Un forense de cuerpos vivos
La Violencia -con V may¨²scula- ligada a la idea de la injusticia como su reflejo autom¨¢tico siempre ha sido El Tema en la obra de Pete Dexter. Escritor de l¨ªnea dura y formado en la calle -supo ser camionero, vendedor ambulante y periodista de choque-, lo suyo es la pr¨¢ctica de autopsias sobre los cuerpos vivos de sus personajes para comprobar de qu¨¦ modo un acontecimiento bestial afecta a sus vidas para siempre. El lugar y la ¨¦poca es lo de menos; porque para Dexter (Michigan, 1945) la violencia est¨¢ en todas partes y a toda hora. Ya sea en la brutal Filadelfia de God's Pocket (1983) y Amor fraterno (1991), en el Salvaje Oeste de Deadwood (1986, uno de los mejores westerns jam¨¢s escritos), en el muy faulkneriano Sur de Paris Trout (1988, ganadora del National Book Award) o en la pantanosa y corrupta Florida contempor¨¢nea de El chico del peri¨®dico (de 1995, y alguna vez en los planes f¨ªlmicos de Pedro Almod¨®var).
TRAIN
Pete Dexter
Traducci¨®n de Javier Calzada
Anagrama. Barcelona, 2005
383 p¨¢ginas. 19 euros
Una d¨¦cada despu¨¦s, Dex
ter ofrece con Train su novela m¨¢s negra. Pertinente aclaraci¨®n: para Dexter -como para Chandler, Goodis, Thompson, Crumley, Price o Ellroy-, "lo policial" es, apenas, el envase. Lo que vale es el espeso y oscuro l¨ªquido que hay ah¨ª adentro. Un destilado de pasiones y pecados en el que, si hay suerte, se percibe, al fondo del paladar, el esquivo sabor de la redenci¨®n.
As¨ª que el a?o es 1953 y la ciudad es la diab¨®lica Los ?ngeles. Y hay un polic¨ªa lac¨®nico llamado Miller Packard, paria de buena familia y sobreviviente del naufragio del Indian¨¢polis, uno de los episodios m¨¢s terribles de la II Guerra Mundial. Y hay un par de caddies negros responsables de un doble asesinato y una violaci¨®n que no demoran en ser sumariamente ejecutados. Y hay una viuda inestable a la que le falta un pez¨®n desde esa noche fatal. Y hay un periodista m¨¢s que dispuesto a averiguar la verdad detr¨¢s de la historia oficial. Y hay una fot¨®grafa caliente. Y hay un ex boxeador en ca¨ªda. Y hay nuevas urbanizaciones en desarrollo mientras los Rosenberg arden en la silla el¨¦ctrica. Y, lo m¨¢s importante, hay otro caddie negro: el adolescente y muy talentoso golfista a escondidas Lionel Walk Jr., mejor conocido como Train, y uno de los personajes m¨¢s intensos e interesantes de la reciente literatura norteamericana.
El ambiente golf¨ªstico -y el country-club como zona franca donde comulgan amos y esclavos- es el contrapunto enga?osamente pastoral para tanta podredumbre; pero es tambi¨¦n en el microcosmos multirracial de los links donde Dexter se demora para mostrar la torpe codicia de los humildes y la casi infantil maldad de los poderosos. Y es all¨ª donde la involuntaria condici¨®n de "puente" entre blancos y negros que es Lionel Walk -midiendo insuperables distancias morales con la misma sabidur¨ªa con que elige un palo para un determinado golpe- convierte a Train en algo especial y diferente. Una novela criminal que -al igual que Santuario o El largo adi¨®s o 1.280 almas- no se conforma con ser nada m¨¢s que eso. Un thriller que -como el Chinatown de Towne & Polanski- homenajea mientras reinventa. Pensar tambi¨¦n en Train como en una extrema love-story que bien pudo firmar ese Nathanael West (ver el episodio del viaje a M¨¦xico, el accidente en la carretera y el camionero perverso) para quien hasta el ¨²ltimo secundario era interesante: hombres y mujeres fuera de la ley apare¨¢ndose con furia -con una prosa despiadada y l¨ªrica, en una tercera persona de primera- comprendiendo que "las cosas eran como eran" y que "a la hora de la verdad, las buenas intenciones y las malas intenciones dan exactamente lo mismo". Y que, por tanto, s¨®lo se puede hacer justicia deshaci¨¦ndola.
Y cerca de un final que parece m¨¢s o menos feliz -con Packard y Train como t¨¢ndem triunfal en campos de golf-, Dexter nos tiene reservado un ¨²ltimo y terrible golpe, un birdie de esos que quitan el aliento, un ¨²ltimo hoyo del que no hay retorno y que nos recuerda, por si hiciera falta, que "¨¦ste es un mundo hambriento". E insaciable. Y que, aun as¨ª, no podemos dejar de leerlo y contemplarlo; porque por suerte existen maestros como Dexter que insisten en ense?arlo poni¨¦ndolo por escrito.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.