Historias
Si partimos de la certeza, ampliamente fundamentada, de que la Historia la escriben los vencedores, hete aqu¨ª dos nuevos motivos para el optimismo, que falta nos hace.
Las investigadoras procedentes del feminismo ya empezaron hace un par de d¨¦cadas a reescribir los avatares de la humanidad dando protagonismo, o al menos teniendo en cuenta con todos los honores, lo que concern¨ªa a aquellas antepasadas hasta hace nada invisibles. Uno de los resultados de tan justo empe?o es el excelente trabajo La Historia de las mujeres en Espa?a y Am¨¦rica Latina que, dirigido por la valenciana Isabel Morant, se desarrollar¨¢ en cuatro tomos, dos de los cuales acaba de alumbrar C¨¢tedra.
Otra obra reciente y recomendable compone su t¨ªtulo con una constataci¨®n sin duda terrible: Nosotras que perdimos la paz. En ella, la historiadora y periodista Llum Qui?onero da la palabra a cuatro mujeres del 36, comunistas y anarquistas, que por encima de las divergencias en credos y estrategias compartieron su amor por la Rep¨²blica y por el soplo de libertad y esperanza que hab¨ªa insuflado en las gentes oprimidas. En com¨²n tienen tambi¨¦n las protagonistas el haber sufrido y plantado cara a la misoginia que se respiraba, incluso en el seno de la propia izquierda ("excelente camarada, mal marido", dictamina significativamente una de ellas).
Pobreza, lucha, c¨¢rcel, exilio, disimulo... y silencio. La generaci¨®n perdida. Ahora, nonagenarias, relatan historias personales que son parte de una epopeya com¨²n. Tozudas, orgullosas y nada arrepentidas. Soledad, que escrib¨ªa versos desde el exilio, lo explica todo en esta estrofa: "Nuestras alas truncadas, pero alas al fin/ son un tesoro inapreciable. / Con ellas, hasta en la noche hay lu. / La desgracia hubiera sido haberlas perdido. / O no haberlas tenido nunca".
Memoria viva reavivada por Llum Qui?onero, una alicantina de la estirpe de Dulce Chac¨®n, Alfons Cervera, Juana Salabert y dem¨¢s ant¨ªdotos contra el Alzheimer social. Conchita Lia?o, una de las protagonistas, concluye "sentada sobre su tumba" que la luz de su raz¨®n seguir¨¢ encendida mientras haya quien luche contra la tiran¨ªa del poder: "S¨®lo el olvido ser¨ªa nuestra derrota".
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