El Papa subraya "el respeto" de la Iglesia a "la leg¨ªtima laicidad del Estado"

El papa Benedicto XVI afirma que la Iglesia cat¨®lica "no pretende reivindicar para s¨ª ning¨²n privilegio, sino ¨²nicamente tener la posibilidad de cumplir su misi¨®n en el respeto por la leg¨ªtima laicidad del Estado". El Pont¨ªfice dirigi¨® el pasado lunes un mensaje en tales t¨¦rminos al Parlamento italiano, con ocasi¨®n del tercer aniversario de la visita al hemiciclo de su antecesor Juan Pablo II. La idea expresada en el mensaje, subraya Benedicto XVI, vale "para Italia y cualquier pa¨ªs, as¨ª como en los diferentes contextos internacionales". El Papa a?ade que laicismo y cristianismo no se contraponen.

Benedicto XVI envi¨® al Parlamento a Leonardo Sandri, cardenal sustituto del secretario de Estado del Vaticano, quien ley¨® p¨²blicamente el mensaje. "En este feliz aniversario", dice el texto, "no me resta sino hacer votos por que ese esp¨ªritu de sincera y leal colaboraci¨®n

[entre Iglesia y Estado] se haga m¨¢s y m¨¢s profundo". El documento explicita que el laicismo "no se contrapone al mensaje cristiano, sino que m¨¢s bien es deudor del mismo, como bien saben los estudiosos de la historia de las civilizaciones". En consecuencia, expresa el deseo de que la Santa Sede y el Estado italiano "sepan cooperar cada vez m¨¢s en el noble compromiso de tutelar a la persona".

Benedicto XVI se?ala, en referencia a la visita parlamentaria de Juan Pablo II, que ¨¦ste hizo entonces un llamamiento a la cohesi¨®n de Italia. Benedicto XVI a?ade que, para que ello se logre, es necesario que el pa¨ªs cuente con un "n¨²cleo de valor" donde puedan converger las distintas posturas ideol¨®gicas y pol¨ªticas de la sociedad. Ese n¨²cleo, en opini¨®n del Papa, "no puede ser m¨¢s que la persona, con los valores inherentes a su dignidad individual y social, a la que la Iglesia desea ardientemente servir".

Horas despu¨¦s del mensaje de Benedicto XVI, el presidente de los obispos italianos, cardenal Camillo Ruini, manifest¨® en la apertura de la Conferencia Episcopal en As¨ª¨®: "Quisi¨¦ramos decir, con serenidad y sin ning¨²n esp¨ªritu pol¨¦mico, a cuantos temen o lamentan una excesiva presencia o incluso injerencia de la Iglesia en la vida p¨²blica italiana, que la paz civil y religiosa es tambi¨¦n sumamente importante para nosotros, y que la Iglesia es consciente de que debe ser factor de unidad y no de divisi¨®n en Italia".

Por otra parte, Ruini se opuso a la p¨ªldora abortiva RU-486, sobre la que afirm¨® que "tiende a que pase desapercibida la supresi¨®n de una vida humana inocente".

El especialista en informaci¨®n vaticana Marco Politi resalta en el diario La Repubblica que "Ratzinger y Ruini se mueven como si fuesen un t¨¢ndem perfectamente rodado desde hace a?os", as¨ª como que el Papa demuestra "una extrema capacidad de maniobra destinada a revelarlo como un papa pol¨ªtico y no s¨®lo un te¨®logo inmerso en el emp¨ªreo de las grandes cuestiones". En su art¨ªculo Las nuevas se?ales que vienen del Vaticano Politi recuerda no obstante que la Iglesia cat¨®lica impuso en su momento al Parlamento "una fea ley" sobre fecundaci¨®n asistida, adem¨¢s de que se ha negado recientemente al divorcio, ha predicado la abstenci¨®n en el refer¨¦ndum sobre las leyes electorales, y ha pretendido "fort¨ªsimamente" exenciones fiscales.

Los concordatos

Tambi¨¦n ayer el secretario del Vaticano para las Relaciones con los Estados, el arzobispo Giovanni Lajolo, puntualiz¨® que la Santa Sede firma acuerdos con los Estados, no con los Gobiernos. En una conferencia en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, el ministro de exteriores vaticano dijo: "La Santa Sede nunca ha reconocido un determinado r¨¦gimen. Quien estipula el acuerdo es el Estado, que permanece, no el Gobierno o el r¨¦gimen que, en cambio, pasan". Lajolo reconoci¨® que se ha recriminado a la Santa Sede "el haber aceptado firmar acuerdos alguna vez con reg¨ªmenes totalitarios, d¨¢ndoles una especie de garant¨ªa moral y facilit¨¢ndoles la presencia internacional", en alusi¨®n, entre otros, a los concordatos firmados durante el pontificado de P¨ªo XII con las dictaduras de Portugal (1940) y Espa?a (1953).