"Quienes me critican no se han tomado la jodida molestia de escuchar mi m¨²sica"
Al brit¨¢nico Michael Nyman (Londres, 1944), acaso uno de los compositores m¨¢s influyentes del siglo XX, siempre le ha caracterizado una hiperactividad casi estajanovista. Autor de un cat¨¢logo vast¨ªsimo inaugura ahora un sello discogr¨¢fico propio, MN Records, para "hacer m¨¢s accesible" su inmensa producci¨®n al p¨²blico. Por lo pronto, Nyman ofrece su nueva ¨®pera, Man and boy: Dada, una historia con referencias autobiogr¨¢ficas sobre un hombre y un chiquillo que coleccionan billetes de autob¨²s en el Londres de la posguerra. Al tiempo lanza un disco doble, The composer's cut series, sobre su actividad cinematogr¨¢fica que arranca con la puesta al d¨ªa de El piano, El contrato del dibujante y otras piezas para filmes de Peter Greenaway. Nyman atiende esta entrevista mientras repasa sin descanso su tel¨¦fono-agenda y da buena cuenta de "una de las grandes aportaciones" de la cultura peninsular: la crema catalana.
PREGUNTA. ?Por qu¨¦ ha sentido la necesidad de repasar su m¨²sica para pel¨ªculas?
RESPUESTA. Estas series son una especie de diario, la actualizaci¨®n de algunas obras que, en el caso de El contrato del dibujante, ya acumulan 28 a?os a sus espaldas. Al principio, interpretaba mi m¨²sica para pel¨ªculas con extremo cuidado y fidelidad, ajust¨¢ndome al tempo original del filme. Ahora es el momento de descontextualizar esas partituras de las im¨¢genes, de dotarlas de una din¨¢mica y un rostro propios.
P. Durante a?os le irritaba que le preguntaran por
[Nyman hace gesto de taparse los o¨ªdos] El piano. Ahora, con esta nueva edici¨®n, se expone de nuevo a ese peligro...
R. Asumo el riesgo: preg¨²nteme. He reflexionado y creo que la m¨²sica de El piano era lo bastante buena y lo bastante seria como para grabarla de nuevo. Con la directora de la pel¨ªcula, Jane Campion, me limit¨¦ a hacer de la mejor manera posible el trabajo que se me encomend¨®: una m¨²sica m¨¢s incidental, m¨¢s sensible, m¨¢s, digamos, femenina. Greenaway era un artista mucho m¨¢s integral. El suyo era el cine de un pensador, de un hombre que se preocupa por los dibujos, por la iluminaci¨®n...
por todo. El Michael Nyman de El piano es un personaje m¨¢s de fantas¨ªa. Me gusta esa m¨²sica y puedo interpretarla, pero me siento como un intruso.
P. Lo de poner en marcha un nuevo sello discogr¨¢fico, tal y como se encuentra el sector, ?no resulta un poco temerario?
R. Tengo claro que nada me va a parar. A¨²n no he tenido tiempo de averiguar si ¨¦ste es un negocio duro. Tampoco me preocupa ganar dinero: ser¨ªa agradable no perderlo, pero me interesa m¨¢s ofrecerle al p¨²blico una visi¨®n integral de mi obra. Adem¨¢s, ahora todas las licencias para utilizar mi m¨²sica dependen directamente de m¨ª, y ¨¦sa tambi¨¦n es una manera de aumentar los ingresos.
P. Aunque le reporte beneficios econ¨®micos, ?no le irrita que su m¨²sica se descontextualice en documentales de naturaleza, anuncios de pasta dent¨ªfrica o sinton¨ªas radiof¨®nicas?
R. No. Lo veo como una guerra de guerrillas de la que me siento orgulloso. Mi m¨²sica proviene de John Cage, la escuela neoyorquina, el minimalismo. Con ese bagaje, me divierte infiltrarme en el mundo de la publicidad y, de alguna manera, dignificarlo.
P. ?Entiende que su m¨²sica y sus conciertos puedan resultar una experiencia demasiado exigente para el p¨²blico?
R. Conf¨ªo en una cierta predisposici¨®n por parte del oyente, pero me preocupa que se pueda aburrir. Yo he experimentado el aburrimiento profundo durante un concierto, como cuando vas a escuchar a Talvin Singh y emprende uno de esos pat¨¦ticos e inacabables solos de tabla india. Soy muy respetuoso con el tiempo de los dem¨¢s y no me gusta hac¨¦rselo perder. Por eso, en mis conciertos siempre distribuyo los momentos culminantes, esas melod¨ªas que propician una relaci¨®n casi org¨¢smica entre el oyente y el int¨¦rprete. Es una t¨¢ctica que he aprendido de la m¨²sica popular, de Dylan, Oasis o Blur.
P. En su nueva ¨®pera aparece un ni?o que, como usted, pasa las horas coleccionando billetes de autob¨²s. ?Es una concesi¨®n a la nostalgia?
R. No exactamente, porque el creador de ese personaje es Michael Hastings, el autor del libreto. Pero la historia me ha dado oportunidad de revivir esos buses londinenses de hace 50 a?os y recrear aspectos y debilidades de los que me habr¨ªa dado verg¨¹enza hablar en otras circunstancias. Ahora colecciono otras cosas, pero ya no es lo mismo.
P. ?Ha aprendido a convivir con ese personaje controvertido, de nombre Michael Nyman, que despierta adhesiones inquebrantables y aversiones encendidas?
R. ?Qui¨¦n me critica? D¨ªgame: ?usted conoce a alguno?
P. S¨ª, a alguno s¨ª.
R. Es ligeramente deprimente que la gente que me critica no se haya tomado la jodida molestia de escuchar mi m¨²sica. Es tan sencillo como eso. Mis cr¨ªticos s¨®lo han escuchado El piano, pero no escuchar¨¢n Man and boy o el Concierto para viol¨ªn o el Concierto para tromb¨®n. Mi Concierto para tromb¨®n es una obra fant¨¢stica, muy superior a otros diez conciertos para trombones que le puedan venir a la cabeza. Pero como soy ese Michael Nyman compositor para pel¨ªculas, ese Michael Nyman minimalista, no se me toma en serio. No me pasa como, por ejemplo, a Philip Glass.
P. Glass tambi¨¦n es minimalista. Y tambi¨¦n ha escrito bandas sonoras
...
R. S¨ª, pero le falta una pieza, una melod¨ªa con la que le puedas identificar. ?l tambi¨¦n tiene un Concierto para viol¨ªn, ciertamente, pero el m¨ªo es mejor que el suyo... Y ha podido escribir alguna banda sonora gracias a que antes se rechaz¨® la m¨ªa, como en el caso de Las horas. Pero no tiene esos cr¨ªticos tan afilados. No acierto a comprender qu¨¦ problema hay conmigo que no parece existir con otros compositores de mi entorno.
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