La m¨²sica pura de David del Puerto
Gonzalo de Olavide, que muri¨® el viernes, hablaba con pasi¨®n de los compositores espa?oles m¨¢s j¨®venes que hab¨ªan tomado el relevo de sus maestros para formar una generaci¨®n excepcional. Seguro, por eso, que le hubiera alegrado la concesi¨®n, ayer, del Premio Nacional de M¨²sica a David del Puerto (Madrid, 1964). El hecho de que la decisi¨®n de un jurado que cambia cada a?o recaiga con algo de implacable sobre ellos significa, desde luego, que les va tocando, pero tambi¨¦n que, por fortuna, no han de esperar a hacerse viejos o a que alguien se acuerde de reparar un olvido ganado sin saber c¨®mo. S¨®lo as¨ª los premios de esta clase sirven para eso tan importante que es animar una obra en progreso. Y a ver si de una vez le suena al com¨²n de los mortales eso de que la m¨²sica espa?ola est¨¢ muy bien, quiz¨¢ hoy mejor que cualquier otra manifestaci¨®n art¨ªstica, de la literatura o el cine a la pintura.
Con David del Puerto, el jurado del Premio Nacional acierta de pleno, y no s¨®lo en el nombre del galardonado, sino en lo que su circunstancia significa, en lo que tiene de s¨ªntoma tambi¨¦n. Consolida a¨²n m¨¢s esa l¨ªnea que en la m¨²sica espa?ola de hoy procede del magisterio de Francisco Guerrero, una figura que lo envolv¨ªa todo pero de la que, como ocurre siempre con la sombra del genio, conven¨ªa tambi¨¦n soltarse a tiempo, aunque fuera con dolor, para comprobar si el ala era capaz de mantener el vuelo. Luego, en el caso de Del Puerto, vendr¨ªa la formaci¨®n definitiva y sistem¨¢tica al lado de Luis de Pablo, que le ayudar¨ªa a ir encontrando un camino menos extremado y a alcanzar la progresiva capacidad para escribir en cualquier g¨¦nero, unos antes, otros m¨¢s tard¨ªos, pero todos -la m¨²sica de c¨¢mara, la vocal, la orquesta, el piano- necesarios en la formaci¨®n de un creador que debe dominar su materia si quiere manifestar lo que quiere.
En ese equilibrio entre ser y decir est¨¢ hoy, me parece, lo que hace tan atractiva la m¨²sica de David del Puerto. ?l mismo ha se?alado alguna vez el derecho a utilizar el t¨¦rmino expresividad en un ¨¢mbito tan maleado a esos efectos como el contempor¨¢neo, en el que la manifestaci¨®n de las emociones se ha tomado tantas veces por un s¨ªntoma de debilidad. David del Puerto comprende la diferente expresi¨®n, dirigida al mismo objetivo, de Messiaen o de Sch?nberg, y admira a Schumann porque ha sido "una cima de la m¨²sica m¨¢s pura". Hay una obra muy reciente del madrile?o, su Primera Sinfon¨ªa -la Segunda se estrenar¨¢ el a?o que viene-, que explica muy bien esa pureza, que parece decir, gozosa y plena: ¨¦ste soy yo. M¨²sica pura, qu¨¦ gusto. M¨²sica feliz, ?por qu¨¦ no?
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