El cerezo
Vengo leyendo noticias y comentarios en diversos medios que, por inexactos y tendenciosos, est¨¢n transmitiendo una imagen de mi barrio, ElCerezo, como un gueto de marginalidad, algo que, aunque les pese a los pol¨ªticos del PP y PA, dista mucho de la realidad, afortunadamente.
La barriada del Cerezo, como todas las de por aqu¨ª, surgi¨® en las d¨¦cadas 60/70 en lo que entonces eran las huertas de la Macarena. Todos los barrios de por aqu¨ª fueron de promoci¨®n privada y significaron para sus primeros propietarios una meta que unos a?os antes nos parec¨ªa inalcanzable.
Fundamentalmente, se pobl¨® de trabajadores industriales y empleados de la Sevilla de la ¨¦poca, muchos de ellos con inquietudes sociales, culturales y pol¨ªticas, y que, desde los sindicatos, partidos y movimientos vecinales, fueron los protagonistas de los cambios sociales de nuestra ciudad.
Era un barrio humilde, de al menos cuatro plantas sin ascensor, con una superficie de no m¨¢s de 55 metros, una alta densidad y una gran falta de espacios verdes, escolares, deportivos, etc., que en la actualidad provocan algunos de los problemas sociales que padecemos. A pesar de ello, este barrio cumpl¨ªa a la perfecci¨®n las modestas expectativas de quienes nos vinimos a vivir aqu¨ª.
En la actualidad, algunos de aquellos primeros vecinos ya han fallecido, la mayor¨ªa ha envejecido, y otros pudieron optaron por viviendas m¨¢s amplias con mejores prestaciones. Los que no tuvieron la oportunidad permanecen viviendo de forma honrada y pac¨ªfica como siempre hicieron.
Los huecos que por estas razones se hayan en el barrio, hoy los cubren aquellos a los que, como a nosotros entonces, tres o cuatro alturas de escaleras no les asustan, 55 metros les parece un espacio muy digno para vivir, y el entorno en el que se localizan mucho mejor que el que tuvieron que dejar en sus queridas tierras.
Es evidente que las distintas culturas y or¨ªgenes de los que llegan provocan conflictos y discrepancias con el resto de la poblaci¨®n. Unos rezan a nuestro mismo Dios, pero lo hacen a su manera; otros toman las pocas plazas como lugar de esparcimiento, como ¨²nica v¨ªa para estar juntos, para mitigar la nostalgia de su tierra (los que hayan trabajado en otros pa¨ªses deben saber lo que se siente). Y es verdad, alrededor de todos ellos siempre hay algunos que viven al borde de la ley, pero que en ning¨²n caso supone una novedad en un barrio que, desgraciadamente, conoce de cerca la delincuencia. O es que ya nadie se acuerda cuando dos etarras, blancos, muy blancos, se vinieron a vivir aqu¨ª. El Cerezo y su entorno no son barriadas marginales que necesiten planes especiales.
Al igual que el resto necesitan favorecer la convivencia, respeto a los distintos, solidaridad y unos servicios sociales adecuados para proteger y ayudar a la poblaci¨®n mayor a la que tanto debemos. Necesitan m¨¢s servicio de polic¨ªa para asegurar el descanso de sus vecinos, m¨¢s escuelas, limpieza, m¨¢s zonas deportivas, etc...
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