Francia perdona a Anelka
El delantero vuelve a la selecci¨®n tres a?os despu¨¦s de negarse a ser convocado
Nicolas Anelka, jugador del Fenerba?e turco, es un tipo t¨ªmido. Introvertido. Y siempre se ha sentido incomprendido. Como los genios. No le entend¨ªan los aficionados del Madrid, que le silbaban porque hab¨ªa costado m¨¢s de 5.000 millones de pesetas en 1999 y no marcaba goles. No le comprend¨ªan sus compa?eros, incapaces de interpretar su aire taciturno en m¨¢s de ocho equipos distintos. Tampoco le entend¨ªan sus entrenadores. De Luis Fern¨¢ndez, que le dirig¨ªa en el PSG franc¨¦s, dec¨ªa que era "un hombre poco inteligente". De Vicente del Bosque, su entrenador en el Madrid, que le pon¨ªa de extremo derecho "y as¨ª no tocaba ni un bal¨®n". Y de Jacques Santini, el seleccionador franc¨¦s, que era un "desconfiado" por haberle convocado a ¨²ltima hora para que cubriera la baja por lesi¨®n de su compa?ero Govou. "Puedo dar mucho a mi selecci¨®n, pero no quiero ser convocado cuando no hay m¨¢s remedio, como sustituto del sustituto del sustituto", dijo entonces. Ten¨ªa 23 a?os. Corr¨ªa noviembre de 2002. Acababa de renunciar a la selecci¨®n. M¨¢s de tres a?os despu¨¦s, ya con 27 y fama de eterna promesa, ha terminado su castigo: Anelka jug¨® ayer con Francia y marc¨® el primer gol en su triunfo, 3-2, ante Costa Rica, en Martinica.
"Obviamente para m¨ª es un honor", dijo el delantero cuando supo que le hab¨ªan vuelto a convocar. "Estoy muy contento de volver despu¨¦s de tanto tiempo". Nadie lo esperaba. Y menos ¨¦l. "Hace mucho tiempo que no necesito del equipo de Francia para sentirme bien", le cont¨® a L'Equipe cuando ya hab¨ªa pasado por todas las etapas de su discusi¨®n con Santini. Primero, Anelka avis¨®: "Santini se tendr¨¢ que poner de rodillas si quiere que vuelva". Luego, se arrepinti¨®: "Entiendo que mis palabras le dolieran", dijo. "Pero nunca le he cerrado las puertas a Francia. Cuando creces, aprendes de tus errores". Frustrado, dolido al descubrir que ya no hab¨ªa marcha atr¨¢s, que no volver¨ªa a jugar con Francia, Anelka pas¨® al ataque: "Las razones por las que no juego no son futbol¨ªsticas. Me han puesto muchas piedras en el camino por mi car¨¢cter", argument¨®.
Inseguro y dependiente de sus dos hermanos, Anelka, campe¨®n de Europa con Francia en 2000, no encontr¨® respiro en el cambio de seleccionador. Lleg¨® Raymond Domenech. No le convoc¨®. Y el delantero busc¨® la raz¨®n en una conspiraci¨®n: "Tiene su equipo y sus jugadores. Desde el principio maneja una lista negra", explic¨® el jugador.
"Nunca he dicho que tuviera una lista negra", le rebati¨® el seleccionador. "Nunca he dicho que hay jugadores a los que nunca llamar¨ªa. Llamo a Anelka porque me interesa su velocidad, la profundidad de su juego, su complementariedad con el resto de atacantes del equipo y su facilidad para mantener el bal¨®n".
Nada m¨¢s y nada menos. Fuerza. Velocidad. Desborde. El Madrid, el Arsenal, el Liverpool, todos los grandes clubes europeos, vieron en Anelka las virtudes de los delanteros que marcan ¨¦poca. La promesa de un jugador diferente. Cegados por el envoltorio, no quisieron mirar el contenido. No supieron ver que Anelka era un chico de los barrios bajos parisinos, un hijo de inmigrantes de Martinica, un inadaptado. Un chico problem¨¢tico. El mismo que paseaba por Madrid con la pernera derecha del pantal¨®n levantada, aires de rapero y los cascos del discman siempre pegados a las orejas. El mismo que escuchaba incansablemente a Notorius Big o Tupac, los gansters asesinados de la m¨²sica gangsta estadounidense. El mismo jugador mudo que no se hablaba con nadie y que hu¨ªa de la prensa porque no le comprend¨ªa."Dicen que nunca r¨ªo, que jam¨¢s muestro sentimientos. Es falso", se quejaba. "No me gusta mostrar mis emociones. ?Qu¨¦ hay de malo en ello?".
Anelka, la eterna promesa, un conflicto con zamarra de futbolista, ha vuelto a la selecci¨®n. El s¨¢bado, pese a los disturbios que asolan Francia, los bleus juegan contra Alemania en Saint Denis, en la periferia parisiense, zona de inmigrantes en la que comenz¨® la revuelta que azota al pa¨ªs. Y precisamente en Saint Denis, el incomprendido Anelka vuelve a casa.

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