A la caza del tigre en un coto de Extremadura
M¨¢s de 20 personas han participado en matanzas de animales salvajes en Badajoz
Los tres cazadores posaban para la foto cuando los agentes de la Guardia Civil irrumpieron en el coto. El tigre yac¨ªa a sus pies con dos disparos. Los cazadores le levantaban la cabeza; pon¨ªan el pie sobre el trofeo; alzaban la carabina calibre 22, prohibida para cazar pero perfecta para la ocasi¨®n. Hace poco ruido y deja s¨®lo un min¨²sculo agujero. As¨ª la piel lucir¨¢ m¨¢s en la pared. Un tigre en Badajoz. Menuda pieza. Menuda foto. Los cazadores hab¨ªan llegado a la finca Lunares, en Monterrubio de la Serena (Badajoz) desde Madrid y Fuenlabrada, como en los meses anteriores hicieron una veintena de supuestos aficionados. Esta es la historia de c¨®mo se cazaban tigres y leones en Extremadura.
Manuel D., de 41 a?os, ten¨ªa un negocio redondo. Organizaba cacer¨ªas de perdices, zorzales y caza mayor. "Es un hombre muy organizado. Tra¨ªa italianos y portugueses de mucho dinero a cazar", relata su primo Jes¨²s Cabanillas. En la plaza mayor de Monterrubio no hay nadie. Cabanillas pasea solo por las calles empedradas de este pueblo blanco de 3.000 habitantes. En una esquina, la oficina de Manuel: Sierra del Oro, organizaciones cineg¨¦ticas. Adem¨¢s de la finca familiar, Manuel explota cotos de otra gente. Es un gestor cineg¨¦tico: organiza cacer¨ªas en Austria, Argentina, donde sea. Cr¨ªa corzos, gamos, y luego da monter¨ªas en Extremadura. Conduce un flamante todoterreno.
Pero la voz se corri¨® y la Guardia Civil recibi¨® un soplo en verano de que Manuel cazaba de todo, seg¨²n explic¨® ayer el teniente coronel de Badajoz, Antonio Basilio S¨¢nchez. Los agentes aguzaron el o¨ªdo y m¨¢s de tres meses despu¨¦s, en noviembre, supieron que acababan de cazar un tigre. A partir de entonces se apostaron junto al coto, de 70 hect¨¢reas y rodeado por una valla de m¨¢s de dos metros, seg¨²n detall¨® el sargento Esteban Buitr¨®n, que dirigi¨® la operaci¨®n.
El s¨¢bado pasado por la ma?ana escucharon dos disparos y una decena de agentes interrumpi¨® la fiesta. Junto a los tres cazadores, D. J. O., de 55 a?os, su esposa, B. T. S., de 52, y J. F. M., de 33 a?os, detuvieron a Manuel, a su hijo de 16 a?os y a dos guardas de la finca. Siete arrestados en un caso sin precedentes.
En otras jaulas hab¨ªa otro tigre y un le¨®n, a la espera de los dos cazadores que no hab¨ªan disparado. La caza no ten¨ªa mucho m¨¦rito: los guardas abr¨ªan la jaula y los cazadores disparaban nada m¨¢s salir. Luego posaban, lo decapitaban y lo despellejaban. Los agentes hallaron tambi¨¦n restos del primer tigre, el de noviembre, y una fosa de huesos de lo que los agentes creyeron lobos y linces, pero que un an¨¢lisis a primera vista realizado ayer por la Junta de Extremadura pone en duda. "No ten¨ªan cabeza, lo que hace sospechar que eran animales valiosos, aunque puede ser que los jabal¨ªes se la hayan arrancado porque es lo primero que se comen. Pueden ser lobos, pero no parecen ib¨¦ricos, sino tra¨ªdos del norte de Europa", seg¨²n fuentes de la Junta. La necropsia lo confirmar¨¢.
El tigre permanec¨ªa ayer en una bolsa en el Centro de Recuperaci¨®n de Especies de la Junta. Las balas que acabaron con ¨¦l ten¨ªan la punta hendida para que explotasen al contacto con el animal. Para no fallar. Los huesos llevaban enterrados mucho tiempo. El le¨®n y el tigre indultados por los agentes fueron trasladados a un zool¨®gico de M¨¢laga.
Tras las detenciones, la Guardia Civil inspeccion¨® la finca y la casa del due?o. Hab¨ªa restos de especies en peligro y fotos de m¨¢s de 20 cazadores, siete u ocho del pueblo, posando con animales salvajes. Un cazador experto que conoce la zona asegura: "Un lobo cuesta 24.000 euros y un tigre o un le¨®n unos 36.000, aunque depende de la melena". Este cazador, que prefiere no dar su nombre, afirma que los implicados "no son cazadores. Disparar a un tigre que sale de la jaula es como disparar a un perro".
Que haya gente del pueblo en las fotos puede explicar c¨®mo acogi¨® la noticia Monterrubio. En general, los habitantes del pueblo muestran su extra?eza aunque algunos guardan silencio. "Tengo entendido que es legal", espeta el camarero del bar contiguo a la oficina de Manuel. El C¨®digo Penal castiga la caza de especies amenazadas con prisi¨®n de cuatro meses a dos a?os. No es agravante hacerlo de forma ruin: cuando el animal sale aturdido de la jaula y a bocajarro.
Cuesti¨®n de papeles
?C¨®mo se puede conseguir un tigre? Por lo que ayer apunt¨® la Guardia Civil, es m¨¢s f¨¢cil de lo que parece. "Cualquiera puede tener uno si re¨²ne los requisitos y tiene los papeles", afirm¨® el sargento que dirigi¨® la investigaci¨®n. Jesul¨ªn de Ubrique lleg¨® a tener uno, de nombre Currupipi.
La Guardia Civil dio a entender que Manuel Dom¨ªnguez compraba los ejemplares legalmente a zool¨®gicos. Sin embargo, fuentes de la investigaci¨®n se?alan que los desviaba de forma ilegal. "Aparentemente los compraba en un centro de recuperaci¨®n de Toledo, pero en el camino acababan en Badajoz", explic¨® un agente. Las jaulas estaban en una nave que hab¨ªa en la finca vallada, a 15 kil¨®metros del pueblo por un camino de tierra impracticable.
Los siete detenidos est¨¢n, por ahora, en libertad tras pasar por el juzgado. Varios cazadores que aparecen en fotograf¨ªas pueden ser los siguientes.
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