Desnudas flores de ceniza
Una de las figuras m¨¢s apreciadas del arte actual, la italiana, aunque residente en Nueva York, Vanessa Beecroft (G¨¦nova, 1969) presenta, por primera vez en Espa?a, el material de su performance VB53, que originalmente tuvo lugar el 23 de junio de 2004 en el Tepidariumn de Roster -edificio de cristal y hierro muy semejante a nuestro Palacio de Cristal del Retiro-, ubicado en el Giardino dell'Orticultura de Florencia. Lo que ahora se exhibe en el Centro de Arte Contempor¨¢neo malague?o es, pues, 12 fotograf¨ªas, algunas de gran formato, y la proyecci¨®n del DVD que sintetiza abreviadamente los momentos culminantes de la performance, la cual consisti¨® en emplazar a 21 hermosas modelos desnudas sobre un mont¨ªculo de tierra situado en el centro del invernadero, en un primer momento, todas de pie y en posici¨®n erguida, posando sin p¨²blico, y, despu¨¦s, adoptando con el paso del tiempo las posturas a las que les obligaba su propio cansancio, acuclilladas, sentadas o tumbadas sobre la negra tierra, pero, sobre todo, ya rodeadas del p¨²blico asistente. A?adamos descriptivamente que el prototipo corporal de las modelos es muy semejante entre s¨ª, aunque son de diferentes razas, que todas est¨¢n calzadas sobre unas sandalias de tac¨®n y que permanecen en el sitio prefijado sin establecer entre ellas, ni con el p¨²blico asistente ninguna relaci¨®n. Tambi¨¦n que la actuaci¨®n que representan se desarrolla durante el crep¨²sculo estival, inici¨¢ndose con plena luz y terminando en la oscura noche. En suma: parecen tallos brotados de la tierra, que se agostan o quiebran con el tiempo, o, si se quiere, si se busca el s¨ªmil de "estatuas vivientes", que escenifican diversas posturas, que multiplican sus opciones pl¨¢sticas.
VANESSA BEECROFT
'VB53'
Centro de Arte Contempor¨¢neo de M¨¢laga
Alemania, s/n. M¨¢laga
Hasta el 15 de enero de 2006
A¨²n habr¨ªa que a?adir que, dentro de su homog¨¦nea desnudez calzada, tienen una misma llamativa pintura ocular con enormes pesta?as postizas que acent¨²a su aire de ensimismada mirada al infinito, pero las hay que llevan unas enormes pelucas de pelo crespo que cubre sus espaldas casi hasta la altura de sus pies, mientras que las dem¨¢s restantes o llevan una melena media o el pelo recogido en una redecilla o simplemente rapado. Con lo sumariamente descrito hasta aqu¨ª, podr¨ªa dar la impresi¨®n de que nos hallamos ante una t¨ªpica performance de Beecroft, que trabaja la imagen de la mujer formando cuadros vivientes sobre un mismo modelo. No obstante, en la presente ocasi¨®n, considero que hay una m¨¢s profunda y compleja escenificaci¨®n desde muy diversos puntos de vista.
Me parece as¨ª, en primer t¨¦rmino, porque, desde un punto de vista simb¨®lico, Beecroft ha acudido a un arquetipo de muy rica enjundia, como lo es el de la Magdalena evang¨¦lica, pero tambi¨¦n, en segundo, porque lo ha reforzado con modelos hist¨®ricos formales del arte tradicional, entre los que cabe reconocer a Botticelli, a Dante Gabriel Rossetti y a Gustav Klimt, todos ellos refinados estetas del dibujo que logran una parecida mezcla de fr¨ªgida sensualidad perturbadora. En este sentido org¨¢nico, uno se sentir¨ªa tentado a identificar el modelo, valga la redundancia, de estas modelos con el sofisticado y perverso de la femme fatale finisecular; pero lo m¨¢s interesante, a mi juicio, es el cruce que hace Beecroft con otros modelos vanguardistas del XX, vamos a decirlo as¨ª, m¨¢s inquietantes y desgarradores, entre los que cabe citar el de las Se?oritas de Avignon, de Picasso, y, sobre todo, con el arte povera, como, por ejemplo, los igl¨²s de Merz, los desnudos de Kounnellis y, especialmente, La Venus de los trapos, de Pistoletto. Estas referencias hist¨®ricas entrecruzadas enriquecen el sentido de la performance, que, de una forma bastante sutil, se hace m¨¢s profunda y perturbadora. A ello abunda la importancia que tiene el tiempo de la acci¨®n, que no s¨®lo es el de una pauta horaria, sino que celebra el drama del crep¨²sculo, como si se tratara de crom¨¢tica pieza melanc¨®lica de estilo mahleriano. Por lo dem¨¢s, rep¨¢rese en la multiplicidad polis¨¦mica de lo descrito, que abarca la tierra, lo org¨¢nico, lo estatuario y otros muchos t¨®picos antropol¨®gicos, psicol¨®gicos, sociales, etc¨¦tera. Creo, en fin, que Vanessa Beecroft ha logrado una obra de gran calado y rotundidad, que obliga a fijar la atenci¨®n en su cada vez m¨¢s interesante trayectoria.
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