El Quijote como juego
Ya s¨¦ que hablar de El Quijote a estas alturas del a?o puede resultar redundante y cansino, pero quedan menos dos meses para que expire el cuarto centenario de su primera edici¨®n y no me resisto a soltar alguna prenda sobre el asunto y su autor.
Debemos reconocer que Cervantes fue un tipo desafortunado. A una infancia revuelta, una juventud n¨®mada, de aqu¨ª para all¨¢, y una vida, en fin, cargada de frustraciones, castigos, batallas, oficios innobles y presidios, cabe a?adir la minusval¨ªa de su brazo izquierdo y ese escaso reconocimiento literario que le releg¨® al saco de la mediocridad, al puesto de escritor de segunda fila ninguneado por la fama. Pero hete aqu¨ª que en un momento dado, fecundo como pocos, don Miguel tuvo la ocurrencia y el acierto de escribir una obra sin argumento alguno, sin tramado novelesco, sin asunto, sin el menor suspense; una obra incalificable en su ¨¦poca que, pese a todos los augurios, iba a ser considerada la primera novela de la historia, el canon de ese g¨¦nero que no tardar¨ªa en propagarse por Europa bajo la embaucadora influencia de Cervantes. Y es que el ¨¦xito que alcanz¨® la locura de Alonso Quijano nada m¨¢s salir de la imprenta se asienta poderosamente en una raz¨®n de peso: El Quijote no est¨¢ escrito con la imaginaci¨®n sino con la memoria, con la experiencia, con la profunda y serena sabidur¨ªa de un hombre golpeado por la vida que, sin resentimientos ni amarguras, concibe su relato como un juego, un juego en el que todo cabe, incluso la aventura de un paranoico enloquecido por los libros que entrega su vida a un ideal sublime y se estrella contra la realidad porque los dem¨¢s no cumplen, precisamente, las reglas del juego.
La acci¨®n de El Quijote se libra en el transcurso de un mismo a?o. La primera parte vio la luz en 1605, sin embargo, los hechos que se narran en la obra ocurrieron nueve a?os m¨¢s tarde, entre la primavera y el verano de 1614. Otro malabarismo de Cervantes que me reservo comentar en pr¨®ximas columnas, antes, por supuesto, de que prescriba el centenario y el juego se termine.
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