?D¨®nde est¨¢ Bl¨¢zquez?
El prelado de Bilbao, sucesor del cardenal Rouco en marzo pasado como l¨ªder de los obispos, no ha logrado hacerse con el poder
La elecci¨®n de Ricardo Bl¨¢zquez, obispo de Bilbao, como presidente de la Conferencia Episcopal Espa?ola (CEE) en marzo pasado caus¨® tanta sorpresa como la derrota del cardenal de Madrid, Antonio Mar¨ªa Rouco, aspirante a repetir un tercer mandato en ese cargo. Lo dijo Bl¨¢zquez minutos despu¨¦s de la votaci¨®n en una asamblea en la que estaban presentes 77 prelados. "Ha sido una sorpresa enorme lo que se ha decidido esta ma?ana. Yo no lo he buscado". En la breve historia de la CEE, creada por el Concilio Vaticano II en 1965, era la primera vez que un simple obispo se aupaba a esa jerarqu¨ªa; hasta Bl¨¢zquez, los presidentes o fueron cardenales -Bueno Monreal, Enrique y Taranc¨®n, ?ngel Suqu¨ªa, el propio Rouco-, o hab¨ªan sido ya distinguidos por Roma con el mando en una archidi¨®cesis importante: los arzobispos Casimiro Morcillo, Gabino D¨ªaz Merch¨¢n y El¨ªas Yanes.
"?De verdad alguien puede probar que la Iglesia est¨¢ perseguida?", dice una revista cristiana
Lo cierto es que la noticia de la elecci¨®n de Bl¨¢zquez fue recibida con regocijo o desencanto seg¨²n en qu¨¦ sectores eclesi¨¢sticos o pol¨ªticos, apresurados en sus conclusiones. Con Rouco se cre¨ªan vencidos los halcones del catolicismo espa?ol -dogm¨¢tico, patriarcal, intervencionista, nacionalcat¨®lico-, mientras que en Bl¨¢zquez se reivindicaban las palomas, a?orantes de una iglesia paciente, fraterna, centrada, laica y democr¨¢tica.
La primera consecuencia de la elecci¨®n de Bl¨¢zquez fue el clima de distensi¨®n entre el Gobierno y la Conferencia Episcopal, cuyos presidentes respectivos se reunieron pronto en el palacio de la Moncloa para anunciar que en ese momento (5 de abril pasado) comenzaba "una etapa de di¨¢logo fluido y constructivo" con el fin de lograr "futuros entendimientos".
Nueve meses m¨¢s tarde casi nadie avala aquellos anuncios de distensi¨®n y el Gobierno se ve obligado a ir a Roma para explicar bien lo que est¨¢ ocurriendo. Las conversaciones entre el Estado y la Iglesia cat¨®lica nacional est¨¢n suspendidas desde hace meses, al menos oficialmente, y los espa?oles han visto por primera vez desde la muerte del dictador Franco -20 de noviembre de 1975- a una veintena de obispos manifest¨¢ndose por las calles de Madrid, encabezados el d¨ªa 18 de julio pasado por el cardenal Rouco, contra el Gobierno de turno, en este caso socialista. Entonces fue para protestar contra la legalizaci¨®n del matrimonio entre personas del mismo sexo; ma?ana lo ser¨¢ contra una reforma que, seg¨²n los prelados, ataca los intereses educativos del catolicismo y expulsa de las escuelas la ense?anza de la religi¨®n. Esta ¨²ltima afirmaci¨®n, desmentida rotundamente por la realidad, es la que m¨¢s irrita al Gobierno.
?D¨®nde est¨¢ Bl¨¢zquez en este panorama de p¨²blico combate? ?D¨®nde su capacidad de di¨¢logo, sobradamente demostrada como obispo de Bilbao? ?Por qu¨¦ el Gobierno viaja a Roma para entrevistarse con los dirigentes m¨¢ximos de la Iglesia cat¨®lica, dejando a un lado, de momento, a la jerarqu¨ªa de esa religi¨®n en Espa?a?
La tesis predominante es que quien sigue mandando en el catolicismo espa?ol es el cardenal Rouco, y que Bl¨¢zquez no ha logrado hacerse escuchar en su idea de que hab¨ªa que rebajar el tono y el alcance de los conflictos. Pocas cosas incomodan m¨¢s en Espa?a como el ruido de sotanas o una soflama anticlerical. La historia ilustra sobradamente sobre las consecuencias que ambas actitudes acarrean cuando se manifiestan apasionadamente. Bl¨¢zquez actu¨® en consecuencia cuando lleg¨® a Bilbao como obispo y fue recibido con desprecio. A?os despu¨¦s, el inicial "ese tal Bl¨¢zquez" -as¨ª se refiri¨® al prelado el PNV cuando conoci¨® su nombramiento por Roma- se convirti¨® en respeto, amistad y di¨¢logo. Fue esa gesti¨®n pacificadora la que le aup¨® al liderazgo episcopal, apoyado por los prelados que a?oraban el esp¨ªritu taranconiano (por el cardenal Taranc¨®n) que gui¨® a la Iglesia cat¨®lica durante su complicado abandono de un nacionalcatolicismo en el que los prelados eran procuradores en Cortes o consejeros del partido ¨²nico.
El obispo Bl¨¢zquez no acude a las manifestaciones contra el Gobierno socialista, ni tampoco los prelados m¨¢s veteranos, como el arzobispo de Pamplona y ex vicepresidente de la CEE, Fernando Sebasti¨¢n. Opinan con energ¨ªa sobre las leyes que no les gustan, pero lo hacen con prudencia y sin excluir una cierta autocr¨ªtica ante las carencias o defectos de la propia iglesia. Nunca han dicho sentirse perseguidos o en situaci¨®n martirial, como cree Rouco que viven los cat¨®licos en Espa?a. En eso coinciden con buena parte de sus fieles, que viven su religi¨®n sin molestia exterior alguna y comprueban c¨®mo sus hijos siguen asistiendo cada d¨ªa a las clases de religi¨®n, como en los ¨²ltimos 20 a?os.
"?De verdad, con el coraz¨®n en la mano y un an¨¢lisis m¨ªnimamente sereno de la realidad, alguien puede probar que la Iglesia espa?ola est¨¢ perseguida?", se pregunt¨® hace dos meses la revista cristiana 21RS (Reinado Social), de la Congregaci¨®n de los Sagrados Corazones. Tambi¨¦n se ha hecho esta semana la misma pregunta el colectivo de curas obreros. Antes de recordar "agradecidos, los tiempos de la transici¨®n, en que la mayor¨ªa de los cat¨®licos y buena parte de sus obispos colaboraron, de diversas maneras, en avanzar hacia delante, en lo que se llam¨® la Reconciliaci¨®n entre los espa?oles", los curas obreros preguntan a su jerarqu¨ªa por qu¨¦ "sigue alentando y bendiciendo la confrontaci¨®n, la agresividad y la violencia, en vez de ser constructores de paz".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.