Problemas de vuelo
La gira europea de la secretaria de Estado estadounidense, Condoleezza Rice, se ha visto dominada por el esc¨¢ndalo de los vuelos secretos y supuestas c¨¢rceles clandestinas estadounidenses para prisioneros acusados de delitos de terrorismo. Los graves indicios de que Washington ha utilizado los territorios y el espacio a¨¦reo de sus aliados europeos para una lucha antiterrorista con recursos ilegales como el secuestro y la tortura suponen, de nuevo, un duro rev¨¦s para la imagen de la democracia norteamericana, como ya lo fueron los esc¨¢ndalos de tortura en c¨¢rceles de Irak o en Guant¨¢namo. Pero amenazan, adem¨¢s, con salpicar a Gobiernos europeos, algunos de los cuales estaban, al parecer, mejor informados de lo que ahora pretenden.
En el ojo del hurac¨¢n se encuentra en este momento, cuando todav¨ªa no lleva tres semanas de ejercicio, el Gobierno de Angela Merkel. La cuesti¨®n llega en el peor momento para el Gabinete alem¨¢n, deseoso de dar carpetazo a las graves diferencias habidas entre Washington y Berl¨ªn durante el segundo mandato de Gerhard Schr?der. Merkel asegura que Rice ha reconocido errores, al menos en el caso de un ciudadano germano de origen ¨¢rabe secuestrado en Macedonia por la CIA y liberado cinco meses despu¨¦s. Pero la ministra de Exteriores estadounidense ha manifestado en Alemania, Rumania y Ucrania que las fuerzas antiterroristas de su pa¨ªs, CIA incluida, tienen ¨®rdenes de respetar los derechos humanos de los detenidos. Y que, en todo caso, cuando sus actuaciones se producen en territorio de los aliados, ¨¦stos est¨¢n informados.
En el caso de Alemania, de los m¨¢s de 400 vuelos de la CIA registrados y del secuestro del alem¨¢n Jaled Masri, todo indica que era as¨ª. Berl¨ªn ha reaccionado con prontitud para evitar que este problema se convierta en la primera gran crisis del Gobierno de coalici¨®n. No puede echar las culpas al anterior Ejecutivo, porque el m¨¢ximo responsable bajo Schr?der de la coordinaci¨®n de los servicios secretos -y, por tanto, el primero en haber sido informado respecto a estas actuaciones- es el nuevo ministro de Exteriores, Frank-Walter Steinmeier. Y ¨¦ste ya ha reconocido haber sabido del caso Masri y tendr¨¢ que declarar ante la comisi¨®n parlamentaria de Secretos Oficiales.
Los Gobiernos europeos tienen que ser inflexibles en su pol¨ªtica de exigir transparencia y respeto por los derechos humanos en una lucha antiterrorista muy complicada. Pero para reclam¨¢rselo con credibilidad a Estados Unidos han de cumplir ellos estrictamente con esos principios; de lo contrario, todas las buenas intenciones pueden acabar en farsa.
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