Delicadezas
Siete atriles, con una rosa cada uno, colocados en semic¨ªrculo. Una silla y su guitarra en medio. Hac¨ªa muchos a?os que la brasile?a no se presentaba sin m¨²sicos. Y estaba muy nerviosa. Como un flan en Bah¨ªa com H, que habla de su tierra natal, o en la adaptaci¨®n al portugu¨¦s del Jardin d'hiver, que Henri Salvador grab¨® en el indispensable Chambre avec vue. Tampoco las c¨¢maras de TVE contribu¨ªan a tranquilizarla. S¨®lo empez¨® a soltarse all¨¢ por la quinta canci¨®n, cuando su pie marcaba el tempo de Eu sambo mesmo y cuando se embarc¨® en composiciones propias.
Aunque faltaba el aut¨¦ntico tour de force para ella: cantar en espa?ol en Madrid. El bolero Desilusi¨®n, cuya letra le ha proporcionado Auser¨®n, o B¨¦same mucho, del que dej¨® una grabaci¨®n antol¨®gica Jo?o Gilberto. Cada vez que superaba uno de esos obst¨¢culos se la ve¨ªa resoplar con cara de alivio. Rosa Passos se hab¨ªa planteado esta actuaci¨®n como clave. Y sali¨® cara. El p¨²blico desde luego se lo hizo saber con muchos y muy c¨¢lidos aplausos.
Rosa Passos
22? Festival de Jazz de Madrid. Centro Cultural de la Villa. Madrid, 13 de noviembre.
M¨²sica hay que tener en el alma para generar magia con s¨®lo una guitarra en el bolero de Consuelo Vel¨¢zquez. Baste escuchar c¨®mo Rosa Passos hace suya una canci¨®n de Drexler -Fusi¨®n- con un swing asombroso. Nadie como ella para extraer propiedades ignoradas. Sus versiones de cl¨¢sicos rara vez son superfluas. Sambas de mediados del siglo pasado como ? luxo s¨® o Canta Brasil se iluminan con delicadeza. Y est¨¢ su interpretaci¨®n inapelable de las Aguas de marzo, con una divisi¨®n r¨ªtmica que debe hacer sonre¨ªr al propio Antonio Carlos Jobim.
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