Serio, muy serio

Guillermo McGill a los parches: un respeto. Que el uruguayo es m¨²sico serio y circunspecto, adem¨¢s de muy le¨ªdo. Un raro esp¨¦cimen de m¨²sico pensante, y un l¨ªder con las ideas muy claras que no gusta de los gestos cara a la galer¨ªa. Sus alineaciones las dise?a sin atenerse a razones distintas a las estrictamente musicales. Si, luego, hay quien no le da la gana entender que Bernardo Sassetti es un pianista de jazz como la copa de un pino, all¨¢ ¨¦l.

El caso es que vino el susodicho al Centro de la Villa para presentar su disco Oraci¨®n; ya era hora. Es ¨¦ste un disco singular por estar dedicado a quien est¨¢ dedicado -los te¨®logos de la Liberaci¨®n- y por las fechas en que fue grabado, coincidiendo con los atentados de marzo de 2004. Tambi¨¦n por los m¨²sicos que en el mismo intervinieron, una especie de multinacional del jazz, cada m¨²sico de una nacionalidad distinta, y con Dave Liebman, antiguo escudero de Miles Davis y hoy rendido admirador de cuanto escribe e interpreta McGill, como invitado especial. Los mismos volvieron a verse las caras el domingo para interpretar unas piezas que ninguno de ellos hab¨ªa tocado desde el d¨ªa de su grabaci¨®n. Si pudo darse alguna m¨ªnima falta de sincronizaci¨®n, se perdi¨® en la solemnidad de una m¨²sica marcada por los d¨ªas en que fue concebida y por el recuerdo de aquellos a quienes est¨¢ dedicada.

Extra?a jornada la del martes cargada de emociones contenidas, de dramatismo soterrado; tambi¨¦n de buen jazz, como no pod¨ªa ser menos trat¨¢ndose de McGill y compa?¨ªa.