El precio del progreso chino
Millones de trabajadores realizan jornadas de 15 horas en condiciones inhumanas
Durante las reuniones del foro de Cooperaci¨®n Econ¨®mica para Asia-Pac¨ªfico (APEC en sus siglas en ingl¨¦s), que desde el pasado s¨¢bado y hasta ma?ana, se celebran en Busan (Corea del Sur), los pa¨ªses miembros han recriminado a China el imparable aumento de su super¨¢vit comercial. Seg¨²n el comit¨¦ econ¨®mico de APEC, este a?o crecer¨¢ un 50% -el doble que en 2004-, y se situar¨¢ en 48.000 millones de d¨®lares. EE UU est¨¢ preocupado por este fen¨®meno desde hace tiempo. Su d¨¦ficit con la potencia asi¨¢tica no deja de crecer -en 2005 superar¨¢ los 200.000 millones de d¨®lares- y ha pedido repetidas veces a Pek¨ªn que tome medidas para detener esta tendencia. George W. Bush lo volver¨¢ a pedir durante la visita de dos d¨ªas que ma?ana inicia a China, porque quiere que Pek¨ªn ponga fin a determinados subsidios, controle la pirater¨ªa y aprecie su moneda.
Bush lleva estos temas en la agenda, como tambi¨¦n lleva los derechos humanos y la falta de libertad religiosa. Pero lo que no ha trascendido es si abordar¨¢ una situaci¨®n, que, seg¨²n algunas organizaciones internacionales, es uno de los factores que ha contribuido al r¨¢pido crecimiento de la econom¨ªa china: la falta de derechos laborales. El 50% de las exportaciones chinas procede de empresas con capital extranjero.
Jornadas de 15 horas, semanas de siete d¨ªas de trabajo, obligaci¨®n de hacer horas extra, bajos salarios, sueldos no pagados, condiciones insalubres, prohibici¨®n de hablar, vigilancia con c¨¢maras, alojamiento en dormitorios atestados, documentos retenidos o limitaci¨®n del n¨²mero de veces que se puede ir al servicio son corrientes en China, especialmente entre los 140 millones de emigrantes que han dejado la pobreza de las zonas rurales para trabajar en los n¨²cleos industriales costeros. Pek¨ªn proh¨ªbe los sindicatos independientes.
"En general, las condiciones son muy malas. China tiene una buena ley laboral, pero no se aplica. Si se mejoraran las condiciones y los trabajadores tuvieran todos los derechos que estipula la ley, los costes crecer¨ªan y empresas que ahora fabrican en China quiz¨¢ se ir¨ªan a otros pa¨ªses, como Vietnam o Bangladesh, lo que disminuir¨ªa el crecimiento de la econom¨ªa", asegura Robert J. Rosoff, director de China Working Group, una agrupaci¨®n estadounidense integrada por ONG y empresas.
La Administraci¨®n Estatal de Seguridad en el Trabajo china desvel¨® este verano que anualmente mueren 15.000 personas en accidentes industriales, lo que, seg¨²n la agencia oficial de noticias Xinhua, causar¨¢ este a?o unas p¨¦rdidas de 100.000 millones de yuanes (10.500 millones de euros).
El problema es muy grave en las minas, donde en 2004 fallecieron m¨¢s de 6.000 personas en accidentes, seg¨²n el Gobierno, debido a la falta de medidas de seguridad. Expertos independientes consideran que la cifra real es mucho mayor -hasta 20.000-, ya que los due?os de muchas explotaciones ilegales ocultan los siniestros. China sufre una grave escasez de energ¨ªa el¨¦ctrica, que procede en un 70% del carb¨®n, por lo que necesita todo el mineral negro que pueda producir. Resultado: en las extracciones trabajan a destajo, con la consiguiente merma de seguridad. En un intento por poner fin a esta macabra cifra, el Gobierno est¨¢ reforzando los controles y ha ordenado el cierre de m¨¢s de 4.000 yacimientos antes de fin de a?o.
"El problema es que Pek¨ªn est¨¢ consagrado a una pol¨ªtica de crecimiento econ¨®mico, independientemente del coste humano. Adem¨¢s, tiene una oferta abundante de trabajadores, cuyos salarios son mantenidos artificialmente bajos mediante pol¨ªticas represivas. En un sistema donde las vidas son tan baratas, se pueden obtener muchos beneficios", escrib¨ªa hace unos meses, Li Qiang, director de la organizaci¨®n estadounidense China Labour Watch.
Pero la cuesti¨®n no suele ocupar un lugar destacado en las agendas internacionales. "China es un gran mercado, y, probablemente, la principal raz¨®n de que hayan invertido all¨ª tantas empresas extranjeras es su mano de obra barata sin sindicatos. Los derechos laborales en EE UU no ocupan una posici¨®n destacada en la agenda de Bush, as¨ª que mucho menos la ocupan los derechos de los trabajadores chinos", afirma Robin Munro, director de investigaci¨®n de China Labour Bulletin, una organizaci¨®n sita en Hong Kong.
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