El teatro de Pinter en Espa?a
Vi mi primer Pinter a los ocho a?os. En televisi¨®n. S¨ª, aunque les cueste creerlo: la televisi¨®n franquista de los a?os sesenta. El a?o 1965, concretamente. En la primera cadena (la ¨²nica: a¨²n no hab¨ªa sido descubierto el planeta UHF) y a las diez de la noche. La obra era Tea Party y su protagonista Fernando Rey. Luego me enter¨¦ de que era una obra "dif¨ªcil". Bueno, a m¨ª no me lo pareci¨®, y no era ning¨²n genio. Iba de un tipo que cre¨ªa tener alucinaciones visuales. De repente, la gente que le rodeaba comenzaba a comportarse extra?amente. Eso era lo m¨¢s inquietante: no es que viera monstruos, sino distorsiones de la realidad. La verdad es que aquello no era muy distinto de un episodio de La dimensi¨®n desconocida o de un gui¨®n de Juan T¨¦bar para Chicho. A?os despu¨¦s le¨ª que Pinter la hab¨ªa escrito para televisi¨®n, y las cadenas europeas se comprometieron a montarla y emitirla el mismo d¨ªa, en doce o catorce producciones distintas. Imaginen algo as¨ª en la actualidad.
En 1996, las salas alternativas de Barcelona se volcaron con un memorable "Oto?o Pinter"
Por aquella ¨¦poca, Pinter era
feudo de las compa?¨ªas independientes. Como Dido Peque?o Teatro, que hab¨ªa estrenado El portero en 1962, en el Mar¨ªa Guerrero, sesi¨®n ¨²nica ("C¨¢mara y Ensayo"), dirigida por Trino Mart¨ªnez Trives. Aquel mismo a?o la dirigi¨® Salvat en el Calder¨®n, con el mismo reparto y escenograf¨ªa de Fabi¨¤ Puigserver, que acababa de llegar de Polonia y todav¨ªa firmaba como "Fabi¨¤ Sl¨¦via". En 1966, el Teatre Experimental Catal¨¤ present¨® L'habitaci¨® (The Room) y El cambrer mut, que era como traduc¨ªan, literalmente, The Dumb Waiter, el montaplatos. De pronto, en 1967, sucedi¨® algo casi tan ins¨®lito como la emisi¨®n de Tea Party. Luis Escobar, un hombre "de la situaci¨®n", tradujo, produjo y dirigi¨® La colecci¨®n y El amante en su teatro, el Eslava. Es decir, que Pinter entr¨® en el "teatro comercial", y gir¨® luego por toda Espa?a con la compa?¨ªa Gemma Cuervo-Fernando Guill¨¦n, respaldados por Agust¨ªn Gonz¨¢lez y Paco Guijar. Tres a?os despu¨¦s, Escobar reincidi¨® con Retorno al hogar, el texto m¨¢s feroz de Pinter hasta la fecha. "?Menuda barbaridad era aquello! ?Y qu¨¦ inconsciencia la m¨ªa!", escribir¨ªa el marqu¨¦s en sus memorias. Pero la mont¨®. Con Sim¨®n Andreu, Maria Cuadra y F¨¦lix Dafauce como el padre. Funci¨®n ¨²nica, en el Marquina, contestad¨ªsima por la cr¨ªtica "oficial". No vi aquel montaje, pero corr¨ª a comprar el libro, que public¨® -otra paradoja: un mes antes de su estreno- la editorial Aym¨¤ en su espl¨¦ndida colecci¨®n Voz/Imagen, donde pudimos leer, por vez primera, textos de Miller, de Durrenmatt, de Brecht, de Beckett, de Espriu y Buero. En 1974, nuevo Pinter en el Eslava y nueva direcci¨®n de Escobar: Viejos tiempos. Con reparto de lujo: Irene Guti¨¦rrez Caba, Lola Cardona y Paco Rabal. Que, por cierto, se despidi¨® de la escena con aquella funci¨®n. Poco antes, William Layton hab¨ªa presentado en el TEI de Magallanes Un ligero dolor, con Paca Ojea y Jos¨¦ Carlos Plaza. Una funci¨®n "de M¨¦todo" en el mejor sentido de la palabra. La de Escobar tambi¨¦n me gust¨® mucho, pero era otra cosa. Corr¨ªa el rumor de que ninguno de sus tres actores sab¨ªa "de qu¨¦ iba" la obra, pero funcionaba. A Mamet le hubiera encantado, porque hac¨ªan Viejos tiempos escena a escena, sin buscar sentidos generales o "arcos del personaje". No "mostraban lo que hab¨ªan averiguado" sino que "interpretaban lo que estaba escrito": Acci¨®n/reacci¨®n, y a por la siguiente.
A partir de entonces, Pinter de
saparece de nuestra escena. En los primeros ochenta, Victor Batall¨¦, otro pinteriano ac¨¦rrimo, traduce y dirige en el Festival de Sitges las piezas cortas de Other places. En 1987 llega (m¨¢s vale tarde que nunca) al Lliure, con otro programa doble compuesto por The Dumb Waiter (traducido, ahora s¨ª, como El muntaplats), a cargo de Carme Portaceli, y un estreno: la estremecedora One for the road, titulada L'¨²ltima copa y dirigida por Xicu Mas¨®. De ah¨ª mi memoria salta a 1994, cuando Mar¨ªa Ruiz repone Retorno al hogar con Juanjo Men¨¦ndez como el padre (en la que ser¨ªa, si no me equivoco, su ¨²ltimo trabajo teatral) y con Eduard Fern¨¢ndez, fulminante revelaci¨®n como el Zucco de Pasqual, en el rol de Teddy, el hijo que vuelve. En 1996, las salas alternativas de Barcelona, lideradas por la Beckett, echaron la casa por la ventana con un memorable "Oto?o Pinter", con coloquios, lecturas, reposiciones (L'amant, a cargo de Pere Sagrist¨¤), y reinvenciones (Spregelburd dirigi¨® el remix de Old Times y Betrayal del que les hablaba la semana pasada). Vino el maestro, aplaudi¨® el montaje de Un ligero malestar, dirigido por Alan Mandell, con Lina Lambert y Manuel Carlos Lillo y present¨® en el Mercat su nueva obra, Ashes to Ashes, con Stephen Rea y Lindsay Duncan. Dos operaciones similares se sucedieron en Madrid, en la sala Pradillo, y en Valencia, a cargo de Moma Teatre. En 1999, el Festival La Alternativa organiz¨® un Ciclo Pinter, con abundantes lecturas dramatizadas y funciones dirigidas por Roberto Cerd¨¢ (La pen¨²ltima copa), Denis Rafter (El camarero ausente), Vicente Le¨®n (El amante/La colecci¨®n) y el estreno de No Man's Land (Tierra de nadie), firmado por Francisco Vidal. En 2002, Carles Alfaro reuni¨® Celebraci¨®n, Una Alaska particular, La pen¨²ltima copa y Estaci¨®n Victoria bajo el t¨ªtulo de Cuatro historias de Pinter. No quisiera cerrar esta rememoraci¨®n sin mencionar, para mi gusto, los dos mejores espect¨¢culos pinterianos de los ¨²ltimos a?os. En 1999, Carme Portaceli present¨® en el desaparecido Artenbrut de Barcelona una formidable puesta de Old Times (Els vells temps), con Pere Arquillu¨¦, Lluisa Mallol y Merc¨¨ Anglas, y en 2002 Xavier Albert¨ª volvi¨® a dirigir a Lina Lambert, v¨¦rtice de un tri¨¢ngulo completado por Pep Tosar y Jordi Collet, en Betrayal (Traici¨®), que se convirti¨® en el ¨¦xito de la temporada en la tambi¨¦n barcelonesa sala Muntaner.
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