'Grosse Koalition'
Angela Merkel encabeza desde hoy en Alemania un Gobierno formado por la alianza entre los dos grandes partidos populares y por definici¨®n antag¨®nicos en el escenario pol¨ªtico desde la fundaci¨®n de la Rep¨²blica en 1949. Desde que se constat¨® el ¨¦xito de las negociaciones para la grosse koalition, no cesan los elogios y los ataques a este gran acuerdo nacional, ¨²nica f¨®rmula realista de evitar nuevas elecciones tras los resultados habidos en las generales de septiembre. Han sido por supuesto conmovedores los ataques y lamentos de los partidos minoritarios. Con una mayor¨ªa de 448 esca?os sobre los 615 de que consta el Bundestag, el Gobierno de la primera canciller de la historia alemana no va a verse obligado, en tiempos de emergencia, a imponer a la mayor¨ªa las exigencias de minor¨ªas particularistas. Los miedos generales a una gran coalici¨®n se deben habitualmente a que se interpreta como una suspensi¨®n transitoria del juego habitual de alternancia en el que la oposici¨®n siempre aspira a sustituir a la mayor¨ªa gobernante en el poder. Esto puede generar tanto una frustraci¨®n del electorado que nutra a fuerzas antidemocr¨¢ticas como un rodillo de la alianza mayoritaria que anule el papel de control de la oposici¨®n. Son dos riesgos menores comparados con la grave amenaza que para la estabilidad de Alemania y de Europa supondr¨ªa el hundimiento generalizado del pa¨ªs en una par¨¢lisis que amenaza ya tanto a la fibra an¨ªmica de la sociedad como a la evoluci¨®n y las estructuras administrativas, econ¨®micas y legales.
En una muy clara pero tambi¨¦n entra?able entrevista en el semanario Die Zeit, a¨²n editado por el ¨²ltimo gran sabio vivo de la pol¨ªtica alemana, el ex canciller socialdem¨®crata Helmut Schmidt, Angela Merkel dice que "nunca hab¨ªa pensado que fuera posible" este acuerdo entre dos grandes partidos cuya gran vocaci¨®n, muchas veces por encima del propio programa, est¨¢ en la descalificaci¨®n del otro. Coincidiendo con la elecci¨®n de Merkel, se despide de la vida pol¨ªtica su antecesor Gerhardt Schr?der. Lo har¨¢ votando a favor de su rival en un ¨²ltimo gesto que lo reconcilia con los nuevos tiempos de la pol¨ªtica alemana. ?l ya pertenece definitivamente al pasado. No es extra?o que Merkel y tantos otros creyeran imposible que estos dos partidos antag¨®nicos, que identificaban su victoria con la destrucci¨®n pol¨ªtica del otro, pudieran sentarse a perge?ar un discurso y un programa com¨²n y al final lo lograran. La democracia, la libertad y la prosperidad de los alemanes exig¨ªan el compromiso de los m¨¢ximos responsables. Han estado a la altura exigida. Hoy comienza por tanto una andadura en Alemania que puede ser ejemplar para muchos. Habr¨¢ quienes quieran dinamitar la coalici¨®n, los obst¨¢culos son inmensos, los puntos de fricci¨®n sin cuento. Pero un hecho innegable cambia la calidad misma de las negociaciones y del acuerdo y es que su motivaci¨®n suprema no haya sido el reparto del poder sino el patriotismo. S¨ª, el mejor patriotismo alem¨¢n.
En Jerusal¨¦n acaba de concluir el ciclo de vida de una gran coalici¨®n del Likud y del Partido Laborista y aunque todos se preparan ya para unas elecciones que pueden cambiar por completo el escenario pol¨ªtico de Israel, nadie debe olvidar que esta grosse koalition dirigida por Ariel Sharon ha llevado a buen puerto una gesta hist¨®rica, la retirada de la franja de Gaza. En nada desmerece al valor desplegado en su conquista. La gran coalici¨®n de los dos partidos aguant¨® con firmeza los embates de ultrarreligiosos y nacionalistas e impuso a las minor¨ªas el deseo de la mayor¨ªa de los israel¨ªes. Es dif¨ªcil no sentir envidia en Espa?a ante estas reafirmaciones de la voluntad mayoritaria y patri¨®tica de pueblos soberanos. Triste es que el patriotismo de la mayor¨ªa est¨¦ tan desacreditado en Espa?a en favor de alianzas con minor¨ªas oscurantistas e identitarias que desprecian el bien com¨²n. Sin la dejaci¨®n y los complejos de los grandes partidos nunca habr¨ªan gozado del obsceno veto sobre una voluntad mayoritaria. Si la actual situaci¨®n en Espa?a no logra despertar el patriotismo de la mayor¨ªa para una gran coalici¨®n, el secuestro del Estado de derecho por minor¨ªas caciquiles puede ser irreversible.
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