Guerra de valores en Colorado

Pocas personas pueden dar testimonio del rumbo que han tomado las cosas en Estados Unidos mejor que Mary Lou Makepeace.

Mary Lou Makepeace, votante republicana de siempre, ha pasado de ser la primera mujer alcalde de la ciudad de Colorado Springs -cargo que ocup¨® hasta 2003 al frente de una coalici¨®n de amplio espectro pol¨ªtico y social- a presidir un fondo para la defensa de los derechos de gays y lesbianas y denunciar el clima de intolerancia que, a su juicio, se est¨¢ apoderando de la sociedad norteamericana. Su misi¨®n se antoja heroica en una ciudad que pasa por ser la m¨¢s conservadora del pa¨ªs.

Aproximadamente un tercio de los 400.000 habitantes de Colorado Springs son militares en activo o retirados. All¨ª est¨¢ la sede de la academia de la Fuerza A¨¦rea de Estados Unidos y de otras cuatro bases militares de las que parten muchos de los soldados que combaten en Irak. M¨¢s del 70% de la poblaci¨®n es blanca, que reparte su tiempo entre una amplia oferta de vida rural, m¨²ltiples actividades de beneficencia social y, sobre todo, una gran proliferaci¨®n de organizaciones religiosas. Todas esas organizaciones creadas en torno a Dios son majestuosas y est¨¢n dotadas de edificios majestuosos, casi inquietantes para la mirada de un europeo agn¨®stico. Pero ninguna lo es tanto como Focus on the Family, que es hoy uno de los principales instrumentos del activismo de la derecha cristiana en todo el pa¨ªs.

"A veces tengo la sensaci¨®n de que algo muy profundo est¨¢ cambiando en este pa¨ªs"-Mary Lou Makepeace

Focus on the Family es hoy una gran f¨¢brica de ideolog¨ªa conservadora con m¨¢s de 2.000 empleados

Hay que conocer Colorado Springs para comprender la victoria de Bush

Un 43% acude a la iglesia al menos una vez por semana

Nada importa m¨¢s que luchar por los valores

El enemigo a combatir por los liberales son los bonos escolares

"Defiendo a mi pa¨ªs aunque la causa sea la equivocada"

Hablaremos de Focus on the Family m¨¢s adelante. Pero antes conviene insistir en que la sorpresa de los ojos europeos en Colorado Springs no se limita a la contemplaci¨®n de centros de oraci¨®n del tama?o de centros comerciales; estamos en un lugar en el que proliferan los adhesivos de esl¨®ganes antifranceses en los guardabarros de los enormes pick-ups, en el que las banderas americanas adornan casi cada vivienda, un lugar en el que, de forma sencilla pero firme tanta y tanta gente defiende a su pa¨ªs, su modo de vida y, sometidos a la presi¨®n de un periodista extranjero, hasta a su presidente y, con m¨¢s o menos matices, su guerra en Irak. Estamos, en definitiva, en un lugar al que, de forma un tanto despectiva, los europeos se refieren como la Am¨¦rica profunda, pero sin el cual es imposible entender la complejidad de lo que los norteamericanos llaman simplemente Am¨¦rica. "Las cosas gustar¨¢n m¨¢s o gustar¨¢n menos, pero no hubi¨¦ramos sido el gran pa¨ªs que somos sin esfuerzos como los que ahora nos toca hacer en Irak", afirma, entre el murmullo del programa matinal de la cadena Fox, Kevin, el propietario de una tienda de coches. Fox, la televisi¨®n ultraconservadora de la que es propietario Rupert Murdoch, no s¨®lo es la de m¨¢s audiencia en Colorado Springs sino la m¨¢s vista tambi¨¦n en todo EE UU, por encima de las tradicionales CBS, NBC y ABC. La aparici¨®n de los llamados Fox people, como Kevin, es una de las grandes novedades de la ¨²ltima d¨¦cada.

Tanto Kevin como Mary Lou Makepeace dicen haberse encontrado en los ¨²ltimos meses con varios periodistas europeos, atra¨ªdos por esta ciudad-s¨ªmbolo del conservadurismo con el prop¨®sito de intentar conocer algo m¨¢s sobre la derecha americana, sobre el modelo americano y sus profundas diferencias con lo que llamamos modelo social europeo. Ese mismo inter¨¦s atrajo recientemente a Colorado Springs a John Micklethwait y Adrian Wooldridge, autores del libro The Right Nation, tratando de entender las razones por las que George Bush hab¨ªa ganado las elecciones de noviembre de 2004. Desde all¨ª, los dos autores explicaron la excepcionalidad del conservadurismo norteamericano, su enorme gancho entre la poblaci¨®n con causas como la reducci¨®n de impuestos, la marginaci¨®n del Estado, la lucha contra el aborto, los valores familiares y el robustecimiento de la fuerza militar. Pero tambi¨¦n comprobaron el estado permanente de confrontaci¨®n entre esas ideas, en alza, y una tradici¨®n liberal (digamos de izquierda, en el sentido que se da a la palabra liberal en EE UU) que resiste con energ¨ªa, aunque m¨¢s desorganizada y desorientada. Y Micklethwait y Wooldridge describieron, sobre todo, la visi¨®n estereotipada y falsa que la mayor¨ªa de los europeos tienen hoy de EE UU.

"Una de las razones por las que Michael Moore es una figura de gran autoridad en Europa, por las que sus libros han llegado a las listas de los m¨¢s vendidos y su pel¨ªcula Fahrenheit 9/11 obtuvo la Palma de Oro del Festival de Cannes", opinan, "es porque los europeos ¨²nicamente conocen la versi¨®n liberal de la Am¨¦rica costera. S¨®lo uno de cada cincuenta visitantes extranjeros conoce el Estado de Ohio, dos terceras partes de los europeos que viajan a EE UU s¨®lo conocen California, Nueva York y Florida. Pr¨¢cticamente no hay un solo consulado europeo en los Estados del interior. La victoria de Bush demostr¨® lo absurdo de la estrecha visi¨®n de Moore".

Hay que conocer Colorado Springs para comprender que la victoria de Bush, por siete millones y medio de votos, m¨¢s que ning¨²n otro candidato en la historia del pa¨ªs, es, seg¨²n Micklethwait y Wooldridge, la prueba de que una naci¨®n de derechas, orgullosa, la mayor de las veces bienintencionada, libre de algunos de los estereotipos que se le atribuyen desde Europa, pero intransigente como todos los fanatismos, est¨¢ en ascenso en Estados Unidos frente a una izquierda m¨¢s carente de convicci¨®n que de recursos. De hecho, muchos de los tradicionales pilares de la izquierda -las grandes universidades, los grandes medios de comunicaci¨®n, Hollywood...- siguen ah¨ª. Lo que parece fallar es la conexi¨®n con las demandas populares.

Meses despu¨¦s de la victoria de Bush, conocido ya el camino hacia el fracaso en Irak, tras la crisis por la negligente actuaci¨®n del Gobierno tras el hurac¨¢n Katrina y en medio del esc¨¢ndalo del caso Plane, hemos querido tambi¨¦n empezar en Colorado Springs a calibrar si la fuerza de esa naci¨®n de derechas se reduc¨ªa, si hab¨ªan asomado dudas entre algunos de los votantes republicanos, si algo est¨¢ cambiando estos d¨ªas en EE UU.

En Colorado Springs, la verdad es que no mucho. Cuando Mary Lou Makepeace fue alcaldesa gobern¨® al frente de una plataforma de diferentes grupos comunitarios entre los que hab¨ªa tantos dem¨®cratas como republicanos. Ella era el resultado de muchos a?os en los que en ciudades como Colorado Springs la adscripci¨®n a un determinado partido no condicionaba la actividad pol¨ªtica de los ciudadanos m¨¢s all¨¢ de su voto en las elecciones presidenciales. El final de la alcald¨ªa de Makepeace coincidi¨® ya con un periodo distinto en que las pasiones crec¨ªan y las divisiones se agudizaban. Un 66% de los norteamericanos, seg¨²n encuestas del Centro de Investigaci¨®n Pew, cree que el pa¨ªs est¨¢ m¨¢s enfrentado pol¨ªticamente que nunca.

"Hoy no podr¨ªa volver a ser alcalde", sentencia Makepeace. "Mi partido est¨¢ controlado por los extremistas y por la derecha cristiana. Los dem¨®cratas s¨®lo repiten viejas ideas y cada d¨ªa se alejan m¨¢s de la gente. A veces tengo la sensaci¨®n de que algo muy profundo est¨¢ cambiando en este pa¨ªs". El alcalde actual de Colorado Springs es Lionel Rivera, un hispano que lleg¨® a la ciudad como capit¨¢n del Ej¨¦rcito, muy religioso, favorecido de ni?o por la caridad de una organizaci¨®n humanitaria de Colorado, Big Brothers Big Sisters, a la que desde entonces dedica sus mayores esfuerzos.

Big Brothers Big Sisters es s¨®lo una m¨¢s de las aproximadamente cien iglesias y organizaciones de inspiraci¨®n religiosa que dominan la escena social en Colorado Springs. Muchas, como la propia BBBS, con indudable contribuci¨®n al bienestar colectivo, otras, como Focus on the Family, como faro moral e instrumento de presi¨®n pol¨ªtica. Focus on the Family es hoy una gran f¨¢brica de ideolog¨ªa en la que trabajan cerca de 2.000 personas, que cuenta con un presupuesto superior a los mil millones de d¨®lares y a la que no se puede olvidar de visitar cualquier candidato republicano con aspiraciones a la Casa Blanca. Los sermones radiotelevisados del presidente de Focus on the Family, James Dobson, son seguidos cada semana por ocho millones de norteamericanos, y su valoraci¨®n es decisiva a la hora de mover la balanza en Washington en grandes asuntos de Estado. La posici¨®n de Dobson no es ajena al hecho de que Harriet Myers, propuesta por Bush para el Tribunal Supremo, renunciara al puesto despu¨¦s de generar dudas sobre su posici¨®n sobre el aborto y fuera sustituida por un candidato m¨¢s conservador.

Ni Dobson ni ninguno de sus m¨¢s estrechos colaboradores quieren hablar sobre estos temas con un periodista, pero uno de ellos afirma en privado que el ¨¦xito de Focus on the Family obedece al hecho de que ha sabido apelar a los valores esenciales de la sociedad, los del cuidado de la familia, la oraci¨®n y el trabajo, y que no hay que atribuirlo a ning¨²n tipo de operaci¨®n pol¨ªtica.

Un 43% de los norteamericanos acude a su iglesia una vez por semana o m¨¢s, seg¨²n un estudio de comportamientos religiosos elaborado el a?o pasado por la Universidad de Akron, en Ohio. Un 72% de la poblaci¨®n quiere que el presidente de EE UU tenga fuertes convicciones religiosas, de acuerdo a un sondeo del centro Pew, tambi¨¦n de 2004. Un 74% declara que la religi¨®n ocupa un papel importante en su vida y un 51% cree que es preciso creer en Dios para tener moral y valores positivos. Se pueden citar decenas de otras encuestas que demuestran c¨®mo la religi¨®n ha ido ganando aprecio entre los votantes norteamericanos, tanto republicanos como dem¨®cratas (un 42% de los ¨²ltimos votantes dem¨®cratas manifestaba una posici¨®n favorable hacia la religi¨®n, un 36% se manifestaba neutral y s¨®lo un 12% se expresaba en contra, seg¨²n el estudio de Pew), para comprender hasta qu¨¦ punto la fe en Dios es una caracter¨ªstica esencial, no nueva pero s¨ª en alza, que define el conservadurismo norteamericano y hace a EE UU tan diferente de Europa.

No es que este avance conservador no encuentre resistencia, que s¨ª que la encuentra en numerosas publicaciones y grupos ciudadanos, sino que, despu¨¦s de d¨¦cadas de liberalismo en los h¨¢bitos culturales y sexuales, el conservadurismo religioso cuenta ahora con el viento a favor de lo que podr¨ªamos llamar la era de los valores, en la que nada parece importar tanto como la defensa de los principios morales, entendidos ¨¦stos por como los entienda cada cual.

Volvamos a Colorado Springs para comprobarlo. A pocos metros del Ayuntamiento y los principales edificios p¨²blicos, en un desangelado downtown, se encuentra la modesta oficina de Ellie Collinson, directora ejecutiva de Citizens Project, uno de los muchos grupos c¨ªvicos (el dinamismo de EE UU en ese terreno es impresionante) de la ciudad, ¨¦ste dedicado a la promoci¨®n de "la igualdad, la democracia, la libertad y la diversidad", valores que, seg¨²n Collinson, se est¨¢n perdiendo por culpa de la presi¨®n de los ultraconservadores.

"Tenemos la obligaci¨®n de estar muy preocupados, la amenaza contra los valores tradicionales de la sociedad americana es m¨¢s cierta que nunca, actuando de forma conjunta el integrismo religioso y los intereses de las grandes corporaciones", opina Collinson. El principal campo de batalla de Citizens Project, all¨ª donde la amenaza del conservadurismo fan¨¢tico es mayor, seg¨²n las fuerzas liberales, es la escuela, el verdadero melting pot americano. Y el enemigo a combatir por Collinson y los suyos son los bonos escolares, el dinero que el Estado entrega como ayuda a las escuelas privadas.

Focus on the Family y otras organizaciones religiosas han presionado de forma prioritaria a favor de estos bonos y consiguieron que el gobernador de Colorado firmase el a?o pasado una ley que otorga a las escuelas religiosas una ayuda de 4.500 d¨®lares por alumno y a?o para pagar su educaci¨®n. El Tribunal Supremo de Colorado se pronunci¨® el pasado junio en contra de la ley, por considerarla inconstitucional, e impidi¨® su entrada en vigor. M¨¢s temprano que tarde esta batalla acabar¨¢, precisamente, ante el Tribunal Supremo de Estados Unidos, sobre cuyos nominados tanta presi¨®n ejerce Focus on the Family.

La guerra por los valores parece dominar por completo el discurso conservador y de esta Administraci¨®n. Y, de alguna manera, es el mensaje de la moral y los valores -el del patriotismo, en una de sus versiones- el ¨²nico que da cierto ox¨ªgeno a Bush para hacer frente al desastre cotidiano en Irak.

La portada del Colorado Springs Gazzette reproduce un d¨ªa de finales de septiembre la fotograf¨ªa de dos soldados muertos en Irak, dos j¨®venes de un cuartel local que se suman a la lista de m¨¢s de 2.000 que han perdido ya la vida en aquella guerra. Esa misma tarde, tras un acto de homenaje en una iglesia de la ciudad, un grupo de compa?eros y amigos se retira en silencio. Un oficial que responde al nombre de Ron y presta servicio en el cuartel Fort Carson explica lo que, a su juicio, representan esas muertes: "Nada m¨¢s que el cumplimiento del deber. Sabemos por qu¨¦ estamos all¨ª, sabemos que protegemos a Am¨¦rica luchando all¨ª y vamos a hacer cualquier cosa que este pa¨ªs nos pida". En la calle, las pegatinas con la leyenda Support our troops est¨¢n por todas las esquinas. Una investigaci¨®n reciente de Pew muestra que la segunda raz¨®n que mencionan los norteamericanos para justificar su acci¨®n pol¨ªtica es: "Debemos estar dispuestos a luchar por nuestro pa¨ªs, no importa si la causa es acertada o equivocada". Entre los votantes del Partido Republicano esa causa es mencionada por un 66%, mientras que un 33% de los dem¨®cratas dice respaldar esa afirmaci¨®n.

El columnista de The Washington Post Sebasti¨¢n Mallaby asegura que si el fracaso en Irak no ha tenido ya efectos explosivos en la pol¨ªtica interna norteamericana es porque "mucha gente sigue viendo el 11-S en el trasfondo" y sigue viendo la necesidad de defender los amenazados valores americanos. Mallaby menciona tambi¨¦n el hecho de que, a diferencia de Vietnam, cuando reg¨ªa el servicio militar obligatorio, en Irak est¨¢ combatiendo un ej¨¦rcito profesional.Una tras otra de las personas a las que se pregunta confiesan que las muertes en Irak no asustan a los ciudadanos norteamericanos. Si Bush est¨¢ contra las cuerdas no es porque la lista de bajas crezca d¨ªa a d¨ªa sino por la escasez de resultados. El problema no es el sacrificio que tenga que hacer este pueblo acostumbrado a combatir y generoso para defender sus principios. El problema es que este pa¨ªs, cuya entrega s¨®lo encuentra el freno de su pragmatismo, quiere tambi¨¦n ver progresos. No se duda tanto de la conveniencia de combatir como de la forma en que se est¨¢ haciendo. En las circunstancias apropiadas y por la causa adecuada, la capacidad de sacrificio parece ser ilimitada. Todo eso se ve agudizado ahora. Como dice Ellie Collison, "hemos llegado a un punto en el que lo que decide el futuro no es la guerra ni la econom¨ªa..., esto se ha convertido esencialmente en una batalla por los valores".

Ante la versi¨®n m¨¢s cavern¨ªcola de valores conservadores (como la duda de la teor¨ªa de la evoluci¨®n o la educaci¨®n de los ni?os exclusivamente en el seno familiar), la izquierda trata de recuperar los viejos valores americanos de libertad y tolerancia. Dos profesores dem¨®cratas, Elaine Kamarck, de la Universidad de Harvard, y Bill Galston, de la Universidad de Maryland, han advertido a su partido en un trabajo de 64 p¨¢ginas titulado Las pol¨ªticas de polarizaci¨®n que la ret¨®rica anti Bush no va a ser suficiente para ganar las elecciones, que ¨¦stas habr¨¢ que disputarlas en el terreno de los valores y que los dem¨®cratas las perder¨¢n si no conectan con algunos valores de los votantes "como la integridad personal, la solidaridad familiar y el trabajo social".

El debate est¨¢ hoy m¨¢s presente que nunca en la sociedad norteamericana y la derecha conservadora lo afronta con clara ventaja. El otro frente de la batalla ideol¨®gica es el del papel del Estado.