Los autores de un diccionario teatral defienden su libertad para opinar
Los tres profesores universitarios que han redactado el diccionario Teatro espa?ol, de la A a la Z (Espasa) defendieron el jueves en Madrid su opci¨®n de haber incluido opiniones cr¨ªticas, "o incluso juicios arriesgados", sobre algunos protagonistas teatrales que aparecen en el libro. Se trata de una orientaci¨®n que ha despertado pol¨¦mica en algunos sectores teatrales. Javier Huerta, profesor de Literatura Espa?ola en la Universidad Complutense y especialista en teatro, dijo que han intentado "mojarse y opinar en algunas entradas del diccionario".
El dramaturgo y acad¨¦mico Francisco Nieva abund¨® en esa idea al presentar el diccionario, y cit¨® como ejemplos la forma en que el libro analiza las trayectorias de Jos¨¦ Echegaray y de Jacinto Benavente, dos autores que recibieron el Premio Nobel de Literatura en 1904 y 1922, respectivamente, y que con el paso de los a?os no han sido apreciados por la cr¨ªtica y tampoco han contado demasiado con los favores del p¨²blico. "Todo es muy relativo", se?al¨® Nieva, "si bien estudiar a Benavente, Echegaray o a los hermanos ?lvarez Quintero sirve para observar la evoluci¨®n del p¨²blico a trav¨¦s del tiempo". En el caso de Benavente, los autores han destacado Los intereses creados y La malquerida, las dos piezas m¨¢s conocidas del Nobel, pero han dedicado un espacio a El teatro fant¨¢stico, una obra suya que inicia el modernismo espa?ol. Al referirse a Federico Garc¨ªa Lorca, el diccionario concede atenci¨®n preferente a una obra que se halla tambi¨¦n fuera del canon como El amor de don Perlimpl¨ªn con Belisa en su jard¨ªn.
Subray¨® Nieva que el diccionario pod¨ªa consultarse asimismo como una amplia historia del teatro espa?ol, ya que en sus m¨¢s de 3.000 entradas y un centenar de fotograf¨ªas puede observarse la evoluci¨®n de la escena, desde las obras medievales a los autores contempor¨¢neos. No obstante, entre las carencias cabe resaltar la ausencia de fechas y lugares de nacimiento y de muerte en no pocas biograf¨ªas.
Javier Huerta, Emilio Peral y H¨¦ctor Urzaiz se mostraron orgullosos de haber abarcado en su diccionario todas las profesiones teatrales y no haberse limitado, como ocurre con otros libros de referencia, a los dramaturgos y a la literatura dram¨¢tica. "La Universidad espa?ola", comentaron, "ha vivido de espaldas a la escena, aunque afortunadamente la situaci¨®n est¨¢ cambiando. En este diccionario hemos incluido hasta apuntadores sin olvidar a decoradores, gestores, core¨®grafos o m¨²sicos. Por supuesto, hemos otorgado especial relevancia a los actores y los directores".
Los autores, en su doble condici¨®n de te¨®ricos teatrales y de profesores, no supieron ofrecer recetas para fomentar la afici¨®n teatral en todos los niveles educativos. Javier Huerta se aventur¨® a decir que no era partidario del teatro como asignatura en los centros educativos, una posibilidad contemplada en algunos pa¨ªses europeos.
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