Las hojas muertas
As¨ª llaman los franceses a las hojas secas que decimos nosotros, que caen en oto?o. Para los amantes de la naturaleza son un espect¨¢culo, un placer para el olfato, para el o¨ªdo cuando andas sobre ellas. Pero para los que no entienden nada, que no quieren que los ¨¢rboles humanicen y embellezcan un poco las ciudades, como es el caso del Ayuntamiento de Colmenar Viejo y su "contrata" de cuidado de parques y jardines, las hojas son una molestia que eliminan m¨¢s r¨¢pidamente que las cacas de perro.
Pero lo malo no es que las barran, es que las barren con esas m¨¢quinas infernales soplapolvo que producen un ruido inaguantable. Y, adem¨¢s de meter el ruido, esas maquinitas gastan combustible. O sea, gasto y molestia sonora para hacer algo que no deben hacer porque, en ¨²ltimo caso, esas hojas aportan nutrientes al suelo e incluso calor a la hierba cuando nieva, adem¨¢s de ser lo natural al oto?o.
Esos soplapolvos y las m¨¢quinas barredoras de aceras los han inventado los que quieren dar una caracter¨ªstica de potencia a un trabajo que ellos consideran femenino. Metiendo ruido y gastando combustible no se consideran barrenderos. As¨ª que, visto lo mal que lo hacen, lo mejor es que ese trabajo fuera b¨¢sicamente para mujeres. Quien mejor ha barrido mi calle ha sido este verano una mujer que ha sustituido a los que lo hacen normalmente.
Pero entonces los responsables tendr¨ªan que poner un poco de l¨®gica en los instrumentos y buscarlos mejores en otros pa¨ªses. Me refiero a los cepillos pesad¨ªsimos que los barrenderos usan como rastras d¨¢ndoles la vuelta y son mucho peores y m¨¢s lentos. Y los carros con sus grandes cubos deb¨ªan ser de aluminio o con elementos pl¨¢sticos para que sean menos pesados de mover. Y, como llevan dos cubos, deb¨ªan separar la basura de envases y la verde con papeles. As¨ª dar¨ªan ejemplo.
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