Espejo ruso
El Centro Internacional de Cultura Contempor¨¢nea, instalado en el antiguo edificio de Tabacalera de San Sebasti¨¢n, ofrece una exposici¨®n del finland¨¦s Rax Rinnekangas (Lanpland, 1954). Se presenta como un "multiartista" ya que trabaja en literatura, cine y fotograf¨ªa. En esta ocasi¨®n presenta una pel¨ªcula, pero lo m¨¢s abultado de la muestra recae sobre la imagen fija. Los asuntos que toca est¨¢n cargados de una peculiar espiritualidad. Se relacionan con la memoria del pasado, el ser humano y sus sentimientos. Los toma en el entorno donde se desenvuelven habitualmente, en su propio espacio vital, reflejados en unas muy peculiares cualidades lum¨ªnicas y unos tonos crom¨¢ticos caracter¨ªsticos, seg¨²n criterio del autor, del h¨¢bitat donde se encuentran.
Ha fotografiado su proyecto sobre Rusia en varias regiones del Volga. Son im¨¢genes de tama?o mural. La definici¨®n de sus figuras no resalta de manera especial. Las escenas corresponden b¨¢sicamente a momentos banales de la vida cotidiana. En otros casos, las gentes posan mirando a la c¨¢mara. Su m¨¢xima intriga llega desde la atm¨®sfera crom¨¢tica que otorga a cada una de ellas. No se conforma con captar la luz ambiente. Trata de conseguir lo que denomina "la luz metaf¨ªsica de la Madre Rusia" como un aspecto clave de su identidad. En ese intento de plasmar su filosof¨ªa creadora, las fotos se presentan viradas en amarillo, azul, ocre. As¨ª, y con unos textos como "Rusia es una historia de amor cuyo argumento ha sido escrito por la fatalidad, la religi¨®n y el destino de sus gentes", nos ofrece un panorama de ese pa¨ªs envuelto en un tremendo pesimismo secular del que parece no poder desprenderse.
Estas reflexiones se respiran viendo la serie de fotograf¨ªas exhibidas en los antiguos almacenes de Tabacalera. En ellas encontramos la boca de un t¨²nel oscuro que, a modo de embudo, desemboca en una calle solitaria donde aparca un viejo autom¨®vil con los neum¨¢ticos deshinchados. Un paisaje donde los ¨¢rboles dan cobertura a unas casas bajas de madera, envuelto por un velo amarillento, genera una ins¨®lita sensaci¨®n de vac¨ªo. Esa misma impresi¨®n ofrece el plano medio de una mujer, tomada de espalda, con un ni?o en brazos que mira hacia atr¨¢s llorando cuando enfila un camino de tierra marcado por el paso del tiempo y las gentes.
Esa misma desolaci¨®n ofrecen una se?ora con pa?uelo blanco a la cabeza en la calle solitaria de una ciudad, o el anciano barbudo, reducido a una menudencia cuando se le compara con la grandiosidad del ¨¢rbol bajo el que se encuentra. Las insinuaciones de alegr¨ªa llegan desde la sonrisa del acordeonista que expande sus notas por la estepa. Con todo, es de suponer que en Rusia puedan encontrarse algunas notas de optimismo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.