Opacos y sospechosos
Por principio, y a falta de pruebas o indicios veros¨ªmiles, debi¨¦ramos creer lo que dicen las autoridades, cuanto menos como una extensi¨®n del precepto penal in dubio pro reo. Pues eso, en caso de duda, absolvamos a los gobernantes, cuyas propuestas y decisiones no siempre hay que asimilar a la trapacer¨ªa o prevaricaci¨®n. Tal ocurre a prop¨®sito del proyectado campo del Valencia CF y de unas declaraciones del concejal delegado de Grandes Proyectos de esta ciudad, Alfonso Grau. Asegura el edil que "hay y habr¨¢ absoluta transparencia sobre el tema del nuevo estadio, y sobre la garant¨ªa del patrimonio p¨²blico valenciano, igual". O sea, que no debemos ver fantasmas ni juego sucio en esa magna operaci¨®n que se est¨¢ urdiendo para rehabilitar la econom¨ªa del mentado club y dotar al cap i casal de una instalaci¨®n deportiva excepcional.
Sin embargo, a nosotros, como a no pocos ciudadanos, quiz¨¢s lerdos y aprensivos, las manifestaciones del mun¨ªcipe no nos tranquilizan ni mucho menos iluminan. A falta de las necesarias y complejas precisiones -que en su d¨ªa habr¨¢n de divulgarse, suponemos- toda esta maniobra urbano-futbol¨ªstica se condensa en el siguiente tr¨¢mite, sucintamente expuesto: el Ayuntamiento capitalino recalifica el espacio que ocupa actualmente el viejo Mestalla, incluyendo unas cuantas calles adyacentes para obtener la edificabilidad deseada por la entidad deportiva. En la misma tacada, la Corporaci¨®n cede una parcela de casi 90.000 metros cuadrados en la avenida de las Cortes, donde el club edificar¨¢ su coliseo, y se apropiar¨¢ del suelo y del vuelo. O sea, de todo. Despu¨¦s compensar¨¢ a la ciudad con terrenos de "valor equiparable".
As¨ª dicho, no cabe duda de que es un negocio redondo para las arcas y accionariado valencianista, beneficiario de un pelotazo descomunal. Incluso pueden celebrarlo los forofos del equipo blanquinegro que priman los intereses de ¨¦ste sobre los generales de Valencia. Lo que no est¨¢ claro -por ahora, decimos- es qu¨¦ gana la ciudad, al margen de ofrendar nuevos y aparentemente desmedidos favores al club despu¨¦s de los concedidos hace tan s¨®lo unos pocos a?os para llevar a cabo una reforma de Mestalla que puede figurar en la antolog¨ªa de las grandes chapuzas. El portavoz del grupo municipal socialista, Rafael Rubio, ha formulado preguntas y objeciones muy pertinentes, no obstante saber que se trata de un asunto en el que, por amor a los colores, como se dice, la emotividad obnubila la raz¨®n y que le saldr¨ªa m¨¢s rentable callar y dejar hacer, aunque con grave merma de su decencia pol¨ªtica.
El beneficio de la duda, al que alud¨ªamos, hay que extenderlo a otra trama o tramoya que acaba de fabricar la Consejer¨ªa de Territorio y Vivienda, en virtud de la cual muchos promotores de Programas de Actuaci¨®n Integrada (los perversos PAI) quedan liberados de ceder millones de metros cuadrados a la Administraci¨®n. El singular regalo navide?o se ha producido, adem¨¢s, mediante un pasmoso retorcimiento de las normas parlamentarias. Resulta obvio que, de nuevo, el responsable del departamento anotado debe dar pelos y se?ales de esta novedad que abunda en la opacidad y consecuente sospecha. El concejal y el consejero han de comprender que, en punto a solares de titularidad p¨²blica y ladrillos, con tanto chorizo suelto, toda cautela y transparencia es poca.
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