras.
Y otro tanto (pero con m¨¢s recato) est¨¢ aconteciendo en el entorno de L'Albufera, concretamente entre las golas del Pujol y Perell¨®, unos 400.000 metros cuadrados de oro en pa?o ocupados por peque?as explotaciones que discreta e imparablemente van dejando de ser cultivadas porque sus nuevos titulares, que han pagado un ri?¨®n por ellas, no tienen afici¨®n a los usos agrarios, ni son esos los aprovechamientos esperados. Y rapaces que son, esperar¨¢n pacientemente a que la presa (los terrenos de marjal), que ya est¨¢ herida, obtenga luz verde para una urbanizaci¨®n de baja (por ahora) intensidad. ?Con o sin viviendas de protecci¨®n oficial? Un nuevo recorte, pues, en este paraje de la postal lacustre, cuya conservaci¨®n, todo sea dicho, incumbe al Ayuntamiento de Valencia.
Y para redondear este apunte apocal¨ªptico viene al pelo anotar la "ciudad ideal" de Soci¨®polis, que se engullir¨¢ 350.000 metros del barrio de La Torre de la capital. Un modelo urbano que ha tenido una excelente acogida en medios profesionales nacionales e internacionales de la arquitectura y que acoger¨¢ m¨¢s de 2.000 VPO. Pero nos preguntamos nosotros, todo y celebrando el ¨¦xito de nuestros urbanistas: ?y no ha sido posible dedicar una miaja de ese talento a recuperar Ciutat Vella de Valencia (?ser¨¢ por solares?) u otros espacios hist¨®ricos del pa¨ªs? Cruel fatalidad la de estar abocados a la especulaci¨®n y/o al despilfarro del territorio m¨¢s valioso.
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