El Mediterr¨¢neo en los umbrales del nuevo milenio
La imagen que ofrece el Mediterr¨¢neo no es en absoluto tranquilizadora. Su orilla septentrional presenta un retraso respecto al norte de Europa, y lo mismo ocurre con la orilla meridional respecto a la europea. Tanto en el Norte como en el Sur, el conjunto de la cuenca se une con dificultad al continente. Realmente no es posible considerar este mar un "conjunto" sin tener en cuenta las fracturas que lo dividen, los conflictos que lo asuelan: hoy, en Palestina; ayer, en L¨ªbano, en Chipre, en el Magreb, en los Balcanes, en la antigua Yugoslavia; reflejos de guerras m¨¢s lejanas, la de Afganist¨¢n, la otra a¨²n m¨¢s cercana, de Irak. El Mediterr¨¢neo sufre muchos otros conflictos entre la costa y el interior. La Uni¨®n Europea se ha consumado, hasta hace alg¨²n tiempo, sin tenerlo en cuenta: ha nacido una Europa separada de la "cuna de Europa". Como si una persona se pudiera formar despu¨¦s de haber sido privada de su infancia, de su adolescencia. Las explicaciones que se daban, banales o repetitivas, no logran convencer a aquellos a quienes est¨¢n dirigidas. No las creen ni siquiera quienes las proponen. Los par¨¢metros con los que se observan en el Norte el presente y el futuro del Mediterr¨¢neo no coinciden con los del Sur. Las lecturas son diferentes. La costa septentrional del Mar Interior tiene una percepci¨®n y una conciencia diferentes a las de la costa que tiene enfrente. En nuestros d¨ªas, las orillas del Mediterr¨¢neo s¨®lo tienen en com¨²n sus insatisfacciones. El mismo mar se parece cada vez m¨¢s a una frontera que se extiende de Levante a Poniente para separar Europa de ?frica y de Asia Menor.
Las decisiones sobre el destino del Mediterr¨¢neo se toman fuera de ¨¦l o sin ¨¦l: eso engendra frustraciones y fantasmas. Las manifestaciones de alegr¨ªa ante el espect¨¢culo del Mediterr¨¢neo se vuelven contenidas y fugaces. Las nostalgias se expresan a trav¨¦s de las artes y las letras. Las fragmentaciones prevalecen sobre las convergencias. Desde hace alg¨²n tiempo se perfila en el horizonte un pesimismo hist¨®rico, un "crepuscularismo" literario. Las conciencias mediterr¨¢neas se alarman y, de vez en cuando, se organizan. Sus exigencias han dado origen, en el transcurso de las ¨²ltimas d¨¦cadas, a numerosos planes y programas: las Cartas de Atenas, Marsella y G¨¦nova; el Plan de acci¨®n para el Mediterr¨¢neo (PAM) y el Plan Azul de Sof¨ªa-Ant¨ªpolis que proyecta el futuro del Mediterr¨¢neo "ante el horizonte de 2025"; las Declaraciones de N¨¢poles, Malta, T¨²nez, Split, Palma de Mallorca, entre muchas otras; las Conferencias euromediterr¨¢neas de Barcelona, Malta, Palermo; los Foros de la sociedad civil de Barcelona, Malta y por ¨²ltimo N¨¢poles (con 1.200 personas de todos los pa¨ªses mediterr¨¢neos). Semejantes esfuerzos, loables y generosos en sus intenciones, estimulados o sustentados por comisiones gubernativas o instituciones internacionales, s¨®lo han conseguido resultados limitados.
?De qu¨¦ sirve repetir insistentemente, con resignaci¨®n o exasperaci¨®n, las agresiones que sigue padeciendo nuestro mar? Sin embargo, nada nos autoriza a dejarlas pasar en silencio: deterioro ambiental, contaminaci¨®n s¨®rdida, iniciativas salvajes, movimientos demogr¨¢ficos mal controlados, corrupci¨®n en sentido literal o figurado, falta de orden y escasez de disciplina, localismos, regionalismos, y tantos otros "ismos". En todo caso, el Mediterr¨¢neo no es el ¨²nico responsable de este estado de cosas. Sus mejores tradiciones (?las que asocian el arte y el arte de vivir!) se han opuesto en vano. Las nociones de intercambio y solidaridad, de cohesi¨®n y de "colaboraci¨®n", deben ser sometidas a un examen cr¨ªtico. El miedo a la inmigraci¨®n procedente de la costa Sur no basta por s¨ª solo para establecer una pol¨ªtica razonada.
El Mediterr¨¢neo se presenta como un estado de cosas, no logra convertirse en un proyecto. La costa Sur mantiene sus reservas, despu¨¦s de la experiencia del colonialismo. Ambas orillas fueron mucho m¨¢s importantes en los papeles utilizados por los estrategas que en los que despliegan los economistas. Se ha dicho de todo sobre este "mar primario" convertido en un estrecho de mar, sobre su unidad y su divisi¨®n, su homogeneidad y su disparidad; desde hace tiempo sabemos que no es ni "una realidad independiente" ni tampoco "una constante": el conjunto mediterr¨¢neo est¨¢ compuesto por muchos subconjuntos que desaf¨ªan o rechazan las ideas unificadoras. Concepciones hist¨®ricas o pol¨ªticas sustituyen a las concepciones sociales o culturales, sin llegar a coincidir o a armonizarse. Las categor¨ªas de civilizaci¨®n o las matrices de evoluci¨®n en el Norte y el Sur no se dejan reducir a denominadores comunes. Las propuestas de la franja costera y las que propone el interior se excluyen o se oponen.
El Mediterr¨¢neo ha afrontado la modernidad con retraso. No ha conocido la laicidad a lo largo de todos sus bordes. Para proceder a un examen cr¨ªtico de estos hechos es necesario, ante todo, liberarse de un lastre molesto. Cada una de las costas tiene sus propias contradicciones, que no dejan de reflejarse en el resto de la cuenca y en otros espacios, a veces lejanos. La consecuci¨®n de una convivencia en el seno de territorios multi¨¦tnicos o plurinacionales, all¨ª donde se cruzan y se mezclan entre s¨ª culturas distintas y religiones diferentes, sufre ante nuestros ojos una cruel derrota. No existe una sola cultura mediterr¨¢nea: hay muchas en el seno de un solo Mediterr¨¢neo. Se caracterizan por rasgos en algunos aspectos parecidos y en otros diferentes. Las semejanzas se deben a la proximidad de un mar com¨²n y al encuentro en sus orillas de naciones y formas de expresi¨®n cercanas. Las diferencias las marcan hechos de origen y de historia, de creencias y de costumbres. Ni las semejanzas ni las diferencias son absolutas o constantes: a veces prevalecen las primeras, a veces las ¨²ltimas. Lo dem¨¢s es mitolog¨ªa.
"Elaborar una cultura intermediterr¨¢nea alternativa". Poner en pr¨¢ctica un proyecto de este tipo no parece algo inminente; "compartir una visi¨®n diferenciada" es menos ambicioso, sin que por ello sea m¨¢s f¨¢cil de realizar. Tanto en los puertos como en mar abierto, "las viejas sogas sumergidas" que la poes¨ªa se propone hallar y anudar de nuevo, a menudo se han roto o han sido arrancadas por la intolerancia o la ignorancia. Durante mucho tiempo, este vasto anfiteatro ha visto el mismo re-
pertorio en el escenario, hasta el punto de que los gestos de sus actores son a veces conocidos y previsibles. Pero su genio ha sabido reafirmar en cada ¨¦poca su creatividad sin igual. Por tanto, hay que considerar de nuevo las nociones superadas de periferia y centro, las antiguas relaciones de distancia y proximidad, los significados de los cortes y las anexiones, las relaciones de las simetr¨ªas frente a las asimetr¨ªas. Ya no basta con observar estas cosas ¨²nicamente en una escala de proporciones o bajo un aspecto dimensional: se pueden considerar tambi¨¦n en t¨¦rminos de valores. Algunas concepciones euclidianas de la geometr¨ªa necesitan ser superadas. Las formas de ret¨®rica y de narraci¨®n, de pol¨ªtica y de dial¨¦ctica, invenciones del genio mediterr¨¢neo, se han empleado demasiado tiempo y a veces parecen desgastadas.
"?El Mediterr¨¢neo existe m¨¢s all¨¢ de nuestro imaginario?", nos preguntamos tanto en el Sur como en el Norte, en Poniente como en Levante. Y sin embargo existen modos de ser y maneras de vivir comunes o que se pueden aproximar, a pesar de las escisiones y los conflictos que vive o padece esta parte del mundo. Percibir el Mediterr¨¢neo partiendo s¨®lo de su pasado sigue siendo una costumbre tenaz, tanto en el litoral como tierra adentro. La "patria de los mitos" ha padecido las mitolog¨ªas que ella misma ha engendrado o que otros han alimentado. Este espacio rico en historia ha sido v¨ªctima de los historicismos. La tendencia a confundir la representaci¨®n de la realidad con la realidad misma se perpet¨²a: la imagen del Mediterr¨¢neo y el Mediterr¨¢neo real no se identifican en absoluto. Una identidad del ser, al ampliarse, eclipsa o rechaza una identidad del hacer mal definida. La retrospectiva sigue prevaleciendo sobre la perspectiva. Y as¨ª el mismo pensamiento permanece prisionero de los estereotipos.
.Traducci¨®n de News Clips.
Predrag Matvejevic es escritor y profesor de Estudios Eslavos en la Universidad de Roma. Autor de Breviario mediterr¨¢neo, su ¨²ltimo libro publicado es La M¨¦diterran¨¦e et l'Europe (Ed. Fayard)
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