Los beneficios del optimismo
Cada vez m¨¢s investigaciones muestran los beneficios f¨ªsicos, psicol¨®gicos e incluso econ¨®micos que genera una actitud optimista ante la vida. Aliados asociados como el coraje, la esperanza, la confianza, la pasi¨®n, la perseverancia o el entusiasmo son capaces de transformar nuestra realidad y hacernos m¨¢s felices.
Cada vez m¨¢s investigaciones muestran los beneficios f¨ªsicos, psicol¨®gicos e incluso econ¨®micos que genera una actitud optimista ante la vida. Aliados asociados como el coraje, la esperanza, la confianza, la pasi¨®n, la perseverancia o el entusiasmo son capaces de transformar nuestra realidad y hacernos m¨¢s felices.
?Qu¨¦ es el optimismo? Martin Seligman, psic¨®logo de la Universidad de Pensilvania, est¨¢ considerado uno de los principales expertos en el estudio de las diferencias entre optimistas y pesimistas. Seg¨²n este profesor, el optimismo est¨¢ muy relacionado con la responsabilidad que asumimos o no las personas ante aquello que nos ocurre. En definitiva, el optimista se hace y se sabe responsable de aquello que le sucede, y, por tanto, se cuestiona qu¨¦ es lo que puede hacer para rectificar, mejorar o cambiar una determinada situaci¨®n. Por el contrario, el pesimista tiende a sentirse impotente frente al mundo o incluso frente a s¨ª mismo y espera pasivamente a que sean las circunstancias externas las que cambien. Los optimistas tienden a interpretarse m¨¢s como causas de aquello que les ocurre, mientras que los pesimistas tienden a sentirse efectos de las circunstancias exteriores. Otra diferencia interesante es que el optimista tiende a percibir los aspectos positivos de s¨ª mismo, del otro y de la realidad que le rodea, mientras que el pesimista se concentra en los aspectos negativos. En consecuencia, las emociones del optimista se mueven en un espectro que incluye el coraje, el entusiasmo, la pasi¨®n, la confianza, la esperanza o el ver los errores como oportunidades para aprender. Por su parte, el pesimista tiene un mayor riesgo de sufrir problemas emocionales, ya que demasiado a menudo el sentimiento de culpa e impotencia facilita la sensaci¨®n de fracaso y la percepci¨®n de imposibilidad de cambio o mejora. Las personas optimistas tienden a ser m¨¢s perseverantes y a ver realizados sus proyectos en mayor medida que las pesimistas.
En este sentido, conviene no confundir optimismo con ingenuidad o negaci¨®n de la realidad, ya que ser optimista no implica negar los problemas que la realidad presenta, sino asumir su existencia y definir estrategias de acci¨®n basadas en la esperanza para afrontar la realidad y transformarla.
Una investigaci¨®n de la cl¨ªnica Mayo de Nueva York con 839 personas concluy¨® que los optimistas viven alrededor de un 19% m¨¢s que los pesimistas. Esta investigaci¨®n, que dur¨® 30 a?os, afirmaba que la salud no depende s¨®lo de valores f¨ªsicos, sino tambi¨¦n de la actitud con la que las personas enfrentan la vida. En caso de tener que afrontar situaciones generadoras de estr¨¦s, los optimistas tienden a experimentar estados de ¨¢nimo menos negativos que los pesimistas, lo cual se manifiesta en comportamientos de salud m¨¢s adaptables y en un mejor sistema inmunol¨®gico. El pesimista tiende a retraerse o darse por vencido en mayor medida. Diversos investigadores sostienen que los pacientes optimistas se recuperan con mayor rapidez y tienden a tener menos complicaciones posoperatorias.
M¨¢s hace el que quiere que el que puede. C. R. Zinder, doctor en psicolog¨ªa de la Universidad de Kansas, realiz¨® un estudio en el que concluy¨® que el rendimiento acad¨¦mico de un alumno depende m¨¢s de su actitud que de su cociente intelectual. Seg¨²n ¨¦l, los mejores resultados acad¨¦micos los obtienen m¨¢s los alumnos con una actitud optimista y positiva que aquellos que obtienen buenos resultados en tests que miden el cociente intelectual. En este sentido, los objetivos elevados, pero razonables, y los planes de acci¨®n para alcanzarlos parecen ser las claves del buen resultado universitario. En definitiva, m¨¢s hace el que quiere que el que puede.
Otro caso nos lo presenta el doctor Mark Albion en su libro Vivir y ganarse la vida. Seg¨²n este prestigioso profesor, la confianza, la esperanza y el amor a lo que uno desea hacer en la vida ganan la partida a la b¨²squeda de la seguridad que nace del miedo derivado de una visi¨®n pesimista de la existencia.
Seg¨²n Albion, en una investigaci¨®n sobre graduados en escuelas de negocios se realiz¨® un seguimiento de las carreras profesionales de 1.500 personas desde 1960 hasta 1980. Los graduados se agrupaban en dos categor¨ªas distintas desde el principio. La categor¨ªa A inclu¨ªa a aquellos que afirmaban que deb¨ªan ganar dinero en primer lugar para luego poder hacer lo que realmente deseaban hacer. La categor¨ªa B agrupaba a aquellos que buscaban en primer lugar conseguir sus propios anhelos, seguros y confiados de que el dinero acabar¨ªa llegando. ?Cu¨¢les eran los porcentajes de cada categor¨ªa? De los 1.500 graduados incluidos en el estudio, un 83% pertenec¨ªan a la categor¨ªa A, es decir, la de las personas que quer¨ªan el dinero ya. La categor¨ªa B, la de los m¨¢s arriesgados, alcanzaba un 17% de los graduados.
Despu¨¦s de 20 a?os, aquel 17% de los alumnos estaban m¨¢s sanos, alegres y satisfechos y ten¨ªan mejor disposici¨®n ante la vida que el resto. Adem¨¢s, entre los 1.500 graduados, y tras esos 20 a?os, hab¨ªa 101 personas que hab¨ªan logrado unos alt¨ªsimos niveles de prosperidad individual y social. Lo interesante es que tan s¨®lo uno de ellos se encontraba en la categor¨ªa A, mientras que los 100 restantes estaban en la categor¨ªa B. Conviene recordar adem¨¢s que la vida de aquellas personas que han hecho grandes aportaciones a la humanidad se ha caracterizado por una existencia plagada de adversidades y dificultades que s¨®lo fue posible superar a trav¨¦s de la fuerza de ¨¢nimo que genera el optimismo. Winston Churchill era contundente en este sentido al afirmar que "el optimista ve la oportunidad en toda calamidad, mientras que el pesimista ve la calamidad en toda oportunidad".
Pero el optimista ?nace o se hace? Son muchos los autores en el terreno de la psicolog¨ªa que sostienen que, afortunadamente, el optimismo se puede aprender, aunque, obviamente, est¨¢ determinado en parte por la herencia y, c¨®mo no, por las primeras experiencias de nuestra vida. De todas formas, es posible, en etapas maduras, aprender a ver las cosas de otra manera. Lo que es, sin duda, muy importante es el modo en que los padres explican a sus hijos por qu¨¦ las cosas suceden como suceden, ense?¨¢ndoles a aceptar la realidad, pero no a resignarse, sino a trabajar haci¨¦ndose responsables para crear aquellas circunstancias que faciliten el cambio. De alguna manera, el optimismo o pesimismo que un ni?o vive en su entorno puede ser una influencia significativa en la construcci¨®n de la imagen de s¨ª mismo, de los dem¨¢s y de la vida que se haga el peque?o.
En definitiva, y para concluir, podr¨ªamos decir que tanto el optimista como el pesimista acaban alg¨²n d¨ªa muriendo; pero la diferencia est¨¢ en c¨®mo han vivido la vida y, en consecuencia, en el legado que dejan en su entorno cuando llega el momento de partir definitivamente.
Literatura en positivo
Entre la abundante literatura sobre la importancia de las actitudes positivas a la hora de encarar la vida, destacar¨ªamos sin duda la extraordinaria obra del doctor V¨ªktor Frankl titulada El hombre en busca de sentido. Obra de referencia para comprender la profunda capacidad del ser humano para sobrevivir a la adversidad y construir una existencia con sentido. Tambi¨¦n La fuerza del optimismo, del doctor Luis Rojas Marcos, es una excelente obra en la que se aborda de manera amena y profusa los territorios del talante, de las actitudes y de la fuerza interior.
?lex Rovira Celma es profesor de Esade, conferenciante y escritor.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.