El mundo al rev¨¦s
Una de las transformaciones que sufren al llegar al poder muchos pol¨ªticos de alto nivel es aislarse de la realidad. Bien pensado, no es tan raro. La responsabilidad que recae sobre sus hombros es enorme. Apenas si mantienen relaciones sociales normales, mientras reciben continuamente la adulaci¨®n de un nutrido grupo de asesores, ayudantes y subordinados. En esas condiciones, cuando aparecen nubarrones pol¨ªticos, la tentaci¨®n de mirar para otro lado, negando la evidencia, es muy grande. Van perdiendo contacto con la opini¨®n p¨²blica y con el estado real del pa¨ªs.
En la fase final de su mandato, Felipe Gonz¨¢lez parec¨ªa ausente, incapaz de reaccionar ante abusos de poder de diversos miembros de su Gobierno que alarmaban a todo el pa¨ªs. Igualmente, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar se fue encerrando en una c¨¢rcel de convicciones rocosas que le llev¨® a despreciar cualquier mensaje cr¨ªtico, cometiendo errores tremendos en la crisis del Prestige, en la decisi¨®n de participar en la guerra de Irak y finalmente en la gesti¨®n del atentado del 11-M.
Pues bien, creo que hoy sucede justamente lo contrario en Espa?a, es decir, que Zapatero y su Gobierno act¨²an con los pies en la tierra, mientras que buena parte del pa¨ªs ha perdido el contacto con la realidad.
La situaci¨®n es extra?¨ªsima, y creo que no tiene precedentes. Comencemos por unas simples constataciones. ETA no asesina a nadie desde mayo de 2003, la polic¨ªa contin¨²a deteniendo terroristas, y hay una esperanza seria de que el terrorismo nacionalista desaparezca definitivamente. La econom¨ªa marcha viento en popa. Se crece a tasas incluso superiores a las del periodo anterior, y casi tres veces al ritmo del resto de la UE. El paro se ha reducido a los niveles del comienzo de la transici¨®n. El Gobierno est¨¢ aumentado de forma espectacular la inversi¨®n en I + D. Hay mayor transparencia en la informaci¨®n econ¨®mica, y menor intervencionismo en las antiguas empresas p¨²blicas.
En el asunto de la inmigraci¨®n se ha llevado a cabo una regularizaci¨®n ejemplar, dando salida a un problema que el PP hab¨ªa dejado pudrir. En educaci¨®n vuelve a aumentar la inversi¨®n, se est¨¢n rectificando los abusos del Gobierno de Aznar en materia de educaci¨®n religiosa, y parece que la nueva ley por fin tomar¨¢ medidas para que los colegios p¨²blicos no tengan que soportar todo el esfuerzo de acoger a los hijos de los inmigrantes. Y as¨ª podr¨ªamos continuar con otros muchos asuntos (se ha reducido la manipulaci¨®n de la televisi¨®n p¨²blica, se ha aprobado una reforma legal para que los homosexuales puedan contraer matrimonio, etc¨¦tera).
Por supuesto que no todo es positivo. Hay una grave y leg¨ªtima preocupaci¨®n acerca de los problemas territoriales, o sobre la pol¨ªtica de alianzas del Gobierno. Con todo, resulta desconcertante el griter¨ªo y la decepci¨®n que se observa tanto en la esfera pol¨ªtica como en el debate p¨²blico y en las encuestas de opini¨®n. Hay muchos que aseguran, no s¨®lo en el PP, que este Gobierno lleva al pa¨ªs a la ruina econ¨®mica, pol¨ªtica y moral. Se afirma que nunca hemos estado peor en la lucha contra ETA, que el Gobierno se ha entregado a los terroristas, que Espa?a se enfrenta a su disoluci¨®n, que el PSOE busca la venganza por la derrota republicana en la Guerra Civil, y otras muchas truculencias similares. La propia opini¨®n p¨²blica empieza a reflejar una p¨¦rdida creciente de confianza en este Gobierno, y muestra una percepci¨®n sorprendentemente negativa de la situaci¨®n econ¨®mica.
?Qu¨¦ ha pasado para que una situaci¨®n razonable, con sombras pero tambi¨¦n con luces, se vea acompa?ada por este estado de aprehensi¨®n y pesimismo? Para responder a esta pregunta, hay que sumar un conjunto de factores que normalmente no aparecen alineados y que por razones que se me escapan apuntan ahora todos en la misma direcci¨®n, la creaci¨®n de un clima de opini¨®n en el que la ideolog¨ªa, la pereza y los prejuicios aplastan la realidad.
Comencemos por el principal partido de la oposici¨®n, el PP. Su manera de actuar le sit¨²a en los m¨¢rgenes mismos del juego democr¨¢tico. Cuando sus dirigentes anuncian que ETA est¨¢ detr¨¢s de la propuesta de Estatuto catal¨¢n, o que el Gobierno tiene oscuras connivencias con los autores del atentado del 11-M, o que el Gobierno traiciona a los muertos de ETA, obran en la pr¨¢ctica como una fuerza antisistema. En comparaci¨®n con estas barbaridades, su falta de educaci¨®n en el Parlamento, o sus insultos constantes, parecen meros detalles est¨¦ticos. Crean una sensaci¨®n de alarma y de v¨¦rtigo que puede que a ellos les perjudique, pero calculan que perjudica todav¨ªa m¨¢s al PSOE.
El PP no est¨¢ tan s¨®lo como suele decirse. En su tarea de desgaste al Gobierno se encuentra con el apoyo entusiasta del gobernador del Banco de Espa?a, el presidente del Tribunal Supremo, y, c¨®mo no, la Iglesia. Pero sobre todo, cuentan con una clase period¨ªstica que nunca hab¨ªa ca¨ªdo tan bajo. Y no me refiero s¨®lo a la manera zafia e hiriente en la que se expresan tertulianos y columnistas, ni a su ignorancia oce¨¢nica. El problema radica en su mala fe y deshonestidad. La verdad les importa un pimiento. Se nutren de sus propias conversaciones, de lo que se dicen unos a otros con afectada indignaci¨®n en ese c¨ªrculo espeso y reaccionario en el que se mueven.
El propio Gobierno contribuye a este estado de cosas con una pol¨ªtica de comunicaci¨®n que no llega a ser desastrosa, pues simplemente no existe. Por alg¨²n motivo, el PSOE nunca ha sobresalido en la comunicaci¨®n pol¨ªtica, en la capacidad de dise?ar mensajes y estrategias que den sentido a sus pol¨ªticas y atraigan a los electores. En consecuencia, la agenda pol¨ªtica la fijan la oposici¨®n y la prensa en mayor medida que el propio Gobierno. Resulta desconcertante que el actual Gobierno est¨¦ permanentemente a la defensiva, y que los ciudadanos no vean una direcci¨®n clara en sus actos.
Pero a¨²n hay m¨¢s. En los ¨²ltimos a?os muchos de los mejores intelectuales y protagonistas de la vida p¨²blica han ido evolucionando hacia posiciones cada vez m¨¢s conservadoras. La movilizaci¨®n contra el terrorismo vasco y la eterna cuesti¨®n nacional han servido en muchos casos para realizar esa transici¨®n. El caso es que hace ya tiempo es frecuente (y cansino) leer columnas o tribunas en las que se sigue criticando acerbamente los vicios y errores del "progre", un personaje que hoy es poco m¨¢s que una figura ret¨®rica frente al nuevo doctrinario de la derecha.
Bien se ocupan estos intelectuales de recordarnos que todo lo que hagan los "progres" socialistas en pol¨ªtica exterior, en pol¨ªtica auton¨®mica o en educaci¨®n es un desastre. Los socialistas siguen instalados en el antiameri-canismo, la Espa?a plural es una ligereza, la igualdad de oportunidades educativas es una quimeraque ha hundido la formaci¨®n de los j¨®venes. Pero si la educaci¨®n tiene carencias es entre otras cosas por ocho a?os recientes de Gobierno del PP; lo que ellos llaman antiamericanismo es haberse opuesto al mayor fraude pol¨ªtico internacional de los ¨²ltimos decenios, pues no otra cosa es la guerra de Irak; la "alianza de civilizaciones" parece m¨¢s atractiva que la absurda "guerra contra el terrorismo internacional"; y no hay duda de que "la Espa?a plural" es una expresi¨®n un poco cursi, pero preferible a la bronca entre territorios que mont¨® el PP.
Este conservadurismo generalizado entre muchos intelectuales que hace veinte a?os defend¨ªan otras posturas y que veinte a?os despu¨¦s siguen copando una parte fundamental del espacio p¨²blico est¨¢ relacionado con una tendencia m¨¢s de fondo, la ruptura generacional en torno a Zapatero. Zapatero despierta desconfianza entre la gente de m¨¢s edad y experiencia, tanto en la derecha como en la propia izquierda, qui¨¦n sabe si porque les inquieta un pol¨ªtico que no es agresivo y que escucha otras opiniones antes de tomar decisiones. El caso es que muchos le ven como un insolvente, y muestran una irritaci¨®n e impaciencia notables tanto con su estilo como con sus proyectos. No hay m¨¢s que ver c¨®mo le rega?an y reconvienen.
Dada esta conjunci¨®n de factores, tal vez no sea tan sorprendente que las encuestas revelen un clima de temor ante el futuro y de desconfianza hacia la labor del Gobierno. Zapatero y su Gobierno deber¨ªan pensar en c¨®mo despejar esta densa niebla pol¨ªtica que impide percibir adecuadamente los cambios que se est¨¢n realizando en Espa?a y que, en condiciones algo m¨¢s normales, mover¨ªan al optimismo.
Ignacio S¨¢nchez-Cuenca es profesor de Sociolog¨ªa de la Universidad Complutense.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.