El embajador de Francia

En los conciertos que ha dirigido en Espa?a durante 2005, William Christie ha dedicado una especial atenci¨®n al repertorio franc¨¦s, desde Charpentier a Campra. Esta semana, en Pamplona y Madrid, le ha correspondido el turno a Rameau, en una versi¨®n semiescenificada de la comedia l¨ªrica Les paladins. En este campo el director americano instalado en el pa¨ªs vecino es pr¨¢cticamente imbatible.

Christie permanece fiel en su dedicaci¨®n a una ¨¦poca concreta de la historia de la m¨²sica. No cae en la tentaci¨®n, como muchos de sus colegas, de salirse del tiesto de su especialidad y deslizarse hacia otros periodos con los consiguientes riesgos. La seguridad que transmite es apabullante y con un simple gui?o o indicaci¨®n obtiene unos niveles art¨ªsticos excepcionales. No deber¨ªa, en cualquier caso, bajar la guardia en los elementos a?adidos a la orquesta que, al fin y al cabo, est¨¢n tambi¨¦n bajo su responsabilidad. En el caso de esta ¨®pera de Rameau el reparto vocal, siendo aceptable, podr¨ªa haber tenido un poco m¨¢s de enjundia, y la puesta en escena, aun transmitiendo vida y movilidad, deber¨ªa haber desprendido algo m¨¢s de sustancia.

La principal ventaja de las versiones semiescenificadas radica en la capacidad de sacar a la luz hasta sus ¨²ltimas consecuencias el registro teatral de los cantantes, solos ante el peligro al prescindir de escenograf¨ªas y otros elementos de apoyo est¨¦tico. En esta ocasi¨®n se les adorna con pa?uelitos de color, se congelan con frecuencia las composiciones pl¨¢sticas y se enfatiza el movimiento de una manera casi infantil. Todo es muy decorativo, muy elemental, muy esteticista, pero con poco fuste.

Entre los cantantes destac¨® Danielle de Niese, entre otras razones porque adem¨¢s de ser un animal teatral, es un bellez¨®n. Ya ocurri¨® tambi¨¦n cuando hizo el personaje de Cleopatra, de Julio C¨¦sar, de Haendel, con Minkowski, en Valladolid. Canta suficientemente bien, desde luego, pero su atractivo es hechizante y obnubila el pensamiento. No estuvo nada mal Jo?o Fernandes y tampoco Matthieu de L¨¦croart. De todas maneras, las voces no estuvieron a la altura de los instrumentistas. El nivel orquestal es algo que ya se esperaba. Se les supone, como dir¨ªa aqu¨¦l. Y Christie revalid¨® su condici¨®n de embajador de la m¨²sica francesa del XVII y XVIII. Y hasta la de rey. Pero, en fin, esto ya se sab¨ªa, aunque convenga recordarlo de vez en cuando.