Aguas venenosas
El vertido a un r¨ªo del noreste de China de alrededor de cien toneladas de benceno y otros productos cancer¨ªgenos, tras un accidente industrial en una planta petroqu¨ªmica hace dos semanas, ha obligado a cortar el suministro de agua a Harbin, una ciudad de cuatro millones de habitantes, y nueve millones si se incluye su ¨¢rea metropolitana. El nivel de toxinas que transporta el r¨ªo Songhua supera 30 veces el oficialmente aceptable.
En la masiva contaminaci¨®n de este afluente del Amur confluyen una serie de elementos caracter¨ªsticos de la potencia china. Probablemente, los dos m¨¢s relevantes son el secretismo y la desinformaci¨®n, tanto por parte del Gobierno como de la empresa responsable, PetroChina, en cuya planta de Jilin se produjo una explosi¨®n el 13 de noviembre que mat¨® a seis trabajadores y forz¨® la evacuaci¨®n de 10.000 personas. Se ha tardado m¨¢s de una semana en advertir a los habitantes de Harbin, por donde hoy acabar¨¢ de pasar la mancha de benceno de 80 kil¨®metros que viaja hacia Siberia. La excusa inicial para el corte del suministro de agua fue incluso que se efectuaban obras de mantenimiento. PetroChina tampoco anunci¨® inmediatamente los peligros para la salud de su enorme vertido.
Las agresiones medioambientales derivadas de una r¨¢pida y descontrolada industrializaci¨®n son siempre serias. En el caso de China, con sus 1.300 millones de habitantes, lanzada a una carrera desenfrenada para el crecimiento econ¨®mico y con una larga tradici¨®n pol¨ªtica de ocultaci¨®n y mentira acrisolada por el r¨¦gimen comunista, los efectos pueden ser devastadores.
Existe un camino intermedio entre la satanizaci¨®n de la omnipresente qu¨ªmica y la despreocupaci¨®n pr¨¢ctica por sus efectos. Es el de la prudente evaluaci¨®n de sus riesgos, que intenta seguir la escarmentada Uni¨®n Europea. La formidable contaminaci¨®n medioambiental china ha coincidido con la aprobaci¨®n por el Parlamento de Estrasburgo de una normativa para el registro y control de unos 30.000 productos qu¨ªmicos -muchos de ellos ampliamente usados-, que si por un lado representan grandes avances y mejoras en la calidad de vida que proporcionan, por otro pueden suponer claras o potenciales amenazas para la salud.
La industria qu¨ªmica multinacional ha ejercido presiones sin precedentes para rebajar los objetivos del reglamento europeo, con el argumento b¨¢sico de las p¨¦rdidas econ¨®micas. Finalmente, a falta de su ratificaci¨®n por el Consejo de Ministros, hasta 2018 no entrar¨¢n plenamente en vigor todas sus disposiciones, lo que permitir¨¢ diluir en el tiempo los costes de la aplicaci¨®n. Se trata en cualquier caso de un paso importante hacia la protecci¨®n de las personas y su medio.
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