Educaci¨®n
Sobre la postura de la Iglesia cat¨®lica espa?ola respecto de la ense?anza de la religi¨®n en las escuelas, poco hay que a?adir a lo que ya se ha dicho. Entre otras razones, porque la religi¨®n cuya ense?anza se reclama -es decir, la religi¨®n cat¨®lica, apost¨®lica y romana- pierde peso espec¨ªfico en Espa?a y lleva camino de convertirse en una secta, o una secta de sectas, como la naci¨®n de naciones, frente a otras religiones de ¨¢mbito mundial e incluso frente a religiones novedosas de fabricaci¨®n casera, de poco calado filos¨®fico pero mucho ascendiente, encarnadas en unos predicadores energ¨¦ticos que inspiran y reconfortan a las masas, aunque a los no iniciados nos parezca que se les va la olla.
En fin, es la modernidad y la globalizaci¨®n, y contra ellas no prevalece nada; ni siquiera la Iglesia cat¨®lica espa?ola, especializada en prevalecer.
S¨®lo queda, pues, decirle adi¨®s y agradecerle los servicios prestados. Porque durante varios siglos la Iglesia tuvo en Espa?a el monopolio de la educaci¨®n y de sus aulas sali¨® la clase dirigente m¨¢s inculta, perezosa e incompetente del hemisferio occidental. Gracias a esto, este pa¨ªs no se ha visto libre de terribles episodios de violencia y de odio, pero s¨ª de la perturbadora lucha de clases. La historia reciente de los pa¨ªses adelantados est¨¢ presidida por la disconformidad de la clase trabajadora con la conducta del patrono y del Estado. Sin ir m¨¢s lejos, estos d¨ªas arde Francia por el supuesto incumplimiento de la funci¨®n estabilizadora y justiciera del Gobierno.
Nada de esto ha sucedido en Espa?a, donde el pueblo llano a veces se ha irritado con los desplantes del se?orito, pero nunca ha pedido responsabilidades a la clase dominante. Si hay crisis econ¨®mica, se excusan y compadecen los desaciertos de la patronal, y del Estado s¨®lo se espera un empleo fijo en el que encuentren acomodo la ineptitud y la holgazaner¨ªa que una educaci¨®n de sotana ha estampado en el genio de la raza o en los genes de la especie.
Por esto es de justicia que ahora, al verse amenazada, la Iglesia cat¨®lica saque en protesta a la calle a dos millones de personas. O a 100.000, seg¨²n si la persona que hizo el c¨®mputo aprendi¨® a sumar en un colegio de curas o en la escuela laica de su barrio.
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