El PP quiere el santo y la peana

Seg¨²n la ¨²ltima encuesta realizada por el Centro de Informaciones Sociol¨®gicas (CIS), el PP se sit¨²a a s¨®lo dos puntos del PSOE en intenci¨®n de voto y en todos los dem¨¢s par¨¢metros se constata un avance de las huestes conservadoras. A estas alturas de la legislatura se trata de casi un prodigio. Los populares valencianos, por su parte, y para no ser menos, han echado mano de una "encuesta interna" -de ignorado cr¨¦dito- que les otorga una ventaja de 17,5 puntos sobre sus m¨¢s directos rivales, los socialistas. Asimismo, el mentado sondeo, de rigor desconocido, repetimos, pero de posibles efectos euforizantes, confirma la bondad de la pol¨ªtica desarrollada por el presidente Francisco Camps, que tambi¨¦n consigue una valoraci¨®n personal no especificada, pero muy superior sin duda a la de su antagonista, Joan Ignasi Pla, l¨ªder del PSPV.

Con estos confortables datos en la mano, parecer¨ªa l¨®gico que el partido gobernante valenciano contemplase con sosiego las desventuras que le acontecen. No le desgastan lo m¨¢s m¨ªnimo y hasta se dir¨ªa que no s¨®lo no le matan, sino que le engordan. De ah¨ª que no se comprenda el nerviosismo que cunde entre algunos de sus dirigentes, ni siquiera cuadra la diligencia que han mostrado en divulgar a toda prisa, y a ra¨ªz del tr¨¢nsfuga que se les ha ido, la encuesta referida que, por sus visos chapuceros, antes suscita sospechas que las sosiega. Pero en fin, sea con los guarismos transcritos o con otros semejantes, la realidad que se percibe es que el PP ind¨ªgena no tiene hoy por hoy motivos para la alarma. De haberlos, otro gallo les cantar¨ªa.

Por eso se entiende menos la gesti¨®n del consejero de Justicia, Miguel Peralta, recabando del fiscal jefe, Ricardo Cabedo, atenci¨®n o vigilancia -debemos suponer que especial- acerca de las injurias o calumnias que mellen el prestigio del partido o de los miembros del Gobierno. Una gesti¨®n meramente obsequiosa y hasta improcedente, pensamos nosotros, pues no es funci¨®n del ministerio fiscal emular al primo Zumosol del PP en aquellos casos en los que se sienta agredido o amenazado por fulanos maldicientes. Hay otras v¨ªas de defensa, desde la r¨¦plica medi¨¢tica hasta el juzgado de guardia, como cualquier vecino. Eso por no recordar que, trat¨¢ndose de pol¨ªticos y de partidos, se han de tener anchas espaldas para aguantar la cr¨ªtica que muy a menudo provocan justamente unos y otros.

Ser¨ªa el caso del presuntamente agraviado o zaherido Partido Popular que nos gobierna. Por supuesto que debe estar al resguardo de injurias y calumnias, como todo quisque, pero ?qu¨¦ motivos tiene para andarse ahora tan acucioso en punto a garant¨ªas legales? ?Le pica la conciencia o se le cuartea su piel de cocodrilo cuando se le se?alan trances que hieden a corrupci¨®n y que no han de ser necesariamente sancionables por una resoluci¨®n judicial? Suerte tiene de que, despu¨¦s de dos largas legislaturas, no se hayan constatado m¨¢s desvar¨ªos y abusos, pero haberlos haylos y ha de cargar con la mortificaci¨®n de que se les restriegue por los morros por m¨¢s que se encomiende al fiscal o a la Benem¨¦rita.

Comprendemos que el PP, que tan a gala tiene escudarse detr¨¢s de un c¨®digo ¨¦tico, le sienta a cuerno quemado verse acusado de corrupto por un diputado tr¨¢nsfuga y pelagatos, olvidando que buena parte de su poder¨ªo en la autonom¨ªa se origin¨® por la compra vergonzante de una concejala socialista en Benidorm a comienzos de los 90. Comprendemos que le ponga de los nervios el asunto intermitente de los pagos al cantante Julio Iglesias cuando aquella operaci¨®n fue aplaudida por el empresariado beneficiario de la promoci¨®n econ¨®mica que el artista anim¨®. Y, adem¨¢s, ha de sentirse mortificado -decimos de sus gentes dignas- por los casos entre sainetescos y carcelarios que salpican el palmar¨¦s del partido, tan propicio -dig¨¢moslo todo- a la opacidad de su administraci¨®n. ?Cu¨¢ntas propuestas investigadoras ha vetado por mor de que afectaban a intereses privados? Lo comprendemos, pero ha de asumir el muerto y complacerse en la bondad de los muestreos demosc¨®picos. Nos parece abusivo que quiera el santo y la peana, el copo en las urnas y las manos limpias.