'S¨®lo quiero lo mejor para ti'
El hecho de denominar Mes¨ªas a una persona que como Sch?nberg fue perseguido por los nazis por, entre otras cosas, ser de origen jud¨ªo, me parece de un gusto, cuanto menos, torpe.
Ya s¨®lo por esta raz¨®n ser¨ªa f¨¢cil refutar el extra?o art¨ªculo de F¨¦lix de Az¨²a del pasado 10 de noviembre. Pero como adem¨¢s es ya tradici¨®n en muchos intelectuales espa?oles hacer de sus man¨ªas personales axiomas irrefutables, creo necesario aclarar lo siguiente:
De Az¨²a dice: "A Sch?nberg se le est¨¢n muriendo los suscriptores". Si se refiere a aquellos que con tanto entusiasmo apoyaron personalmente su compromiso, le dir¨¦ que en realidad ya murieron, pero, lo que son las cosas, casi 100 a?os despu¨¦s del comienzo del periodo atonal de Sch?nberg, a¨²n seguimos hablando de ¨¦l. Por desgracia, no ver¨¦ c¨®mo dentro de 100 a?os nuestros descendientes debatir¨¢n sobre la obra de F¨¦lix de Az¨²a (sin duda con la misma intensidad...), pero, mientras tanto, querr¨ªa decir que don F¨¦lix ha tenido mucha suerte al asistir a los conciertos del IRCAM o Darmstadt (me imagino que si los nombra es porque ha estado alguna vez) y no tener nunca problemas de entrada. Yo, sin embargo, tanto en los mencionados como en los festivales de Witten, Stuttgart, Donaueschingen, M¨²nich, Salzburgo... y en Madrid (aunque parezca mentira), he tenido que soportar salas repletas y en m¨¢s de una ocasi¨®n me he quedado sin entradas.
Aunque a De Az¨²a y a otros les pese, existe un p¨²blico para Sch?nberg y para m¨¢s compositores que no nacieron necesariamente hace m¨¢s de 100 a?os. ?ste es un p¨²blico, al contrario que De Az¨²a, que no tiene problemas en disfrutar tanto con Sch?nberg como con Stravinsky, porque sabe que los dos son parte de la rica historia de la m¨²sica, y adem¨¢s considera que la exclusi¨®n es ante todo ignorancia. Minoritario, pues s¨ª, pero no inexistente. Por otra parte, la minor¨ªa de algo siempre se establece al comparar al menos dos cantidades, por lo que, afortunadamente, siempre tenemos la posibilidad de sentirnos minor¨ªa en alguna cosa (lo contrario ser¨ªa un aut¨¦ntico fascismo), por lo que todo y todos padeceremos en alg¨²n momento ese moderno auto de fe al que nos somete continuamente la "mayor¨ªa".
A estas alturas, por tanto, ni los o¨ªdos reaccionarios de Taruskin o Adorno ni nadie nos va a decir qu¨¦ es lo que debemos escuchar (el mismo De Az¨²a cae en su propia trampa). Lo que s¨ª debo decir es que el capcioso y arbitrario art¨ªculo al que me refiero me ha despertado las ganas de leer al completo el dichoso Estatuto, y, si puedo, lo har¨¦ en catal¨¢n.
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