Los l¨ªmites de la propuesta de Mas
No hay duda de que el reciente discurso de Artur Mas (Catalunya sense l¨ªmits, Palacio de Congresos de Barcelona, 21 de noviembre de 2005) no deber¨ªa pasar inadvertido. Forma parte de una estrategia de renovaci¨®n de la posici¨®n de Converg¨¨ncia Democr¨¤tica de Catalunya en el panorama pol¨ªtico. El esfuerzo es significativo. Es un discurso desde la oposici¨®n, y ello conviene destacarlo dadas las dificultades de quien sinti¨¦ndose ganador de unas elecciones que se daban por perdidas de antemano y tras 23 a?os de ejercicio de gobierno, tiene que asumir el necesario cambio de perfil. Pero, al mismo tiempo, se trata de un planteamiento que se hace cargado con la excepcional mochila de esa larga experiencia de gobierno. Por tanto, es un discurso que no se hace desde la periferia del poder, sino desde una posici¨®n de poder. No es f¨¢cil ser oposici¨®n y poder al mismo tiempo. El Partido Popular trata de hacerlo, y cuenta para ello con s¨®lidas posiciones y lazos con quienes gobiernan econ¨®mica y medi¨¢ticamente. Pero el estilo es vengativo y simplificador. Barriobajero y obsoleto. El planteamiento de Artur Mas parece situarse un par de pasos m¨¢s all¨¢. Oposici¨®n, pero sentido institucional. Poder y entramados de intereses, pero conciencia de que no se quieren algarab¨ªas que generen un exceso de ruido que no conviene a la buena marcha de los que aprovechan bien la coyuntura econ¨®mica, como record¨® esta misma semana el presidente del Fomento de Trabajo Nacional coincidiendo (?curiosamente?) con el l¨ªder convergente.
Los l¨ªmites de la propuesta de Mas surgen cuando se concreta. Aparentemente, la propuesta trata de acercarse a una versi¨®n de la socialdemocracia europea m¨¢s liberal, menos intervencionista, m¨¢s propia del momento individualizador que vivimos. La tercera v¨ªa de Blair o las innovaciones introducidas por una parte de la socialdemocracia n¨®rdica (revisitando la v¨ªa sueca del Pujol de hace muchos a?os) son citas expl¨ªcitas con las que Mas sazon¨® su discurso. Si dejamos de lado los aspectos m¨¢s continuistas de las palabras de Mas, por fuerza hemos de acabar hablando de sus propuestas de reforma de los servicios p¨²blicos. Una propuesta de reforma que se centra en el "derecho a escoger", como concreci¨®n esencial de la libertad individual. Su apuesta es valiente: "El derecho a escoger ha de impregnar prestaciones y derechos tan fundamentales como la educaci¨®n, la salud, la asistencia social y las ayudas a las familias". A juicio de Mas, esa es la l¨ªnea moderna de los gobiernos socialdem¨®cratas europeos con mejores ¨¦xitos: Reino Unido y Suecia. Los dem¨¢s ser¨ªan pa¨ªses anclados en los par¨¢metros de bienestar de hace 50 a?os. El modelo en el que se basa Mas est¨¢ meridianamente expresado: "Si la gente en todas sus pautas de consumo y de inversi¨®n puede escoger entre opciones diferentes, ?por qu¨¦ no ha de poder hacerlo en los servicios p¨²blicos...?". "Lo que quiere la gente son servicios de calidad, y le es bastante indiferente qui¨¦n presta estos servicios". Discutir de p¨²blico y privado, en opini¨®n del l¨ªder convergente, es debatir desde apriorismos ideol¨®gicos.
Pues dejemos a un lado las ideolog¨ªas (?ser¨¢ ello posible?) y discutamos de sus propuestas y de lo que ocurre en los sitios donde se han aplicado esas medidas. Artur Mas afirma: "La Administraci¨®n aporta el dinero (y) la familia escoge la escuela sin m¨¢s limitaciones que la oferta y los servicios disponibles". "Ese derecho a escoger es socialmente justo y ¨¦ticamente obligado", ya que ello permite (Mas dixit) que no s¨®lo puedan escoger los ricos, sino todos. La generalizaci¨®n de la elecci¨®n generar¨¢ competencia, y la competencia racionaliza recursos y mejora la calidad de los servicios. ?Problemas? Nada que temer. Mas opina que un buen control p¨²blico evitar¨¢ problemas. Todo ser¨¢n ventajas.
Desde mi punto de vista, la cosa no ha ido exactamente as¨ª donde se ha implantado ese sistema. En Suecia, despu¨¦s de los muchos a?os transcurridos desde la implantaci¨®n por parte de un gobierno conservador-liberal del cheque escolar, y tras el mantenimiento del mismo por parte de los sucesivos gobiernos socialdem¨®cratas, se ha pasado del 100% de escuela p¨²blica a una proporci¨®n del 94% de escuela p¨²blica y el 6% de escuela privada subvencionada v¨ªa cheque escolar sin que en ning¨²n caso sea posible el llamado efecto topped out; es decir, que el cheque pueda ser complementado con otros recursos procedentes de la familia (?les suena de algo?). Los estudios realizados sobre los efectos de la aplicaci¨®n en Suecia, en Chile, en Reino Unido (v¨ªa los llamados pasaportes) o en Milwaukee coinciden en que no hay resultados que indiquen de manera taxativa una mejora de la calidad educativa, y en cambio se mencionan importantes problemas. Uno de los m¨¢s conocidos es el cream skimming, por el cual las escuelas privadas usan el sistema para seleccionar a los alumnos que prefieren (la crema), dejando a los alumnos m¨¢s dif¨ªciles o caros fuera de sus centros, usando diversas estrategias (prematriculaci¨®n, explicitando en exceso sus opciones religiosas...). Por otro lado, hay una notable unanimidad en destacar que las opciones de elegir dependen sobremanera de la informaci¨®n disponible previamente, de la formaci¨®n de la familia, de la importancia o del tiempo que dedica a la educaci¨®n de sus hijos, y todo ello fuertemente relacionado con los niveles de renta. De tal manera que acaban reforz¨¢ndose las desigualdades de partida de familias y territorios. Es evidente que no acaba de ser cierto que todos act¨²en en relaci¨®n con los servicios p¨²blicos siguiendo "lo que hacen en su consumo e inversi¨®n", como afirma Mas. De hecho, son bastantes los que en Espa?a (o as¨ª lo indican el Instituto Nacional de Estad¨ªstica o la Fundaci¨®n Jaume Bofill en sus estudios sobre la distribuci¨®n de la renta) no pueden escoger en sus pautas de consumo y mucho menos pueden decidir qu¨¦ y d¨®nde invierten, cuando su problema real es llegar a final de mes. La prudencia que Mas manifiesta en el campo de la sanidad, campo en el que posterga su receta m¨¢gica de cheques, deber¨ªa aplicarla al conjunto de sus reflexiones para evitar que de la valent¨ªa pase a la temeridad. Todo ello no implica que no deban reformarse la gesti¨®n y la prestaci¨®n de los servicios p¨²blicos en Catalu?a, en una l¨ªnea m¨¢s descentralizadora y de implicaci¨®n ciudadana. Pero, atenci¨®n con los experimentos que acaben fortaleciendo y reforzando las pautas de segmentaci¨®n y divisi¨®n social que, de manera menos expl¨ªcita, nos legaron los a?os de gobierno de CiU.
Joan Subirats es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona.
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