Con hondura
El canto directo y comunicativo del bar¨ªtono alem¨¢n Christian Gerhaher se alimenta desde sus ra¨ªces de la sabidur¨ªa de la sencillez. Por si esto no fuera suficiente, tiene, m¨¢s que un acompa?ante, un c¨®mplice absoluto en el pianista Gerold Huber. Los dos crean una atm¨®sfera muy apropiada para transmitir las esencias del lied. Huyen del espect¨¢culo y se centran en lo verdaderamente esencial: el di¨¢logo entre la palabra y la m¨²sica. No se limitan a una exposici¨®n correcta sin m¨¢s. Profundizan en los aspectos m¨¢s rec¨®nditos. Y de ese trabajo interiorizado se levanta con br¨ªo una sensaci¨®n de credibilidad, de pureza. Son grandes y no les hace falta tenerlo que proclamar continuamente. Lo que de ellos sale sobrecoge, convence. Las concesiones, las facilidades, no les conciernen.
XII Ciclo de Lied
Christian Gerhaher( bar¨ªtono).Con Gerold Huber, al piano. Canciones de Schubert y Mahler( Lieder eines fahrenden Gesellen y R¨¹ckert-Lieder). Fundaci¨®n Caja Madrid. Teatro de La Zarzuela, 28 de noviembre.
Es la tercera vez que vienen a este ciclo de lied, siempre juntos. La primera, en marzo de 2003, no est¨¢ tan lejos. Repiten de aquel monogr¨¢fico dedicado a Schubert varias canciones: Fischerweise, Alinde, Auf der Bruck; incluso Die G?tter Griechenlands, ofrecida anteayer como propina. La maestr¨ªa se mantiene. En el tratamiento del texto, en la elecci¨®n del ritmo de exposici¨®n, en el estilo preciso y mel¨®dico. La musicalidad con que se enfrentaron a Du bist die Ruh es dif¨ªcilmente superable. Y la contenci¨®n, y el sentido del equilibrio musical, y hasta el encanto. De escalofr¨ªo. Uno se deja llevar y siente cerca el esp¨ªritu del festival de la Schubertiade del Vorarlberg austriaco, especialmente de las m¨¢s pegadas al recogimiento y la naturaleza: Schwarzenberg en los montes de Bregenz, pongamos por caso. El bar¨ªtono y el pianista se sienten a gusto en estos pentagramas. Y lo transmiten con emoci¨®n.
Nuevo Mahler
Su Mahler era nuevo en esta plaza. Dos ciclos comprometidos, adem¨¢s, el de las Canciones del camarada errante (o del compa?ero de viaje, como se?ala con agudeza Blas Matamoro en sus notas al programa) y los R¨¹ckert-Lieder. En ellos mostraron los artistas sus cualidades dram¨¢ticas, su capacidad po¨¦tica para acometer lo que Arnoldo Liberman ha llamado en alguna ocasi¨®n "el coraz¨®n desgarrado" del autor.
En ese desgarramiento pudoroso y sufrido est¨¢, entre otras razones, la clave del acercamiento musical de Gerhaher y Huber (pi¨¦nsese, por ejemplo, en Um Mitternacht) a Mahler. La fuerza de la interpretaci¨®n acaba por imponerse a todo lo dem¨¢s. Y uno sale de la sala "tocado", con un estado de ¨¢nimo transformado respecto al que ten¨ªa al llegar.
Toda una demostraci¨®n palpable de la hondura de un recital que result¨® absolutamente conmovedor.
Babelia
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