El discreto hombre de la mesa 567
El general croata Ante Gotovina eligi¨® un hotel vacacional de Tenerife para pasar inadvertido entre miles de turistas
El hotel Bit¨¢cora, en Playa de Las Am¨¦ricas (municipio de Arona, en Tenerife), se asemejaba este viernes al hotel Palestina de Bagdad. Apenas a mil metros de la playa, el Bit¨¢cora tambi¨¦n est¨¢ ocupado por decenas de periodistas llegados de Croacia, Bosnia, Italia y pa¨ªses del Este. Todos preguntan por las habitaciones 106 y 108, por cualquier detalle de la estancia de cinco d¨ªas del general croata Ante Gotovina y su guardaespaldas, por la botella de Marqu¨¦s de C¨¢ceres que qued¨® a medias tras su detenci¨®n la noche del mi¨¦rcoles, cuando a¨²n masticaba un trozo de queso blanco.
El general y su acompa?ante llegaron a primeros de mes a uno de los principales enclaves tur¨ªsticos de la isla de Tenerife en un coche de alquiler. El botones les salud¨® y recibi¨® un cort¨¦s "buenas tardes" como respuesta, en espa?ol con acento italiano o del este europeo. El trabajador ayud¨® a los nuevos clientes con el equipaje (una maleta con ruedas y un ordenador port¨¢til) y recibi¨® tres euros de propina. Los hu¨¦spedes exhibieron su reserva efectuada por Internet y pidieron habitaciones contiguas.
La documentaci¨®n del general croata era un pasaporte de Malta a nombre de Kristian Horuat. Su guardaespaldas present¨® documentaci¨®n australiana. Les adjudicaron las habitaciones contiguas 106 y 108. Mientras sub¨ªan a la primera planta del Bit¨¢cora, sus datos ya navegaban por Internet hasta la comisar¨ªa de Playa de Las Am¨¦ricas, junto a los de los otros 590 hu¨¦spedes. Desde el primer momento, a los empleados les llam¨® la atenci¨®n el porte del general, su exquisita educaci¨®n, su perfecto espa?ol y su elegante vestimenta, inusual en un hotel de vacaciones que suele ser ocupado por brit¨¢nicos.
Los dos extranjeros subieron por el ascensor que est¨¢ a la derecha de la recepci¨®n, caminaron 81 pasos sobre una alfombra granate hasta llegar a sus habitaciones. Quedaron para verse de inmediato. Tras dejar equipaje y colocar multitud de estampitas religiosas, descubrieron un ascensor que desciende directamente al caf¨¦ bar y, de ah¨ª, a una salida lateral que burla la entrada principal del hotel. Si abandonaron el hotel de ocho plantas de la cadena Spring, lo hicieron de esta manera, evitando el hall de entrada.
Durante todas las noches, los dos inquilinos ocuparon una mesa para cuatro personas discretamente oculta tras la segunda columna del sal¨®n: la mesa 567, con visi¨®n directa de la puerta de la entrada y con control de todo el local. El general Gotovina bebi¨® siempre Marqu¨¦s de C¨¢ceres tinto. Los cinco d¨ªas de su estancia pasaron totalmente inadvertidos, a excepci¨®n de las propinas de 10 euros que dejaba cada ma?ana a su gobernanta de habitaci¨®n. Nadie los vio en las piscinas, ni de compras, ni en los salones, ni en la cafeter¨ªa. S¨®lo ocupaban la misma mesa por la noche.
La ¨²ltima e inacabada cena del mi¨¦rcoles comenz¨® muy tarde, al filo del cierre del buf¨¦, pasadas las nueve y cuarto. Por esa raz¨®n, la camarera le sirvi¨® el agua y el vino en una copa peque?a, de vino blanco. Y el general, "muy educada, pero secamente", solicit¨® en espa?ol "una copa m¨¢s adecuada, m¨¢s grande" para degustar el rioja. A esa hora, en el amplio comedor con tres mostradores de alimentos y postres s¨®lo estaban ocupadas cinco mesas. Desde una de ellas, oculta tras una jardinera y en un nivel superior, tres polic¨ªas de paisano vigilaban al general.
Al filo de las 21.30 entraron de golpe nueve hombres, de los que uno permaneci¨® de espaldas al general, otro filmaba y otros seis, junto a los tres de la mesa superior, conformaron una c¨¢rcel humana de la que el militar croata ya no pudo escapar, mientras los agentes se comunicaban con ¨¦l en espa?ol. "No es que no ofreciera resistencia; es que no le dio tiempo a reaccionar", coinciden los a¨²n asombrados camareros.
De hecho, el militar no hab¨ªa dado el ¨²ltimo bocado al queso blanco cuando se lo llevaban esposado. "Todo dur¨® menos de un minuto, no hubo gritos, aunque los agentes sacaron las pistolas". La operaci¨®n fue tan impecable que los comensales situados al fondo del comedor ni se enteraron de lo ocurrido. Al d¨ªa siguiente, tres agentes regresaron al hotel para pedir disculpas por lo ocurrido y comprensi¨®n por no haber revelado la operaci¨®n.
La versi¨®n policial conocida hasta ahora apunta que Ante Gotovina ya hab¨ªa visitado algunas islas Canarias desde hac¨ªa a?os y que, al menos desde octubre, se mov¨ªa entre Gran Canaria y Tenerife "con varias identidades falsas", con las que tambi¨¦n viaj¨® a otros destinos, como Hait¨ª o Islas Mauricio.
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