La huella de Madrid en Delhy Tejero
Una exposici¨®n en el Conde Duque evoca a la pintora e ilustradora
Una sencilla l¨¢pida de piedra oscurecida por el tiempo y rodeada por cadenas de hierro se?ala, en el cementerio de Toro (Zamora), el lugar donde est¨¢ enterrada Delhy Tejero (Toro, 1904-Madrid, 1968). Para sus propios paisanos, la pintora e ilustradora de referencia durante los a?os treinta en Espa?a, es casi una desconocida. Nada sorprendente, si se tiene en cuenta que su obra tambi¨¦n ha sido injustamente olvidada en algunas recientes monograf¨ªas de arte contempor¨¢neo.
Para compensar la omisi¨®n de una artista implicada en el epicentro de la renovaci¨®n pict¨®rica de la vanguardia madrile?a, el Museo Municipal de Arte Contempor¨¢neo de Madrid re¨²ne en la exposici¨®n Delhy Tejero (1904-1968). Ciento once dibujos un significativo conjunto de sus trabajos como ilustradora; faceta muy reconocida y valorada por los cr¨ªticos de la ¨¦poca. Buena prueba de esta vertiente son los dibujos d¨¦co de la deliciosa serie La Venus bolchevique para el follet¨ªn escrito por El caballero audaz, Jos¨¦ Mar¨ªa Carretero, y publicado en la revista Cr¨®nica, o sus surrealistas dibujos para cuentos infantiles como se puede apreciar en la serie Las brujas.
Dentro de su trayectoria, Madrid, ciudad a la que lleg¨® en enero de 1925 y en la que vivi¨® hasta su muerte, fue objeto de sus preocupaciones humanas y art¨ªsticas. La muestra ofrece una panor¨¢mica muy amplia de la singular sensibilidad de Delhy Tejero ante el paisaje, y en especial, ante las vistas de Madrid y sus barrios -Lavapi¨¦s, Las Vistillas, el Viaducto- plasmadas con un realismo muy po¨¦tico, y en las que afloraba, cierta enso?aci¨®n y melancol¨ªa. Extraordinariamente delicado es el dibujo Calle Segovia (1942). Realizado con l¨¢pices de colores, permite descubrir un Madrid desconocido y perdido para siempre.
Los efectos de la Guerra Civil sobre la ciudad han quedado reflejados en tres dibujos Nosotros. Ellos, t¨ªtulos alusivos a los dos bandos. Bajo el signo de la est¨¦tica suburbial, se enmarca su retrato del Madrid descarnado de los extrarradios, con edificios construidos en medio de desmontes y chabolas. La exposici¨®n incluye dos curiosas vistas nocturnas de la Cibeles y la construcci¨®n del estadio Vicente Calder¨®n, en los aleda?os de la ribera del Manzanares, por donde la propia pintora pase¨® en alguna ocasi¨®n, tal como recuerda en sus diarios.
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