Autobombo gratis
La publicidad institucional s¨®lo tiene sentido como informaci¨®n. Los Gobiernos tienden a utilizarla como propaganda por la v¨ªa del autobombo; es decir, gastan dinero p¨²blico para explicar al ciudadano que han hecho lo que ten¨ªan obligaci¨®n de hacer: cumplir alg¨²n aspecto de su programa. Y, adem¨¢s, en muchos casos lo que se publicita es una verdad a medias o una mentira completa. El Gobierno socialista ha pretendido regular estas pr¨¢cticas. El PP, aliado en este caso al PNV, se ha opuesto e intenta bloquearlo: quiere que las comunidades aut¨®nomas queden al margen de las limitaciones que la propuesta contiene. Y argumenta que de lo contrario se est¨¢ limitando el poder auton¨®mico. Curioso doble lenguaje: cuando se trata de programar la ense?anza, quiere que todas las comunidades compartan una misma asignatura de educaci¨®n nacional, y si el Gobierno no lo hace, la impone en las comunidades donde gobierna. En cambio, limitar los abusos en publicidad institucional es violar la independencia de la autonom¨ªa. A eso se le llama autonomismo de geometr¨ªa variable.
La realidad es mucho m¨¢s simple: el PP tiene ahora su fuerza en el poder auton¨®mico y no quiere renunciar un mil¨ªmetro a los recursos de autopublicidad que ¨¦ste le da. Todo suma en la batalla para regresar al poder. El partido de la denuncia implacable del despilfarro no tiene inconveniente en gastar dinero p¨²blico para hacerse propaganda. La campa?a de Esperanza Aguirre sobre el cumplimiento -contestado por la oposici¨®n- de su promesa de acabar con las listas de espera de la sanidad en la Comunidad de Madrid es un llamativo ejemplo de dispendio y manipulaci¨®n publicitaria institucional. Pero la lista es larga y transversal, sin distinci¨®n de ideolog¨ªas y lugares. Aunque parece que Manuel Fraga en la Junta gallega se llev¨® la palma, el PNV no se queda corto, con sus campa?as sobre el plan Ibarretxe.
La publicidad institucional es necesaria para dar informaciones de utilidad pr¨¢ctica para el ciudadano. Pero la propaganda sufragada por fondos p¨²blicos constituye un fraude que la ley debe combatir. Aunque de poco servir¨¢ si no va acompa?ada de una verdadera voluntad de respetarla: la diferenciaci¨®n entre informaci¨®n y propaganda no siempre es n¨ªtida, y todos tratar¨¢n de hacer pasar por noticia imprescindible para el ciudadano lo que es puro autobombo.
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