El flamenco o la fuerza de un superviviente
En apenas unos d¨ªas, el flamenco ha reunido hechos -m¨¢s all¨¢ de la breves y escasas rese?as discogr¨¢ficas o de espect¨¢culos- que le han otorgado un espacio inhabitual en los principales medios informativos. El congreso dedicado a La Ni?a de los Peines, la inauguraci¨®n de la sede de la Agencia Andaluza para el Desarrollo de lo mismo, y...?el no de la UNESCO! La negativa llegaba precisamente el d¨ªa en que un buen n¨²mero de cabales se reun¨ªan alrededor del legado cantaor de Pastora Pav¨®n, una figura que bien podr¨ªa simbolizar la trascendencia de un arte con una incre¨ªble capacidad de supervivencia. Porque al flamenco lo han intentado matar muchas veces. Casi desde antes de que se configurara como la forma art¨ªstica que hoy conocemos, se han escuchado voces que presagiaban su fin.
Y no se ha tratado de cualquier voz: en este prop¨®sito se han reunido desde los propios interesados en su defensa hasta parte de sus protagonistas. De Falla a Caracol pasando por centenares de los autodenominados puristas, continuamente ha existido una inclinaci¨®n a certificar la muerte de la pureza y de conceptos afines. Algo que siempre chocar¨¢ a los que entendemos este arte como una maravillosa decantaci¨®n de aportaciones que ocurren en un espacio geogr¨¢fico y un tiempo hist¨®rico concreto, el resultado de un mestizaje que ha terminado por configurar una expresi¨®n musical en la que las estrofas, los ritmos y las melod¨ªas -tomadas de aqu¨ª y de all¨¢- han adquirido una entidad propia que la diferencian de otras formas vecinas. Es el aire, el tono, la escala, su polirritmia, junto a los elementos que han aportado sus creadores, lo que hacen del flamenco una m¨²sica ¨²nica y singular. O es que hay alguien que lo ponga en duda.
Y de nuevo, en el breve espacio de una semana, parece que surgen voces que devuelven sombras e incertidumbres sobre este arte. Ahora que el flamenco no es ya de se?oritos ni de cuartitos, ni vende sus valores junto a n¨²meros de variet¨¦s; en el tiempo en que m¨¢s y mejor -bienvenidos esos softwares que restauran los viejos archivos- se puede escuchar a Chac¨®n, Torre y Pastora; cuando el cante y, sobre todo, el toque ocupan espacios en los festivales de jazz, de cl¨¢sica y hasta de rock. Y qu¨¦ decir del baile que, desde las pullae gaditanae hasta los contratos americanos de Sol Hurok, ha sido siempre un embajador universal de nuestra idiosincrasia.
En el siglo XXI, en el que algunos flamencos obtienen audiencias propias del pop, si no el reconocimiento de instituciones antes impensables. Justo ahora ?vamos a escuchar a los agoreros? Decididamente no. Pero vayamos por partes.
La negativa de la UNESCO a que el flamenco sea considerado Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad hay que valorarla en su justa medida. Puede que tan s¨®lo se trate de una cuesti¨®n de oportunidad de la candidatura. Nos dicen que no se establecen los mecanismos para su conservaci¨®n: ?es que se ha olvidado incluir la importante labor del Centro Andaluz de Flamenco en sus 18 a?os de existencia? Pero sobre todo, a nadie se le escapa que el flamenco est¨¢ vivo, que no corre riesgo de desaparici¨®n, y que tampoco es que le haga mucha falta, frente a otras manifestaciones que s¨ª, la figura protectora que la UNESCO otorga. Quiz¨¢s por ello, y aunque se han alzado voces cr¨ªticas en diferentes medios, en estos d¨ªas no me he encontrado a ning¨²n cabal especialmente apesadumbrado por la decisi¨®n. Ser¨¢ que somos muchos los que, con reconocimiento o sin ¨¦l, tenemos la certeza de que este arte no es ya un patrimonio, sino un tesoro de la humanidad. Otra cosa es que aqu¨ª estemos convencidos de ello y se haya sabido vender y exportar en todo su potencial; una ancestral indolencia que provoca paradojas como la de que sean sellos y artistas franceses, holandeses o americanos los que copen las estanter¨ªas de flamenco en las grandes tiendas de discos del mundo.
En esta l¨ªnea, la creaci¨®n de la Agencia Andaluza para el Desarrollo del Flamenco podr¨ªa venir m¨¢s que al pelo. Sin embargo, una sombra de incertidumbre -si no de desconfianza- acompa?a a dicha agencia en estos d¨ªas de su presentaci¨®n. Han existido actuaciones y declaraciones ya conocidas por todos que parecen contrariar el esp¨ªritu que anima su creaci¨®n y que, seg¨²n la consejera de Cultura, es "respetar y fortalecer el tejido empresarial andaluz sin el objetivo de sustituirlo" , adem¨¢s de velar por la "protecci¨®n y conservaci¨®n del flamenco y su incorporaci¨®n a los circuitos de mercado y registro comercial con una pol¨ªtica coherente...". Hasta ah¨ª, y siempre que esa idea se plasme en hechos, no habr¨ªa problemas. Se muestra, pues, necesario un esfuerzo de delicadeza, un clima de transparencia, y un plus de respeto hacia artistas y productores para encajar hechos con ideas. Esas son las formas que el flamenco demanda, porque, a pesar de su fortaleza y capacidad de supervivencia, a ning¨²n ser vivo le sientan bien determinados palos.
Ferm¨ªn Lobat¨®n es periodista e historiador musical y del flamenco.
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