"En EE UU est¨¢n creciendo la pobreza y la falta de ideales"
Hace 37 a?os, cuando hac¨ªa un viaje de estudios por el norte de Espa?a, Ruth Simmons recibi¨® la noticia de que hab¨ªan asesinado a Martin Luther King, el l¨ªder negro que fue decisivo en la lucha por la igualdad racial en Estados Unidos. La ahora presidenta (rectora) de la Universidad de Brown, la ¨²nica negra que ocupa un cargo as¨ª en su pa¨ªs, recuerda que la gente que le acogi¨® en aquel enclave espa?ol, probablemente en Euskadi, la confort¨® y le ayud¨® a salir de su estupor. Ahora Ruth Simmons evoca aquel momento, as¨ª como su propia lucha por hacer que otros como ella superen tanto la discriminaci¨®n racial como la pobreza que ha sometido principalmente a los de su raza a una situaci¨®n de inferioridad contra la que ella ha luchado con rabia. Acaba de estar en Madrid, en la celebraci¨®n del centenario del Instituto Internacional, que, entre otras universidades norteamericanas, acoge a estudiantes de Brown. Simmons, de 60 a?os, naci¨® en Tejas, es la hija n¨²mero doce de una familia muy pobre y conservadora, estudi¨® Literatura Comparada en Harvard, dio clases en Princeton, como especialista en educaci¨®n superior, fue rectora de la Universidad de Smith, y en Brown, universidad que preside desde hace cuatro a?os, est¨¢ empe?ada en establecer un sistema de admisi¨®n que favorezca a estudiantes de bajos recursos.
"En aquellos a?os, casi todo el discurso era muy negativo para los negros: eres sucio, no eres inteligente, nunca llegar¨¢s a ser nadie, eres feo..."
"En Tejas, la relaci¨®n entre negros y blancos era sombr¨ªa... El terror era parte de la atm¨®sfera, y grupos como el Ku Klux Klan estaban a la orden del d¨ªa..."
"Una de las razones por las que eleg¨ª la educaci¨®n como carrera profesional fue porque se trata de algo b¨¢sico para que la gente salga de la pobreza"
"Luther King no era muy popular en la comunidad negra. Su popularidad inicial es un mito. La gente estaba muy asustada por lo que estaba haciendo"
"Hay mucho trabajo por hacer con los hispanos; nuestra preocupaci¨®n consiste en que terminen el bachillerato. En los campus la minor¨ªa es negra"
"Mi padre era muy conservador. Para ¨¦l, las mujeres no deb¨ªan llevar pantalones ni contestar al hombre. En casa com¨ªan primero los hombres"
Pregunta. Quisiera saber c¨®mo se cri¨®, c¨®mo fue educada y de qu¨¦ manera le afect¨® aquella experiencia: una ni?a pobre que entra en el universo de los ricos.
Respuesta. Me cri¨¦ en una granja que se llamaba Grapeland, la tierra de la uva. Pero lo que se cultivaba era algod¨®n. Los negros viv¨ªamos en granjas. Mis padres eran aparceros. Ah¨ª nac¨ª. La granja estaba alejada del pueblo, no ten¨ªa escuela, as¨ª que era extremadamente dif¨ªcil asistir a clases. La educaci¨®n era algo lejano, la gente le daba muy poco valor y mis padres tampoco lo hac¨ªan. Para ellos no ten¨ªa sentido perder el sueldo de un miembro de la familia. A mis seis a?os mis padres se trasladaron al pueblo, y aquello signific¨® que por primera vez pod¨ªa asistir al colegio de forma regular. En esa ¨¦poca, la industria del algod¨®n se estaba transformando con la llegada de nueva maquinaria. Entre los propietarios blancos hubo mucha preocupaci¨®n por el hecho de que los negros emigrasen del sur para vivir en ciudades. Mi primer encuentro con la escuela fue dram¨¢tico; nunca hab¨ªa visto libros, ni lapiceros, ni papel... Recuerdo perfectamente el d¨ªa que entr¨¦ en el aula, y mi primer contacto con las mesas, los l¨¢pices, los libros... Estaba entusiasmada... Adem¨¢s, me dijeron pronto que ten¨ªa curiosidad, que era inteligente...
P. En un momento en que era casi ilegal decirle eso a un negro...
R. En efecto, as¨ª era en ese momento... En Tejas la relaci¨®n entre negros y blancos era sombr¨ªa... El terror era parte de la atm¨®sfera, y organizaciones como el Ku Klux Klan estaban a la orden del d¨ªa... Los negros no pod¨ªamos entrar en los teatros, en los establecimientos p¨²blicos, y su lugar en la cola siempre deb¨ªa ser el ¨²ltimo. Este era el paisaje social en el que viv¨ªamos. As¨ª que acudir a un lugar donde te dec¨ªan que eras inteligente, curiosa, maravillosa, y te animaban a seguir estudiando y trabajando era algo especial... Pero no pod¨ªa olvidar que al salir de clase no me estaba permitido mostrar inteligencia, ni curiosidad, ni ninguna de aquellas virtudes... En efecto, era algo ilegal.
P. ?C¨®mo se sent¨ªa entonces?
R. Si eras negro en el sur, sab¨ªas que estabas limitado: en cuanto a la educaci¨®n, a la libertad de expresi¨®n, incluso a tu capacidad para demostrar tu val¨ªa... No pod¨ªas ser un uppity nigger [negro con coraje, capaz de sublevarse], alguien seguro de s¨ª mismo... Si eras negro no pod¨ªas desarrollar tu confianza o tu dignidad, no deb¨ªas mostrarte inteligente ni franco... Si un blanco se aproximaba de frente por la acera tu obligaci¨®n era bajar la vista y cruzar la calle, evitando adem¨¢s el cruce de miradas... La supresi¨®n del individuo se basaba en impedir que desarrollara una identidad m¨ªnimamente s¨®lida. Pero en la escuela, y de forma bastante radical, est¨¢bamos aprendiendo justo lo contrario. As¨ª fue nuestra educaci¨®n, dos mundos en uno solo... En nuestros barrios y hogares negros nos permit¨ªamos ciertas libertades que nunca dej¨¢bamos traslucir al mundo real... Ese ambiente fue mi paisaje infantil; al tratarse de algo clandestino y casi ilegal, aprend¨ª a amarlo y a valorarlo mucho m¨¢s. Cuando caminaba por la calle y alguien me gritaba nigger, el hecho de no poder reaccionar no me afectaba: yo pose¨ªa una vida interior y un desarrollo intelectual que eran m¨ªos y esto nadie me lo pod¨ªa quitar.
P. ?C¨®mo hizo para enfrentarse sola a esa sociedad obsesiva contra los negros?
R. Nunca quise hacer una revoluci¨®n. Si amas los libros y el aprendizaje es porque se trata de algo tuyo, es una manera de mejorarte... En aquella ¨¦poca casi todo el discurso era muy negativo para los negros: eres sucio, no eres inteligente, nunca llegar¨¢s a ser nadie, eres feo..., ¨¦ste era el mensaje que se respiraba en el ambiente su-re?o... Esta contradicci¨®n debi¨® provocar un efecto de reafirmaci¨®n en mi personalidad, porque en la escuela s¨ª que pod¨ªa demostrar que mi cabeza estaba bien amueblada... No pod¨ªa hacerlo en p¨²blico, de modo que me decid¨ª hacerlo en clase... En nuestra condici¨®n de negros sab¨ªamos que no pod¨ªamos aspirar a ser profesionales; en Tejas ninguna facultad nos hubiera admitido. Mi familia era muy pobre. Jam¨¢s saldr¨ªa de Tejas. Nunca habr¨ªa oportunidad para mi, as¨ª que no pensaba en el futuro; simplemente disfrutaba con lo que hac¨ªa. Pero mientras desarrollaba mis estudios la sociedad estaba cambiando a mi alrededor. Eran los a?os cincuenta, los de Martin Luther King, y yo segu¨ªa siendo una ni?a en el colegio, ajena a lo que estaba pasando. Pero todo esto ten¨ªa lugar mientras crec¨ªa. No ten¨ªa ni idea de que el mundo estar¨ªa preparado para m¨ª cuando me gradu¨¦ del colegio.
P. ?Hubo alg¨²n momento en que comprendi¨® que se iba a ganar esa lucha?
R. No. Y si la gente es sincera le dir¨¢ lo mismo. No hubo un momento m¨¢gico, en el que estuviera claro que la lucha hab¨ªa acabado. La aprobaci¨®n de la ley de los derechos civiles fue un momento decisivo en el que la gente se sinti¨® muy esperanzada. En el pasado, tras la guerra civil y la reconstrucci¨®n, hubo momentos de mucha esperanza que nunca se desarrollaron de verdad. Hab¨ªa una especie de escepticismo ambiental, y tenga en cuenta que Luther King no era muy popular en la comunidad negra. Su popularidad inicial es un mito. La gente estaba muy asustada por lo que estaba haciendo, pues tem¨ªan que sus acciones provocaran represalias. Y de hecho las hubo.
P. Pero el movimiento estaba en marcha...
R. S¨ª. Cuando llegu¨¦ a la universidad, el movimiento de los derechos civiles ten¨ªa mucho poder... Pero cuando me cri¨¦ no hab¨ªa un sentido definitivo de lo que iba a ocurrir. El asesinato de Emit Hill nos aterroriz¨® a todos. En aquel momento, yo era muy joven y no dejaba de pensar en este chico que fue brutalmente mutilado por haber osado mirar a una mujer blanca. Todo eso se grab¨® en nuestras conciencias... ?ste era un pa¨ªs muy peligroso, pero en especial para la gente negra que viv¨ªa en el sur... Casi todos los padres negros les ense?aban a sus hijos c¨®mo sobrevivir... Y nuestros profesores nos anticipaban que la sociedad iba a cambiar.
P. ?Qu¨¦ ha cambiado para un ni?o negro de ahora con respecto a lo que sucedi¨® con usted entonces?
R. Me gustar¨ªa decir que todo ha cambiado, pero me temo que no es as¨ª. El cambio m¨¢s importante es que hoy, en Estados Unidos, las personas no son segregadas de forma autom¨¢tica por su raza. Es muy importante. En segundo lugar, un ni?o que nazca hoy, en mis circunstancias, conocer¨¢ el potencial que existe. Pero un ni?o que nazca en la pobreza, con muchos de los problemas que yo tuve, no tendr¨¢ acceso a la calidad de educaci¨®n que yo disfrut¨¦ porque los colegios en muchas de estas zonas se han deteriorado. Esos profesores tan magn¨ªficos que yo tuve seguir¨¢n siendo magn¨ªficos, pero dif¨ªcilmente podr¨¢n transmitir el aliento e ilusi¨®n que yo recib¨ª. Parad¨®jicamente, antes hab¨ªa m¨¢s dedicaci¨®n, m¨¢s esperanza y m¨¢s seguridad en que un d¨ªa algo positivo llegar¨ªa. Hoy creo que los ni?os est¨¢n como encerrados en una especie de almac¨¦n. Los ni?os pobres van a los colegios en circunstancias l¨ªmite. Hay mucha violencia, y antes no hab¨ªa violencia. Los ni?os tienen miedo en el colegio. Es bastante ca¨®tico. Cuando yo iba al colegio los profesores eran miembros de la misma comunidad. Hoy es muy poco probable que a los ni?os pobres les est¨¦n ense?ando profesores que pertenezcan a sus comunidades, que conozcan a sus padres. Las comunidades han cambiado mucho. El tipo de apoyo que exist¨ªa antes ahora ya no existe. No hay control. Cuando yo estaba en el colegio, hab¨ªa un profesor que nos dec¨ªa: "Si te portas mal, hablar¨¦ con tus padres". Y ese era un argumento de peso. Hoy en Estados Unidos hay un aumento de la pobreza y de la falta de ideales. Es una naci¨®n riqu¨ªsima, pero con enormes bolsas de pobreza. La mayor¨ªa de la gente pobre son ni?os que no tienen ese apoyo que yo tuve. ?ramos muchos y muy pobres en casa, pero mis padres y nosotros ¨¦ramos una pi?a y de eso siempre fui consciente. Actualmente, los ni?os no tienen ese n¨²cleo familiar. Viven en hogares monoparentales o est¨¢n criados por sus abuelos... Es una situaci¨®n muy ca¨®tica...
P. Qued¨® patente en las im¨¢genes que el mundo vio cuando el hurac¨¢n Katrina asol¨® Nueva Orleans... ?Cu¨¢l es su an¨¢lisis de lo que sucedi¨®?
R. Es una ciudad que conozco bien, all¨ª viv¨ª. Lo que mucha gente desconoc¨ªa era que Nueva Orleans es una ciudad muy pobre, sin los recursos necesarios para evacuar a miles de personas. Esto es tr¨¢gico, pero hay muchas ciudades en las mismas circunstancias. Lo que a mi me parece muy dif¨ªcil de aceptar es la pobreza persistente no s¨®lo en las ciudades, sino en las zonas rurales. La gente apenas sobrevive, pasa hambre. Hambre. Y hay muchos sin techo. Al haber tanta riqueza y tanta gente que vive bien, esas cosas no se ven, no se conocen... Nueva Orleans no es una excepci¨®n. Hay muchas zonas que est¨¢n devastadas por la pobreza, donde la gente vive en circunstancias peligrosas, expuesta al crimen, la malnutrici¨®n, la falta de servicios... Y esto es lo que vino a mostrar Nueva Orleans. Esa es la fotograf¨ªa real.
P. ?Qu¨¦ juicio le merece la pol¨ªtica de la Administraci¨®n ante casos as¨ª?
R. Demuestra la ignorancia de la realidad de las necesidades de nuestra gente. Es casi inexcusable. Creo que toda la Administraci¨®n, incluyendo al presidente, tendr¨ªa que ir a vivir en circunstancias as¨ª, para saber de qu¨¦ se trata... Se suele decir que si alguien vive en la pobreza, en Estados Unidos, es porque se la merece. Pues bien: mucha de la gente que vimos en la televisi¨®n, tras el Katrina, eran camareros, cocineros, limpiaban casas, y no ten¨ªan lo suficiente para darles de comer a sus hijos. Ese es el reto que debemos afrontar en nuestro pa¨ªs: ser m¨¢s conscientes de las distintas comunidades y encontrar formas de lucha contra la pobreza.
P. Llevamos media hora hablando del pa¨ªs m¨¢s rico de la Tierra y s¨®lo hemos hablado de racismo y de pobreza. ?C¨®mo pueden convivir el desarrollo con la pobreza y el racismo?
R. Es muy complicado. Si estamos de acuerdo en que todos los negros fueron oprimidos, que vivieron en el apartheid, concluiremos que han padecido una gran injusticia. Pero si te fijas en Michael Jordan o en Jesse Norman y en tantos individuos negros que pasaron de la pobreza al ¨¦xito, podr¨ªas concluir que cualquier persona puede hacer lo mismo. Es una conclusi¨®n err¨®nea. Los que viven en la pobreza no tienen ni la motivaci¨®n ni la ¨¦tica del trabajo. Aquel tipo de nociones es lo que complica las cosas. Una de las razones por las que eleg¨ª la educaci¨®n como carrera profesional fue porque se trata de algo b¨¢sico para que la gente salga de la pobreza y tenga una oportunidad de integrarse en la sociedad.
P. Y sigue creyendo en ello.
R. Firmemente. Si no sabes leer es muy dif¨ªcil trabajar en lugares donde ganes el dinero suficiente para sobrevivir. Mucha gente pobre no suele terminar la escuela... No tienen los recursos para ello. Sin embargo, en Estados Unidos existe un potencial incre¨ªble: un individuo puede empezar su vida con casi nada, puede terminar su bachillerato, puede ir a un colegio comunitario, y finalmente puede ingresar en una de las mejores universidades del mundo. Esto es posible a nivel individual, pero es dif¨ªcil reproducirlo a gran escala. Es dif¨ªcil que cualquier joven criado en la pobreza entienda la necesidad de permanecer en el colegio, la necesidad de aprender...
P. ?Y usted c¨®mo se siente al haber pasado a la historia como una de las excepciones?
R. Cuando trabajas arduamente nunca piensas que eres un ejemplo. Creo que hasta que no fui presidenta de la Universidad de Brown y tuve la oportunidad de interactuar con la gente joven no me di cuenta de lo que yo pod¨ªa significar para ellos. Durante mis a?os profesionales jam¨¢s habl¨¦ de mi infancia: no me preguntaban por ello. Por casualidad, cuando me entrevistaron al concederme el cargo de presidente de la Universidad de Smith me preguntaron por mi pasado, y lo describ¨ª. Y ah¨ª fue donde la gente supo lo que yo hab¨ªa conseguido. Me escribi¨® mucha gente pobre que se sinti¨® motivada para imponerse otras metas. Me percat¨¦ entonces de que pod¨ªa ejercer una influencia positiva sobre gente que quiz¨¢ hab¨ªa perdido la esperanza de lograr lo que quer¨ªa. Despu¨¦s de aquello tuve la idea de comunicarme con gente joven, de alentarles para que fueran persistentes en sus estudios. Y esto es lo que hago: voy a ciudades y a barrios perif¨¦ricos, hablo con los j¨®venes y les animo cont¨¢ndoles lo dif¨ªcil que fue para m¨ª... Parte de mi responsabilidad es contar mi historia. Si has logrado algo en la vida, creo importante compartirlo.
P. Su experiencia parece una caja m¨¢gica que contiene muchas respuestas sobre la educaci¨®n y sobre la vida.
R. No es una teor¨ªa, es mi vida. Hay gente que educa de manera muy pr¨¢ctica; otros entran en el sistema educativo porque estudiar les ha salvado la vida. Me siento muy afortunada de ser una profesora de universidad que ha entendido esto, que no s¨®lo se trata de tener cultura, de ser erudito, sino tambi¨¦n de redimirse. De sentirse viva. Me aporta una gran satisfacci¨®n saber que hay muchos j¨®venes que vienen a educarse, y eso sin duda cambiar¨¢ sus vidas.
P. ?Hay estad¨ªsticas sobre personas como usted, que lograran terminar estudios superiores?
R. El n¨²mero de personas que han terminado su bachillerato ha aumentado, especialmente para los negros; sin embargo, la cifra es mucho m¨¢s baja en el caso de los hispanos. Hay mucho trabajo por hacer con los hispanos; nuestra preocupaci¨®n consiste en que terminen el bachillerato. En las universidades la minor¨ªa es negra; en Brown tenemos el 7% de negros.
P. Usted hizo en 1993 un pol¨¦mico estudio sobre las relaciones interraciales bas¨¢ndose en lo que ocurr¨ªa en el campus de Princeton. ?C¨®mo est¨¢ ahora?
R. Los americanos no tratan esta cuesti¨®n con facilidad. Mentir¨ªa si dijera que en el futuro la cuesti¨®n racial va a dejar de ser importante. Tiene que ver con la historia de la esclavitud: este pa¨ªs ha sido incapaz de tratar el tema de la esclavitud una vez que ¨¦sta fue abolida. Y como consecuencia de la esclavitud hay un problema social enorme que nunca se corrigi¨®. La gente siente que no tuvo nada que ver con la esclavitud y no quiere pagar el precio. Hay un legado de esclavitud que no se ha tratado y hay una poblaci¨®n que no quiere tener que ver con ello. Esa tensi¨®n seguir¨¢ existiendo durante mucho tiempo. La Universidad ha de fomentar la discusi¨®n sobre las diferencias raciales, que promueva el discurso p¨²blico sobre temas como la esclavitud. Eso es lo que intent¨¦ hacer en Princeton, y sigo intent¨¢ndolo. Cuando era ni?a todo esto era venenoso, pero ahora se puede decir, implicando a los j¨®venes, ayud¨¢ndoles a entender que la sociedad no es perfecta pero se puede mejorar.
P. ?C¨®mo se siente dando ¨®rdenes a hombres blancos?
R. Entend¨ª al llegar a Brown que habr¨ªa mucha gente a la que no le gustar¨ªa recibir ¨®rdenes m¨ªas. Primero, porque soy mujer, y segundo, porque soy negra, ?una negra, por Dios, mand¨¢ndome a m¨ª! La gente piensa: "?C¨®mo puedo escaquearme de lo que me manda?, porque est¨¢ claro que ella no puede tener raz¨®n". He acabado echando a gente: si no pueden trabajar contigo, si no aceptan que les puedes mandar, se tienen que ir. Lo llevo bien, no es algo a lo que le d¨¦ mucha importancia.
P. ?Y qu¨¦ dicen sus hermanos?
R. Que no puede ser, que c¨®mo voy a ser presidenta, que los de Brown se han tenido que equivocar... Me siguen rega?ando, son mis hermanos mayores, no se lo acaban de creer.
P. ?Qu¨¦ hubieran pensado sus padres?
R. Mi madre muri¨® cuando yo ten¨ªa 16 a?os. Siempre pens¨® que yo era incapaz de ir a la universidad. Un d¨ªa, en la cocina, le pregunt¨¦: "?Crees que alg¨²n d¨ªa podr¨¦ ir a la universidad?". Me dijo que s¨ª, si hab¨ªa dinero, pero lo dijo para complacerme. Mi padre s¨ª vivi¨® lo suficiente como para verme acabar el posgrado, pero no me vio asumir el cargo de presidenta. Habr¨ªa sido muy gracioso. ?l era muy conservador. Para ¨¦l, las mujeres no deb¨ªan llevar pantalones, ni contestar al hombre, ni interrumpir sus conversaciones. En casa com¨ªan primero los hombres. Sobreviv¨ª tom¨¢ndome a broma esos planteamientos tan machistas.

Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.