La utop¨ªa posible
MICHEL HOUELLEBECQ utiliza la pasta que tiene a mano -experiencias, mitos, opiniones y tambi¨¦n los lugares comunes de su ¨¦poca y su generaci¨®n, la de los nacidos en los a?os sesenta- para dar forma a la mujer. En casi todas sus novelas las mujeres cumplen el rol de iconos, jam¨¢s abandonan el estereotipo: son mujeres vulnerables, representan la armon¨ªa, son la promesa del verdadero amor, son maternales y casi siempre seductoras. Como en el G¨¦nesis, ellas son las Evas que extienden la manzana a Ad¨¢n. Es curiosa la forma como Houellebecq puede hacer pasar por elogio y fascinaci¨®n lo que puede ser desd¨¦n y misoginia. Primero las reduce a una funci¨®n puramente reproductiva ("estoy sola como una idiota / con mi co?o / idiota"), luego las rescata para convertirlas en s¨ªmbolo del bienestar. ?Por qu¨¦ las mujeres siempre en ese rol de m¨¢ter pur¨ªsima o m¨¢ter dolorosa? Porque en una novela sociol¨®gica, los roles y las funciones de los personajes deben estar muy bien delineados, no puede haber lugar a la confusi¨®n. En Las part¨ªculas elementales, el amor surge incluso en medio de esa industria fr¨ªa del sexo, en los lugares de intercambio. ?se es el lugar donde los patrones de belleza y las categor¨ªas sociales podr¨ªan disolverse para funcionar como una utop¨ªa colectiva. Las relaciones parecen espacios energ¨¦ticos en los que dos personas se encuentran y se enfrentan. Tal vez ese enfrentamiento consista en acoger, no en esa dial¨¦ctica en la que siempre hay un amo y un esclavo. El amor cort¨¦s legitima la tiran¨ªa sobre otras personas, dec¨ªa Sartre. Tal vez Houellebecq busque renovar una utop¨ªa del amor compartido, un amor entre dos personas que podr¨ªan ser el modelo de los clones de un nuevo para¨ªso. El problema es que sean clones y no simplemente humanos, el problema es la imperfecci¨®n del proyecto, que se interpreta como falla ontol¨®gica, y produce vac¨ªo. Por eso, las constantes referencias a la falta de sentido y las provocaciones c¨ªnicas. La utop¨ªa de ahora podr¨ªa ser el compartir para salir de la atomizaci¨®n que produce la vida contempor¨¢nea para que se produzca un verdadero encuentro. Pero tal vez ese encuentro empiece consigo mismo: "ba?arse bajo el sol como bajo la luz de las estrellas, y no sentir nada m¨¢s que una ligera sensaci¨®n nutritiva y obscura", escribe Houellebecq.
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