Paz Serrano Gassent, profesora de Filosof¨ªa
La necesidad de construir un mundo mejor
Siempre se ha dicho que la muerte es m¨¢s dura cuando se produce en medio de la vida. No podemos hablar de Paz Serrano en pasado, como si hubiera desaparecido. No podemos recordar los d¨ªas y las horas que hemos compartido, las llamadas telef¨®nicas, los comentarios pol¨ªticos, las ¨²ltimas conversaciones...
Tenemos la suerte de conservar su libro Vasco de Quiroga. Utop¨ªa y Derecho en la conquista de Am¨¦rica, publicado por Fondo de Cultura Econ¨®mica. Es un hermoso libro, bien conocido, del que tanto hemos aprendido. Este libro refleja muy bien el esp¨ªritu de Paz Serrano. Paz escribe en ¨¦l que el lamento de los indios todav¨ªa resuena cinco siglos despu¨¦s de realizado el descubrimiento de Am¨¦rica y la conquista.
Pero ese lamento tuvo su eco en las duras cr¨ªticas a las acciones de los conquistadores y en los intentos de realizar entre los indios unas sociedades ideales que trasladaran a Am¨¦rica el impulso ut¨®pico que el pensamiento pol¨ªtico occidental empezaba a gestar.
Hoy d¨ªa tiene mala fama la utop¨ªa. Paz Serrano analiza muy bien todas las cr¨ªticas que se lanzan contra la utop¨ªa: imposibilidad, fanatismo, destrucci¨®n, totalitarismo, pero analiza tambi¨¦n las consecuencias de un clima disut¨®pico reflejado en todos los esfuerzos conservadores favorables a congelar la historia, y a impedir cualquier cuestionamiento del orden social existente. Dice Paz que la vida de Vasco de Quiroga es una vida entre la justicia y el esp¨ªritu. ?sa fue tambi¨¦n su vida, una vida entre la justicia y el esp¨ªritu.
As¨ª era Paz Serrano: combinaba sabiamente el mejor esp¨ªritu libertario con el entusiasmo por el Derecho y de ah¨ª su empe?¨® por estudiar en concreto el esfuerzo de Vasco de Quiroga por regular un orden social m¨¢s justo.
En la obra cuenta la descripci¨®n ir¨®nica que hace F. Manuel de la imagen que tienen algunos de los utopistas. Para los cr¨ªticos de la utop¨ªa el perfecto utopista ser¨ªa sin duda aquel que odia a su padre y proviene de una clase social desheredada. A lo cual se podr¨ªa a?adir un poquito de esquizofrenia, una buena dosis de megaloman¨ªa, y un temperamento obsesivo y r¨ªgido.
Pues bien Paz Serrano no s¨®lo no odiaba a sus padres sino que sent¨ªa una inequ¨ªvoca admiraci¨®n por ellos; no pertenec¨ªa a una clase social desheredada pero era consciente del lamento de los indios que todav¨ªa llega a nuestros o¨ªdos y del lamento de todos los excluidos.
Y sobre todo, Paz Serrano no era megal¨®mana, pero s¨ª sab¨ªa lo duro que es mantener las convicciones ante un poder global, lo sab¨ªa por ella y por Manolo Revuelta, su marido. Sab¨ªa de la dureza de ese combate con un poder medi¨¢tico que al legitimar lo existente olvida todas las v¨ªctimas que deja por el camino.
Quiz¨¢ no sab¨ªa -como no lo sabemos ninguno de nosotros como realizar la justicia en la tierra- pero ten¨ªa una capacidad inmensa para detectar las injusticias, combatirlas y transmitir a trav¨¦s de la actividad docente a sus estudiantes de Filosof¨ªa la necesidad de construir un mundo mejor.
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