La intensa vida de S¨¢ndor M¨¢rai
El escritor h¨²ngaro S¨¢ndor M¨¢rai (1900-1989) goza en la actualidad de gran ¨¦xito en Espa?a. Sus novelas El ¨²ltimo encuentro, La herencia de Eszter, Divorcio en Buda, El amante de Bolzano y La mujer justa, as¨ª como su autobiograf¨ªa Confesiones de un burgu¨¦s (todas en Salamandra), cautivan a un publico variado en virtud de algo que las caracteriza: la magia que s¨®lo tiene la "gran literatura". De estructuras similares -extensas conversaciones y largos mon¨®logos-, densas y cuajadas de pensamientos brillantes; teatrales, "psicol¨®gicas", de escasa acci¨®n y peripecia, y hasta de tono melodram¨¢tico y sentimental, las novelas de M¨¢rai son, con todo ello, absorbentes y dif¨ªciles de soltar una vez que nos sumergimos en sus p¨¢ginas y nos dejamos atrapar por sus meandros. Las palabras de sus personajes cautivan y seducen; tal como debieron de seducir las de su creador -as¨ª se atestigua- cuando hablaba en sociedad, pues sol¨ªan ser pausadas y bien meditadas, incisivas, l¨²cidas e insoslayables. Aun as¨ª, voces cr¨ªticas muy solventes opinan que en la mayor parte de estas celebradas novelas de M¨¢rai todo queda finalmente en fuego de artificio desvanecido en humo; no les falta raz¨®n, pero lo cierto es que el espect¨¢culo es hermoso y nunca banal. Por otra parte, siempre permanece el aura y el recuerdo de ese ambiente que recrean, aquel mundo europeo de los a?os de entreguerras, mezcla de cosmopolitismo y grandiosa decadencia burguesa que, como en los relatos de Stefan Zweig, pertenece a una ¨¦poca que hoy nos parece elegante y rom¨¢ntica, un para¨ªso con cierto olor a podrido ya perdido para siempre.
S?NDOR M?RAI
Ern? Zeltner
Traducci¨®n de Elisa Renau
Universitat de Val¨¨ncia / Universidad de Granada Valencia, 2005
212 p¨¢ginas. 28 euros
As¨ª que debido a la popula-
ridad de M¨¢rai en nuestro pa¨ªs, resulta muy oportuna la publicaci¨®n de esta breve biograf¨ªa ilustrada, elaborada por un reconocido especialista h¨²ngaro, editada con gusto y bien traducida. El autor se propone retratar a M¨¢rai como ser humano y repasar los diversos episodios y ¨¦pocas de su vida, siempre oscilante entre la dedicaci¨®n al arte y las imposiciones del destino, determinado por los avatares pol¨ªticos de la convulsa Europa del siglo XX. Pero si el lector obtiene una idea ciertamente clara de c¨®mo fue el hombre M¨¢rai, echar¨¢ de menos saber, aunque sea de manera somera, algo m¨¢s sobre su obra, los motivos concretos de la escritura de tal o cual novela o, al menos, una breve rese?a y una cronolog¨ªa de todas ellas.
En cuanto al retrato humano, M¨¢rai no fue un escritor aureolado por el "malditismo" ni tampoco un marginado social desconocido o un m¨¢rtir pol¨ªtico; al contrario, fue en general un se?or cabal y mesurado, consciente de su ascendencia burguesa y dedicado en cuerpo y alma a la tarea que le gustaba y que sab¨ªa desempe?ar a la perfecci¨®n: la literaria. En ella volcaba su habilidad y su mucha sabidur¨ªa, nacida de la atenta observaci¨®n de los sentimientos y las relaciones humanas. Desde muy joven -siempre fue mal estudiante por demasiado curioso y avispado- lo sedujeron la lectura y el periodismo. Su padre, un gran abogado de la ciudad h¨²ngara de Kaschau (hoy en Eslovaquia con el nombre de Kosice), le permiti¨® salir al extranjero en cuanto tuvo edad de estudiar. Hasta los 23 a?os, cuando se cas¨® con una mujer jud¨ªa y de acaudalada familia burguesa, "Lola", a la que am¨® intensamente y con la que convivi¨® hasta la muerte de ella, sesenta a?os despu¨¦s, M¨¢rai residi¨® en Budapest y en varias ciudades alemanas (su lengua materna era el h¨²ngaro, pero domin¨® desde peque?o el alem¨¢n), Leipzig, Weimar, M¨²nich y Berl¨ªn, que fueron sus escuelas de vida y sabidur¨ªa. All¨ª pas¨® unos a?os de aprendizaje bohemio, entre escritores y caf¨¦s de artistas, gan¨¢ndose el sustento con la escritura de art¨ªculos period¨ªsticos, cr¨®nicas, prosas breves y poemas. Unos a?os en Par¨ªs, durante la dictadura de Horthy, lo hicieron popular en Hungr¨ªa gracias a las cr¨®nicas que enviaba desde el extranjero. En los a?os treinta se estableci¨® en Budapest y, obsesionado por el trabajo, comenz¨® a producir novela y teatro, de modo que en los cuarenta gozaba ya de fama extraordinaria, casi comparable a la de Thomas Mann o Stefan Zweig. Cada nueva obra suya era un ¨¦xito de ventas, se traduc¨ªa a todos los idiomas cultos (incluso al castellano hubo traducciones tempranas que hoy son desconocidas). M¨¢rai disfrutaba de una vida acomodada, conduc¨ªa un autom¨®vil y viv¨ªa en una amplia y hermosa casa.
Cuando los nazis accedieron
al poder en Alemania, el escritor h¨²ngaro fue uno de los primeros en oponerse abiertamente a Hitler con contundentes art¨ªculos. Enseguida vio lo que se le ven¨ªa encima a Europa, por un lado, con Hitler y, por otro, con Stalin. Sin embargo, a ¨¦l la crueldad de la guerra no le tocar¨ªa de lleno hasta 1945. Despu¨¦s de la invasi¨®n alemana de Hungr¨ªa, frente a tantas atrocidades perpetradas por los invasores secundados por fascistas h¨²ngaros, M¨¢rai escribi¨® en su diario: "De hecho, los alemanes son magos. Han acertado a realizar el milagro de que cualquier ser humano decente espere honestamente y lleno de anhelo a los rusos, a los bolcheviques que llegan como libertadores". Estos "libertadores" no se metieron con ¨¦l de momento, dada su fama. Pero con la ocupaci¨®n sovi¨¦tica de Hungr¨ªa y con el establecimiento del r¨¦gimen comunista, la estrella de M¨¢rai comenz¨® a declinar. Tachado pronto de escritor "decadente y burgu¨¦s", aquel europeo individualista y cosmopolita, de ideales humanistas, jam¨¢s pudo plegarse a la uniformizaci¨®n colectivizada que aceptaban la mayor¨ªa de sus colegas, y en 1948 abandon¨® Hungr¨ªa definitivamente para instalarse en Italia.
El desmoronamiento pol¨ªtico y moral de su patria bajo el yugo comunista y la vida errante que llev¨® junto a su esposa durante las ¨²ltimas d¨¦cadas de su vida -terminaron instal¨¢ndose en Norteam¨¦rica, en Nueva York y, finalmente, en San Diego- contribuyeron al aislamiento de M¨¢rai. Continu¨® escribiendo diarios y alguna otra novela, y gracias a sus colaboraciones radiof¨®nicas con la emisora Radio Europa Libre su voz llegaba a menudo al otro lado del "tel¨®n de acero", pero la vejez y la p¨¦rdida paulatina de sus seres queridos minaron su esp¨ªritu hasta agotarlo por completo. Cambi¨® el r¨¦gimen en su pa¨ªs y M¨¢rai volvi¨® a ser reconocido, recibiendo ofertas para regresar a la patria, pero ya era tarde. Se dispar¨® un tiro en la cabeza en cuanto supo que ya s¨®lo podr¨ªa seguir viviendo ingresado en un hospital y dependiente del cuidado de otras personas. Poco despu¨¦s de su muerte ca¨ªa en 1989 el muro de Berl¨ªn.
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