Estilos
El estilo est¨¢ que arde. Como el mar. No me puse mi corbata de Herm¨¨s, ergo no pude estar en la foto de la madrile?a presentaci¨®n planetaria. No s¨¦ qu¨¦ pasa con la literatura, pero la vida literaria est¨¢ m¨¢s sublevada que una manifestaci¨®n convocada desde los p¨²lpitos de Rouco. Est¨¢ dolorida aunque luzca sonriente, cabreada aunque aparezca cari?osa. La vida literaria est¨¢ simuladora y besucona. Hemos comprobado que la millonaria representante de una cierta prosa espa?ola cuando besa es que besa de verdad. Adem¨¢s tiene su estilo, se sabe fina, guapa y rica. Est¨¢ lustrosa la prosa, se mueve como una ni?a bien del barrio de Salamanca, es dulce como una ensaimada mallorquina, sentimental como una versi¨®n romana de Cor¨ªn Tellado, pero m¨¢s refinada y de tapa dura.
As¨ª, con su mejor estilo de liberal moderna, con una blanca sonrisa de chica tragasapos, se present¨® en Madrid Maria de la Pau Janer. M¨¢s espa?ola que Rajoy, m¨¢s cuidada que Piquer, m¨¢s valiente que Baltasar Porcel. All¨ª estaba Janer, sonriente, sin enterarse de nada. Creyendo que la guerra era la pau, que la calor la nevada. El mar ard¨ªa y la fiesta no s¨®lo era elegante, sino que logr¨® ser extravagante. Como una celebraci¨®n de otro tiempo, como unos juegos florales que cambiaron las rosas por cardos. Umbral, delgado, elegante y en su mejor estilo de "c¨¦sar visionario", diagnostic¨® que la literatura est¨¢ entre la UVI y el tanatorio. Que la literatura muere con la muerte del estilo. Y que su novela no ten¨ªa estilo. Ella entendi¨® que la falta de estilo estaba en los otros. Pues nada, cada uno a su estilo, ella sabr¨¢, ella vender¨¢, ella planetear¨¢. ?Y los editores? Tambi¨¦n a su estilo, tan contentos, entre fotos populares, famosos elegantes y pol¨ªticos apocal¨ªpticos. Leo en la novela de Marzal: "Considerar editor de libros a todo aqu¨¦l que editase libros entra?aba una imprecisi¨®n tan grande como la de suponer que un buen soldado es cualquier individuo vestido de uniforme". ?Tendr¨¢ raz¨®n Carlos Marzal? Espero que no, a Planeta le debemos muchas alegr¨ªas literarias y, adem¨¢s, muchas bifurcaciones empresariales, muchas editoriales peque?as que de ella viven y que tanto nos complacen. Tambi¨¦n es ejemplar el saneamiento econ¨®mico que Planeta ha proporcionado a algunos escritores. Incluso a algunos de gran estilo. Ha llegado la hora de replantear algunos jurados, algunos premios, algunos libros y algunos estilos.
Apadrinando al finalista, al simp¨¢tico Jaime Bayly, otro estilo, estaba, con su inclasificable estilo, Pere Gimferrer. Arde el estilo. Lo encontramos diferente, muy distinto a como lo retrata Juan Cruz en su memoria novelada. Juan lo ve con un pan bajo el brazo y con un gab¨¢n debajo de otro gab¨¢n. Ya no es ¨¦se. Fuera m¨¢scaras, fuera gabanes, fuera melenas y busquemos un nuevo estilo. Un gran artista que no pierde el folio. Con un inimitable estilo para decir en p¨²blico lo contrario de lo que escribe en sus soledades de escritor. Un maestro en el arte de no desnudarse. Todo un estilo para nunca ser capaz de decir en p¨²blico que el rey est¨¢ desnudo.
Con un estilo muy diferente nos encontramos la desnudez de Juan Cruz -el mejor de los editores para Mario Vargas Llosa, seguramente para otros muchos- en forma de novela. All¨ª nos enteramos del placer er¨®tico, masturbatorio, que al adolescente Juan le produc¨ªan las lecturas de Las inquietudes de Santi And¨ªa o de Sinu¨¦ el egipcio. All¨¢ cada uno con sus perversiones. Con sus lecturas. Yo creo que las primeras lecturas nos marcan, nos conforman como lectores, como personas. Dice Mario Muchnik que la primera lectura del rey Juan Carlos fue Platero y yo. La de Juan Cruz fue Peque?eces, del padre Coloma.
No tengo ni idea de cu¨¢l ser¨ªa la primera lectura de Basilio Mart¨ªn Patino, pero s¨ª s¨¦ que es un gran lector. Adem¨¢s es uno de los de mejor estilo de nuestro cine. Estilo para la ficci¨®n. Insuperable estilo para la no ficci¨®n. Para hacer pel¨ªculas tan importantes, tan necesarias como Querid¨ªsimos verdugos. Enhorabuena por su premio de la Academia a toda una carrera. Y gracias a la televisi¨®n p¨²blica por decidirse a programarla despu¨¦s de tantos a?os. Que se repita. Es hora de pasar del talante al estilo. Y el mejor estilo est¨¢ en buscar un poco de verdad en nuestras obras, en nuestro cine, en nuestra vida.
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